ABC (Andalucía)

El entorno sanitario y los colegios, los últimos en relajar las restriccio­nes

▶ Los expertos creen que la distancia o la ventilació­n seguirán manteniénd­ose años

- E. CALVO

En un futuro próximo, cuando la inmensa mayoría de la población esté vacunada contra el virus y la mascarilla deje de ser obligatori­a en interiores, se podrá dar la situación de poder entrar al supermerca­do o al cine sin ella, pero tener que utilizarla para acudir a consultas médicas en centros de salud y hospitales. «El sistema sanitario y el educativo serán segurament­e donde la mascarilla se quede», afirma Manuel Franco, epidemiólo­go y portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (Sespas), que valora cómo al llevar este material de protección se ha observado una disminució­n de casos de otras enfermedad­es que también se transmiten por vía aérea, como la gripe.

Es complicado –si no imposible– saber si tanto profesiona­les como pacientes llevarán mascarilla­s de por vida en los centros sanitarios, pero lo que sí tiene claro el doctor Franco es que aún quedan unos años para seguir manteniend­o esa y otras medidas, como la distancia de seguridad o la ventilació­n. La flexibiliz­ación de restriccio­nes también tiene que ser progresiva en el ámbito sanitario, considera Joan Caylà, miembro de la Sociedad Española de Epidemiolo­gía (SEE), y teniendo en cuenta las circunstan­cias de cada lugar. Así, por ejemplo, ve factible que en el futuro se deje de usar mascarilla­s en centros donde tanto sanitarios como pacientes estén vacunados, mientras que en los servicios de urgencias, donde se atiende a gente con enfermedad­es diversas, «probableme­nte será el último sitio en el que se deje de recomendar su uso».

Problemas respirator­ios

Otro aspecto que habrá que tener en cuenta, explica Rafael Ortí, presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, es la transmisió­n comunitari­a que se dé en cada momento. En cualquier caso, sostiene, «la enseñanza que nos deja la pandemia no debería perderse». También desde la Organizaci­ón Médica Colegial (OMC) son partidario­s de que se mantenga el uso de las mascarilla­s en hospitales y centros de salud pese a que se vayan relajando las medidas de protección en otros ámbitos. Su vicepresid­enta segunda, Manuela García Romero, matiza que «igual no es necesario para todo el mundo, pero sí para aquellas personas que tienen problemas respirator­ios». Pero además de los pacientes, considera que sería bueno que los profesiona­les siguieran usando este material de protección.

Mientras en el conjunto de España aún habrá que esperar meses, los habitantes de la pequeña isla canaria de La Graciosa serán los primeros en saber lo que es estar totalmente inmunizado­s frente al Covid-19. Está previsto que toda su población mayor de 16 años tenga la pauta completa de vacunación para el próximo 4 de julio.

En este momento, la denominada como ‘octava isla’, dependient­e sanitariam­ente de Lanzarote, tiene a toda su población mayor de 30 años inmunizada con la pauta completa. La semana pasada recibió la autorizaci­ón oficial para comenzar la inoculació­n de todos los residentes mayores de 16 años, que ya cuentan todos con una inyección.

De acuerdo a los plazos, la segunda dosis para este grupo etario con fecha de nacimiento en 2005 se suministra­rá los primeros días de julio, de forma que el día 4 la isla estará definitiva­mente libre de Covid.

A la espera de la decisión de qué ocurrirá con los menores de 16 años, la isla toma rumbo a ser un destino seguro. Que el plan de vacunación haya pisado el acelerador se debe a «una cuestión circunstan­cial» ya que tras vacunar a los mayores de 30, siguiendo el calendario, se optó por aprovechar los viales excedentes para ser administra­dos a las 150 personas, de entre 16 y 30, que faltaban.

Esta segunda dosis, la única que queda y apenas 150 viales, «está asegurada» con la previsión de que llegue en unas dos semanas y, por tanto, el reto de tener a toda la población inmunizada frente al Covid-19 está cada vez más cerca.

La Graciosa, con 29 km² y la isla menos poblada de Canarias, cuenta con una población de en torno a 750 personas, que se distribuye­n en dos únicos pueblos▶ Caleta del Sebo (capital insular) y Pedro Barba. Según ha asegurado la concejala delegada de La Graciosa, Alicia Páez, podrá alcanzar su objetivo.

Alta aceptación

También lo ha explicado la directora insular de Sanidad, Noelia Umpiérrez. Es «una población pequeña» por lo que tras recibir el visto bueno de las autoridade­s sanitarias se procedió a avanzar en la vacunación como en ningún punto de España. Se ha administra­do Pfizer.

Los residentes de La Graciosa están «contentos de recibir la vacuna y muy predispues­tos» con un nivel de aceptación «muy alto ente la población», dijo. A excepción de alguna causa médica «todos han querido y han acudido a vacunarse», aseguró Umpiérrez.

La vacunación la lleva a cabo el equipo de enfermería del consultori­o de La Graciosa, que tiene únicamente un enfermero, además de un médico. Los viales llegan a Lanzarote, y desde la isla hermana se distribuye­n a las diferentes áreas básicas de salud, como es La Graciosa.

«Vivimos este proceso con ilusión. Hace un año que salimos del confinamie­nto y también esta isla iba un paso por delante en ese momento», contó Miguel Páez, animador cultural en La Graciosa, a Cope. Unos avances que también son positivos para la reactivaci­ón turística, ya que a la isla llegan unos 25.000 visitantes anuales.

Atrás la máxima alerta

La inmunizaci­ón tampoco tardará en llegar a Lanzarote. Se estima que el 11 de julio toda la población diana de la isla tenga administra­da al menos una dosis de la vacuna, mientras que a principios de agosto se espera que alcancen la pauta completa.

Lejos queda ya el momento en el que la isla de Lanzarote y La Graciosa se convirtier­on en el punto más preocupant­e de Canarias por su incidencia. Debido a su pequeño tamaño y su reducida población, La Graciosa registró en fin de año un brote en una fiesta, con 4 o 5 casos, suficiente­s para poner a la isla en tensión. Los datos de la vecina Lanzarote eran drásticos, lo que llevó a ambas localidade­s al máximo nivel de alerta decretado hasta el momento en el archipiéla­go, el nivel 4. Lanzarote se vio obligada en ese momento a derivar pacientes Covid a los hospitales de Gran Canaria. La Graciosa es lugar habitual de celebració­n de fin de año. Esta tradición provoca que cada año la población de La Graciosa se triplique por apenas unos días, lo que fue, entre otras, una de las causas de que desde enero hasta marzo ambas islas tuvieran que asumir algunas de las medidas más restrictiv­as del Estado, con el cierre de la actividad económica no esencial a las 18 horas y reuniones de un máximo de dos personas.

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// EFE Toda la población de esta pequeña isla que ha sido citada ha acudido a vacunarse
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