ABC (Andalucía)

Morata, Gerard y nueve más

La entrada del delantero del Villarreal enriqueció el ataque español; pese al fallo del penalti, fue el jugador más creativo

- HUGHES

En su debut, España exhibió importante­s virtudes, pero el fútbol le quedó demasiado urgente. Le faltaba temple, pausa, y el surgimient­o de la individual­idad sobre una correcta idea de grupo. Esto lo aportó Gerard Moreno. España perdió la simetría arriba, pero ganó mucho más. A la nana culé del medio y del inicio (momento uno) y al canal frenético cholista (momento dos) añadió un tercer instante con Gerard. El fútbol se hizo menos directo, menos rectilíneo y previsible y adoptó con él perspectiv­as oblicuas y, sobre todo, otro tiempo, una meditación, una trama, una maduración pensativa de la jugada.

El impacto de Gerard fue enorme. Alteró el juego y ofreció de todo▶ un vértice de pausa al triángulo de Koke y Llorente, pases desde la banda, llegadas al segundo palo, balón parado, comparecen­cias al remate, intentos de regate, por fin, el ‘uno contra uno’ y, en general, una dirección del ataque. Se puede decir que Gerard Moreno dirigió con su materia gris un ataque español que era todo furia y verticalid­ad presionant­e y cabizbaja.

Se complement­ó con Morata. Normalment­e, el segundo punta o el extremo buscan al nueve. Aquí no. Morata roba, como nueve toro, nueve furioso, y una vez que roba busca a Gerard para que piense él la jugada.

Así llegó el gol. Gerard, una vez recuperada la pelota, buscó el centro y al nueve.

Se está queriendo ver en Morata otro Cardeñosa. La Eurocopa es la carrera de Morata por no serlo. Se le quiere insertar a la fuerza en la tradición fatídica de Julio Salinas, y él se balancea en el alambre. Huye de su sino. La selección de Luis Enrique es alcoyana, y tiene un empecinami­ento que se hace fútbol en Morata. No hay que olvidar que cuando empezó, el delantero acudía con fe a las urgencias milagreras de las remontadas del Madrid, y que sobre esa mentalidad ha recibido dos másteres de cabezonerí­a (y no como otras y otros): Simeone y Luis Enrique.

¿No es como si el bombo de Manolo se hubiera hecho futbolista? ¡El bombo machacón hecho nueve! ¡España! ¡Mo-ra-ta!

Morata es el tono físico y psicológic­o de la selección. Para lo bueno y para lo malo. Sin él, ¿qué hay?

Morata es el erre que erre, la clave moral, y Gerard Moreno la inteligenc­ia del juego. Enriqueció el ataque español, pero no como nueve, sino como segundo punta. Apareció con él el elemento individual, la trama personal y con su zurda dio a las jugadas otra duración, otra intención más allá del correr, correr, correr… Un equipo necesita diagonales y él no dejó de intentarla­s.

El fútbol nacía tocado en corto en la izquierda, se balanceaba para la derecha hacia la carrera de Llorente, y desde Gerard regresaba de nuevo a la izquierda o al área terminando de dibujarse la Z de la jugada.

A las flechas de la pizarra de Luis Enrique, Gerard, solo con estar, añadió

Desde su posición en la banda derecha, aportó pases, llegada al remate, diagonales, dio el pase del gol y provocó el penalti

otras nuevas y un escalón intermedio y propio en la media punta. España necesitaba además ese medio segundo de tenerla en el pie y de reflexión personal.

Gerard y Morata protagoniz­aron el gol y protagoniz­aron juntos el fallo del penalti▶ primero uno, después el otro a puerta vacía. Se hicieron pareja, sociedad. Pero aunque pudiera verse un retorno del fatalismo en ese fallo, el debate nacional saltará probableme­nte a otra cosa, a otra parte del campo. Segurament­e a Laporte y su blandura con Lewandowsk­i en el gol polaco. Luis Enrique puede tener problemas para justificar su elección, pero hay un problema mayor. Los centrales son finos, pero no expeditivo­s; y el nueve ‘cuerpea’ pero tiene la mirilla regular. Es como si España tuviera las virtudes contrarias en cada parte del campo. Central delicado, nueve tosco. Quizás sea un producto de la inversión de valores de nuestro fútbol, proceso iniciado hace décadas. España mostró una peligrosa debilidad atrás, en el uno contra uno, y también en conjunto.

Cuando Gerard se fue en el minuto 67 había dado un gol y provocado un penalti. Poco había hecho España que no fuera suyo. Pero llegaron los cambios y con ello la idea inicial perdió fuerza, como de costumbre. En las segundas partes, el equipo se deshace, se introducen demasiadas novedades demasiado pronto. Los cambios son, de nuevo, un retorno a la explosión física y al reparto de responsabi­lidades. A la frescura escaqueant­e e indistingu­ible. Tendrá que ser Morata, Gerard Moreno y nueve más.

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// REUTERS Lewandowsk­i celebra su gol en La Cartuja
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