La Atención Primaria agoniza sin un plan para reflotarla
Trabajadores de los centros de salud de todo el país coinciden en la falta de apoyo por parte de la Administración En España hay 0,76 médicos por cada cien mil habitantes, lejos de 2,63 o 1,42 de los vecinos Portugal y Francia
Los centros de salud arrastran un déficit presupuestario y de personal desde hace más de una década
En España hay 0,76 médicos por cada cien mil habitantes, lejos del 2,63 o el 1,42 de Portugal y Francia
Los sanitarios exigen a Sanidad que cumpla su promesa de trazar una estrategia
Son el muro de contención entre la ciudadanía y los hospitales. Resuelven el 90 por ciento de los problemas de salud y forman la base del Sistema Sanitario español. Pese a haber trabajado en primera línea de batalla contra el coronavirus, los centros de Atención Primaria, que arrastran un déficit presupuestario y de personal desde hace más de una década, son los grandes olvidados en esta pandemia. Los médicos de Familia y las enfermeras se sienten abandonados y coinciden en la necesidad de demandar a todas las administraciones un plan de acción que invierta su delicada situación.
En España, según los últimos datos disponibles publicados por Eurostat, en 2017 había 0,76 médicos de Atención Primaria por cada cien mil habitantes, una cifra que apenas ha crecido desde los 0,73 de 2008. Solo algunos países europeos como Polonia, Grecia, Bulgaria, Eslovenia, Hungría y Letonia tienen tan pocos médicos por cada habitante. Portugal, que en una década pasó de 1,85 a 2,63 médicos, encabeza el ranking, y otros países del entorno como Francia cuentan con 1,42.
Para el presidente de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), Antonio Fernández Pro, la pandemia pilló a la Atención Primaria en una situación «bastante precaria, de recortes continuos, con personal y medios insuficientes». Con la expansión del virus, a su trabajo han tenido que añadir, según enumera, «el diagnóstico de la enfermedad, las secuelas que todavía hoy son las grandes desconocidas, los duelos patológicos que ha dejado la pandemia y, más recientemente, la vacunación masiva». En su opinión, para cambiar esta tendencia hace falta poco: «Voluntad política, valentía para hacerlo y presupuesto».
Desde la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF), estiman que harían falta alrededor de 9.500 médicos de forma inmediata para igualarlos a la media europea.
«Hay una sobrecarga asistencial brutal, no se puede atender a los pacientes bien con una demora tan tremenda», cuenta a ABC Fernando Hontangas, responsable de sanidad de CSIF. Coincide con muchos médicos en que la capacidad de resolución de la Atención Primaria se incrementaría si se solucionara la ingente cantidad de procedimientos burocráticos que tienen que atender. Los tiempos les hacen recibir en un mismo día entre 70 o incluso 80 pacientes, con una gran demora en la lista de espera en algunas comunidades autónomas.
Medicina «de supervivencia»
Para María Justicia, médico de Familia y responsable de Atención Primaria del sindicato Amyts, estos profesionales se enfrentan cada vez más a una «medicina de supervivencia». Después de casi 30 años trabajando, reconoce que nunca ha asistido a un deterioro tan contundente como el que ahora les sobrevuela, y pone un ejemplo reciente: de los 223 médicos de Familia que han acabado su residencia en la Comunidad de Madrid este año, solo 17 de ellos han firmado un contrato en Atención Primaria; en cuanto a los pediatras, han sido 5 de 78.
«Las condiciones, la sobrecarga asistencial, el tipo de contrato y el sueldo no es nada atractivo», reconoce. Aunque comprende el éxodo, la mayoría de las veces fuera de España, se pregunta cómo podría sobrevivir el Sistema Nacional de Salud «sin uno de sus pilares»: «Si se cae, lo hará también el sistema entero», apunta.
Las enfermeras también han sido testigos privilegiadas del lento deterioro del sistema. «Antes de la pandemia ya teníamos una escasez de 15.504 puestos de trabajo», cuenta María José García, secretaria general técnica del sindicato Satse. Muchas se están ofreciendo a ayudar en la campaña de vacunación en su tiempo libre, y a sus tareas anteriores, han sumado, en muchas regiones labores de rastreo, «sin dejar de atender a nuestros enfermos crónicos».