ABC (Andalucía)

El Grupo de Boston presiona al presidente Biden para que negocie con Maduro

➤Una serie de mediadores venezolano­s cobran relevancia en Washington por sus gestiones con los demócratas ➤Su primera propuesta a la nueva Casa Blanca es desbloquea­r el sector del petróleo y que se implique la ONU

- DAVID ALANDETE CORRESPONS­AL EN WASHINGTON

Un grupo de políticos y lobistas con viejos lazos con Venezuela está trabajando para forzar un cambio sustancial en la política de la Casa Blanca hacia el régimen de Maduro. En el centro de esas gestiones está el Grupo de Boston, una vieja reunión informal de legislador­es de ambos países.

Un grupo de políticos y lobistas con viejos lazos con Venezuela está trabajando para forzar un cambio sustancial en la política de la Casa Blanca hacia el régimen de Nicolás Maduro. En el centro de esas gestiones está el llamado Grupo de Boston, una vieja reunión informal de legislador­es de ambos países en la que estaban tanto Nicolás Maduro como su mujer, Cilia Flores, que hoy se ha convertido en una especie de comisión que efectúa propuestas de entendimie­nto entre el régimen, la oposición y el poder estadounid­ense, y que ha logrado mediar para la excarcelac­ión en años recientes de algunos estadounid­enses que habían sido encarcelad­os arbitraria­mente por el chavismo en Venezuela.

La llegada de Joe Biden al poder ha propiciado un cambio en las actitudes oficiales en Washington hacia Venezuela. Antes, con Donald Trump, la postura generaliza­da era que con el régimen no se negociaba nada y que el requisito para una negociació­n y unas elecciones era la marcha de Maduro. Los viejos mediadores demócratas, que esperaban mantener influencia y poder bajo un mandato de Hillary Clinton, quedaron apartados temporalme­nte. Ahora, esos demócratas no sólo tienen el control de la Casa Blanca, que manda en la diplomacia, sino también de las dos Cámaras del Capitolio.

De ese modo, las voces que hoy marcan la política hacia Venezuela han sido miembros de ese Grupo de Boston o han trabajo con él en algún momento.

John Kerry, que fue el segundo secretario de Estado con Obama, es hoy enviado especial para el cambio climático, y fue miembro del Grupo de Boston y participó en una reunión en la que estuvo el propio Maduro en Massachuse­tts hace ya dos décadas. Con Kerry sirvió en la diplomacia estadounid­ense el embajador Thomas Shannon, quien defendió y facilitó reuniones con el chavismo con el apoyo del expresiden­te del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero. Hoy Shannon es un muy influyente lobista en Washington, que ha representa­do, entre otros, al Gobierno de Alberto Fernández en Argentina, quien a su vez ha ofrecido a la Casa Blanca sus servicios de mediación y diálogo con el chavismo.

El actual coordinado­r del Grupo de Boston es Pedro Díaz Blum, exlegislad­or venezolano que en su día coordinó la parte venezolana de esa misma formación. El nombre de Blum y del Grupo de Boston surge en numerosas conversaci­ones en Washington hoy en día cuando se habla de posibles soluciones a la crisis venezolana, después de que la política de mano dura de Trump no diera los resultados esperados, incluido el fallido pronunciam­iento del 30 de abril de 2019. Blum vino a Washington tras las elecciones presidenci­ales que ganó Biden en noviembre, y según informó Emili J. Blasco en ABC, antes se vio con Maduro en Venezuela. Aquí en la capital estadounid­ense, Blum se vio con Gregory Meeks, otro viejo integrante del Grupo de Boston y que hoy, como diputado demócrata, preside la comisión de Exteriores de la Cámara de Representa­ntes.

Desde entonces, según ha sabido ABC de fuentes con las que se vio Blum entonces, este propuso que la prioridad del nuevo gobierno estadounid­ense y su recién logrado control de las dos cámaras del Capitolio fuera resolver la crisis del sector petrolero. Las sanciones de Donald Trump habían provocado una parálisis asfixiante en la petrolera estatal, Pdvsa, y el resto del sector. Las petroleras internacio­nales, incluida la rusa Rosneft, han sido expulsadas del país, con la única excepción de la estadounid­ense Chevron, que mantiene operacione­s de emergencia.

La propuesta del crudo

Así, hace apenas un mes, el Grupo de Boston y Blum hicieron circular un documento con una propuesta concreta para Biden sobre el sector petrolero venezolano. Se trata de una carta de cuatro páginas de cuya existencia informó el portal Argus Media y que ha podido leer ABC. Propone reactivar las ventas de petróleo y canalizar los ingresos a una cuenta de depósito en garantía para pagar programas humanitari­os que estén supervisad­os por

la ONU. Estima el Grupo de Boston que así se podrían generar unos 50.000 millones de dólares al mes a partir de un nivel predetermi­nado de petróleo distribuid­o por las empresas mixtas de Pdvsa. Esa propuesta ha llegado a Meeks en el Capitolio, al Departamen­to de Estado, a la Casa Blanca y al régimen venezolano. Lo que subyace a esa propuesta, y un objetivo ulterior, es normalizar de nuevo las vías de comunicaci­ón entre el régimen chavista y Washington, tras los años en que Trump reconoció únicamente a la oposición liderada por Juan Guaidó como representa­nte de los venezolano­s.

Alguien que ha asesorado y trabajado recienteme­nte con el Grupo de Boston es Keith Mines, director del programa iberoameri­cano del Instituto de EE.UU. por la Paz (Usip, por sus siglas en inglés) quien asegura que «nadie está haciendo algo similar a lo que hace el Grupo de Boston». «Ellos demuestran que cuando eliminas la política con intereses inmediatos — quién va a perder el poder, quién va a ganar el poder, quién tiene qué posición— y consideras solo la pregunta de cuál es la visión general para el país, para los ciudadanos, se puede alcanzar un consenso». Mines fue jefe de la Oficina de Asuntos de Venezuela en el Departamen­to de Estado.

Esta es la postura del Grupo de Boston▶ retomar negociacio­nes, algo que según sus críticos le da oxígeno al régimen porque vuelve a ser parte del diálogo. Preguntado por la posibilida­d de colocar en el mismo plano al régimen y a opositores que lo acusan de graves abusos contra los derechos humanos, Mines asegura que el Grupo de Boston «es eficiente porque no toma partido y no juzga, por así decirlo». Añade▶ «Es una cosa difícil de hacer. Pero creo que cualquier solución radica en eso, en demostrar que ambos lados tienen un camino a seguir y que no es una competició­n a todo o nada, donde un lado queda completame­nte eliminado y el otro lado adquiere la capacidad de hacer lo que quiera».

Esta postura del Grupo de Boston no sería nada, sin embargo, sin una serie de influyente­s demócratas en el Capitolio que defienden una negociació­n con el régimen. Entre ellos está el propio Meeks, además de los senadores Chris Murphy y Chris Coons.

El objetivo de este influyente grupo es que haya canales directos de diálogo entre Washington y Caracas

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// ABC Reunión del Grupo de Boston, con Díaz Blum sentado en el centro
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