UN SUPERORDENADOR PARA ESCUDRIÑAR A LOPE DE VEGA
Las nuevas tecnologías están revolucionando las investigaciones literarias, agilizando el trabajo filológico y ofreciendo nuevos datos para el estudio
Hay un superordenador en Austria que ha leído el teatro de Lope de Vega. Y el de Calderón de la Barca. Y el de Tirso de Molina. Y el de tantos otros autores del Siglo de Oro español, más o menos conocidos. A estas alturas apenas tarda unos segundos en coger una obra, ya sea impresa o manuscrita, y transcribirla. ¡Unos segundos! Parece imposible, pero es tecnología. Y está cambiando lo que conocemos de la literatura.
«Es una maravilla, porque antes podíamos tardar semanas en transcribir una obra. Era una de las labores más desesperantes para los filólogos», cuenta al otro lado del teléfono Álvaro Cuéllar, que es doctorando en la Universidad Kentucky. Durante el confinamiento, él se empeñó en entrenar a una inteligencia artificial para ‘enseñarle’ a leer los manuscritos e impresos del Siglo de Oro, y ahora Transkribus, que así se llama el juguete, es capaz de coger un documento, transcribir el texto, modernizarlo y homogeneizarlo según las normas ortográficas actuales, posibilitando así su análisis informático. Y a golpe de clic. Casi nada.
Para entender la importancia de este hito hay que retroceder hasta hace cuatro años, cuando Cuéllar empezó a colaborar con Germán Vega, de la Universidad de Valladolid, en el proyecto ETSO, que son las siglas de Estilometría aplicada al Teatro del Siglo de Oro. Esta técnica consiste en analizar computacionalmente una obra literaria para detectar la huella estilística de un literato. Es algo muy útil cuando estamos, por ejemplo, ante un anónimo o una autoría dudosa. La estilometría es capaz de comparar un texto dado con un corpus, y enseñarte las afinidades más fuertes de ese texto con el resto. Así se puede saber si algo que está firmado por Lope de Vega es realmente de él o no. O si una obra es de esta etapa o de esta otra. Pero no se trata de fijarse en el léxico clave de un autor, en sus dejes, sino en algo mucho más fino en cómo cada escritor, y también cada uno de nosotros, utiliza determinadas palabras, desde preposiciones hasta verbos, en proporciones distintas, sin darse cuenta. El que sí se da cuenta es el ordenador, capaz de analizar en segundos millones de palabras y establecer semejanzas de estilo.
Decenas de hallazgos
Para que esto funcione, claro, es necesario disponer de un corpus de textos cuanto más grande mejor. Antes de la pandemia, en ETSO manejaban unas mil obras del Siglo de Oro. En un año, y gracias a Transkribus, han logrado aumentar esta cifra hasta las 2.728 obras, que corresponden a más de 350 autores. Es un cambio sustancial. «En los próximos meses nos espera el anuncio de decenas de hallazgos autoriales, que pueden hacer temblar lo que dábamos por seguro sobre el Siglo de Oro», promete Cuéllar.
Ahí va un avance. Gracias a este crecimiento, Germán Vega ha revolucionado el campo de las atribuciones a Lope de Vega. Hasta ahora, y partiendo de los estudios del siglo pasado de los investigadores Morley y Bruerton, basados fundamentalmente en la métrica, creíamos que había 342 comedias que casi con total seguridad eran de Fénix de los Ingenios. El análisis estilométrico ha confirmado la autoría de 333, y ha puesto en sospecha la de 9. Entre ellas, la de la primera comedia conservada del autor, ‘Los hechos de Garcilaso de la Vega’, que a todas luces no es suya. Así avanza el saber.
Por si fuera poco, también ha ocurrido lo contrario. Germán Vega ha conseguido confirmar nuevas autorías de Lope en obras que estaban firmadas por otros dramaturgos, como ‘La mujer por fuerza’, que en 2013 se representó en el Teatro Fernán Gómez como si fuera de Tirso de Molina, pero que al final resultó ser de Lope. En total, y analizando hasta los textos menos probables, este profesor ha reconocido 358 comedias de Lope. «Son más de las que normalmente se le atribuyen», asegura a ABC. Las conclusiones de su investigación se publicarán próximamente en la revista ‘Talía’.
Los resultados de la estilometría no son suficientes por sí mismos, y necesitan una investigación filológica pos
El análisis estilométrico ha puesto en duda la autoría de la primera comedia de Lope: ‘Los hechos de Garcilaso de la Vega’
terior para confirmarlos, pero proporcionan pistas indispensables para cualquier estudioso. «Ha sido un salto importantísimo. La comparación que puede hacerse es la de aquel médico que tenía muy buen ojo, muchísima experiencia y una gran formación, pero que no contaba con los análisis de sangre. Las nuevas tecnologías nos permiten tener en la mano el análisis de sangre de un texto literario», resume el catedrático de literatura española Javier Blasco, otro experto en la materia. Él, por cierto, ha detectado que Diego Hurtado de Mendoza, quien tenía la biblioteca más importante de Europa en el siglo XVI, dibujaba su firma igual que hacen los ágrafos. ¿Es que no sabía leer ni escribir? Puede ser, o no, pero es raro: hay muchos secretos escondidos en las letras. «Tenemos que reescribir la historia de la literatura», sentencia.
Más allá de la estilometría y la transcripción automática hay muchas herramientas que están cambiando la vida de los filólogos. Como un programa que puede comparar dos ediciones del mismo libro y ver las diferencias. O una máquina capaz de analizar la métrica del ‘Cancionero de Baena’ en dos tardes. «Con las nuevas tecnologías podemos saber mucho más en menos tiempo, pero hay que dominarlas, porque los ordenadores son absurdamente literales», asevera José Manuel Fradejas, catedrático de filología románica.
Fotografía espectral
Una de las aplicaciones más sorprendentes de la tecnología en la investigación del Siglo de Oro la ha protagonizado Sònia Boadas, profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona y miembro del grupo de investigación Prolope, que entre 2018 y 2020 estuvo escudriñando los autógrafos de Lope de Vega en el marco del proyecto Theatheor en la Universidad de Bolonia. Estos manuscritos tenían páginas pegadas, manchas de humedad, tachaduras… Por eso necesitó varios dispositivos para leerlos por completo. Utilizó técnicas como la fotografía espectral y la espectrometría, lo que le permitió identificar tintas y hasta ver qué había debajo de las tachaduras de estos textos. Es el caso del final del segundo acto de ‘La niñez del padre Rojas’, donde hay más de veinte versos que eran ilegibles por las tachaduras. «No sabíamos qué había ocurrido allí y quién los había eliminado. Descubrirlo fue uno de nuestros pequeños logros», cuenta Boadas.
El gran hallazgo es saber que esas correcciones eran de un censor, Pedro de Vargas Machuca. ¿Cómo lo sabemos? Porque la concentración de zinc en la tinta de los tachones coincide con la de la tinta de la licencia de representación de la obra. «Utilizamos un espectómetro que utiliza la técnica de la fluorescencia de rayos X, lo que permite analizar la composición química de una zona concreta de un manuscrito, y que permite ver si hay diferentes tintas en un mismo papel», explica la investigadora. Este método le ha permitido confirmar, además, que el final de ese acto fue reescrito por el director de la compañía teatral.
Y otro descubrimiento, por si fueran pocos: Boadas ha constatado que ‘Las bizarrías de Belisa’, manuscrito que se custodia en la Biblioteca Británica, es el borrador autógrafo de una comedia, el único que se conoce de Lope de Vega. «Es un documento de trabajo en el que Lope ampliaba, reescribía y corregía sus versos. No es un documento para vender a un director de compañía», precisa. Esto nos permite completar el proceso de redacción del genio. Primero esbozaba un plan en prosa, una suerte de resumen de la acción de la obra, después lo desarrollaba en verso en un borrador, y por último lo pasaba a limpio para poder vender la obra, aunque siempre revisaba esta última versión. De hecho, había veces en las que Lope vendía una comedia y, más tarde, la recuperaba y corregía algún fragmento. Hasta el momento se creía que, al vender un texto, se desentendía para siempre de él.
Ahora la intención de Boadas es construir una gran base de datos de autógrafos teatrales del Siglo de Oro para seguir desvelando sus secretos. «Me encantaría ampliar el estudio al ámbito de todo el teatro del Siglo de Oro. Poder estudiar a Calderón, o a Tirso, y ver qué podemos descubrir de esos documentos y de su proceso de redacción. Estamos en un momento muy bonito, de revolución tecnológica en las investigaciones literarias», remata.