La cuadratura del Cercle
Lo sorprendente es que no se recordara a la burguesía catalana, como sí hizo el Rey, la necesidad de acatar el orden constitucional
‘Performativo’ no es un concepto que esté en el diccionario de la RAE, pero es un término de amplia utilización en Lingüística y Sociología. Su uso más común dice que ‘performativo’ sería algo que por el solo hecho de ser nombrado se convierte en acción. Por ejemplo, la expresión ‘yo juro’ sería ‘performativa’. En política también se emplea para referirse a una acción que no explicita nada, pero cuya mera ejecución manifiesta un propósito. El Gobierno de Pedro Sánchez, desde su inicio en junio de 2018, ha recurrido a ‘performances’ para imponer su agenda. Por ejemplo, el discutible uso del Falcon para ir a ver un concierto de ‘The Killers’ dejó en claro a todo el mundo que el recién llegado utilizaría todos los recursos y símbolos del poder ejecutivo, incluso para abusar de ellos. La idea era asentar el ‘presidencialismo’ de Sánchez en una ventana de oportunidad cuyo tamaño se desconocía.
La Moncloa ha tenido cuidado a la hora de acompasar la acción ejecutiva y la ‘performativa’. Sin la dimensión ejecutiva, la performance se convierte en pura teatralidad. La acción performativa de la semana pasada fue la reunión del Cercle d’Economía y su toma de posición a favor de los indultos. La ejecutiva la veremos esta semana cuando el Consejo de Ministros los apruebe.
No fue sorprendente la posición del Cercle d’Economía, como no lo es la manipuladora campaña contra las instituciones por el procesamiento de Andreu Mas-Colell por una presunta malversación de dinero público. Nada de eso es novedad. La historia del ‘procés’ no es que la burguesía y la intelectualidad catalanas fueran arrastradas al separatismo por un pueblo esclavizado ni por los ‘extremistas’ de la CUP, los hechos indican que las cosas ocurrieron al revés. Primero lanzaron la chispa del ‘Espanya ens roba’ y cuando se les demostró que era mentira, la pradera estaba en llamas.
Lo sorprendente es que nadie insistiera en el Cercle en la necesidad de acatar el marco constitucional y estatutario vigente, la olvidada seguridad jurídica. Creo que el que estaba en mejor posición de hacerlo –hubo un ramalazo de que intuía que ese era el camino– era el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, quien se metió en un lío que ha dividido profundamente a su organización. «No todo vale por 70.000 millones», le han dicho en casa. También podía haberlo hecho Pablo Casado, pero entiendo que el líder de la oposición estuviera más interesado en justificar su negativa a los indultos.
En definitiva, lo llamativo es que nadie tuviera en cuenta el carácter ‘performativo’ de la reunión del Cercle. Si Casado o Garamendi lo hubieran tenido presente, quizá habrían acudido con otro talante. Yo, por ejemplo, les hubiera puesto a Javier Faus, a Jordi Gual y al conde de Godó el mensaje del Rey del 3 de octubre de 2017, al comienzo y al final de mi intervención. Aunque le fastidiara a Jaume Giró. jmuller@abc.es