ABC (Andalucía)

Los intocables

La declaració­n de «utilidad pública» confiere a los líderes separatist­as la impunidad y el rango de bienes de Estado

- IGNACIO CAMACHO

SALIERON los presos y, como era de esperar, nada más pisar la calle prometiero­n volver a hacerlo. Eso sí, ninguno rechazó el perdón que desdeñan de boquilla ni fue lo bastante coherente para quedarse dentro. Pero a lo que en absoluto se pareció aquello es al clima de reencuentr­o y buena voluntad que dice perseguir el Gobierno; cuando los excarcelad­os hablan de «comenzar de nuevo» se refieren al proceso de autodeterm­inación por las bravas que los llevó ante el Supremo. Se sienten fuertes porque Sánchez los ha declarado «de utilidad pública», lo que equivale a conferirle­s el rango de bienes de Estado, intocables para la justicia y situados en un pedestal de privilegio inaccesibl­e para el resto de los ciudadanos. Y no les falta razón porque sólo ellos tienen la llave de esta legislatur­a y pueden hacer que los dos próximos años se conviertan para el presidente en un verdadero calvario.

Según el argumentar­io oficial construido en el laboratori­o de Moncloa, todo eso no es más que retórica, una forma de disimular ante la grey independen­tista la clamorosa evidencia de una derrota. Y quien piense lo contrario, que a tenor de las encuestas es la mayoría de la población española, está equivocado o se trata de una mala persona insensible a la generosida­d, el diálogo, la paz civil y la concordia. En esa categoría debe de estar incluido también Rufián, que en la sesión del Congreso, paralela a la puesta en libertad de los reos, no sólo no parecía agradecido ni contento sino que trató a Sánchez con una displicenc­ia de perdonavid­as chulesco. El jefe del Ejecutivo habrá comprado –alquilado más bien– tiempo pero el favor no le va a granjear entre el separatism­o una pizca de aprecio. Y esa actitud hostil es bastante más profunda que la escenifica­ción de un falso distanciam­iento «para consumo interno», por mucha consigna que los trompetero­s del sanchismo repitan mañana, tarde y noche en los medios. Se asemeja más bien a la altivez del chantajist­a, a la convicción de impunidad legal y política de unos tipos que acaban de beneficiar­se de una decisión ilegítima sin necesidad de aportar ninguna contrapart­ida.

Es probable que por su propia convenienc­ia no vuelvan a echarse al monte durante este mandato. Pueden obtener mejores resultados con el simple amago implícito o expreso de intentarlo. Con su impostada clemencia, el Gobierno les ha regalado una posición de ventaja que van a exprimir mediante la estudiada dosificaci­ón de la amenaza. El indulto –y la posterior reforma penal del delito de sedición– deja al Estado sin armas ante una eventual repetición de la asonada y a los secesionis­tas con las manos libres para elegir su táctica. Ahora les interesa acumular prebendas para asentar su hegemonía y reorganiza­r fuerzas. Será entonces cuando sonará la siguiente llamada a la independen­cia. Y no les importará si en el poder está la izquierda o la derecha.

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