¡Gracias, profe!
Esta semana termina el curso escolar y miles de profesores se irán al paro. Al parecer, ya no hay presupuesto para afrontar los ‘contratos Covid’.
Sin duda alguna, los últimos dos cursos han sido muy complicados para los alumnos y sus maestros. Primero por el confinamiento, y luego por los protocolos Covid.
Al principio, ambos han tenido que adaptarse a un aprendizaje en la distancia, encerrados en casa, frustrados por no jugar y compartir, por no salir a la calle. De manera forzada se vieron inmersos en una nueva manera de relacionarse, y de aprender, en un entorno totalmente digital. Este año tocó convivir con cuarentenas de clases, sufrir la triste pérdida de sus abuelos y convivir con las normas de prevención de la pandemia (mascarillas, geles, temperatura, etcétera). Dicha situación ha llevado a que los maestros, además de su labor de educadores, se hayan convertido en psicólogos, animadores y creativos para compensar las carencias de sus alumnos. Y sin horarios.
Sin embargo, apenas hay un reconocimiento a tal esfuerzo. En la actualidad nos quejamos de que estamos yendo hacia una sociedad sin valores, pero si no respetamos y apoyamos a quienes educan a los que van a dirigir el mundo en unos años, todos seremos responsables del fracaso.
Si queremos avanzar en la construcción de una sociedad más justa es fundamental que exista una consideración social hacia el trabajo de los maestros.
MARÍA SANTOS GARCÍA VALENCIA