Solo nos falta el beso

El beso lleva prohibido desde hace dos primaveras, con normativa de alejamiento y mordaza de mascarilla

Ahora que ya tenemos indultos, sólo nos falta para la completa felicidad el beso. No digo yo el beso entre Junqueras y Sánchez, que también, sino aquel beso que eternizó el poeta: «Hundo mi vida en tu boca». Porque más allá o más acá de los presos de premio, entre el tarifazo y la vacuna, nos hemos privado del beso de amantes, que siempre ata o desata algo en la pasión. El beso, ese beso, lleva prohibido desde hace dos primaveras, con normativa de alejamiento y mordaza de mascarilla. De modo que venimos siendo unas momias. En el beso va la información del deseo, y el beso lo hemos dejado pendiente, con lo que la lujuria enrama, de momento, con la gimnasia y el cariño con el saludo.

La otra mañana me contaba una Afrodita de la tele que por fin había besado a su hermana, tras un año, y otra hermosa de plató me confesaba que ha vivido hasta anteayer mismo en la abstinencia sexual, bajo culpa de la pandemia, porque el sexo sin beso es un rodeo del pilates, y mejor no perder para eso una hora de sueño. «¿Quién, en el beso, termina el beso?», arriesgó otro poeta. No sabemos quién acaba ahora el beso, porque el beso lleva sin empezar mucho rato. Y ya toca. Han pasado muchas cosas, en un año.

En Madrid tenemos nueva presidenta, aun siendo la misma. En los recibos de la luz se recoge un atraco, con más IVA, o menos. La Navidad cundió sin cuñados, y el emérito aceptó Abu Dabi como segunda residencia. Estamos a un soplo de incluir la condición de facha, o comunista, en el nuevo deneí, y la política, en general, es una taberna que va al Congreso. Pero la noticia mayor de toda esta temporada es que voló el beso. Nos vamos vacunando para no pillar el Covid, y para besar al fin hundiendo la vida en una boca amada. Lo de siempre, pero más. Lo de antaño, pero con futuro de furia. Mientras vemos cómo ensaya Sánchez un modo del beso, con dar indultos a los chicos del ‘procés’. Que van ya saliendo a la verbena de San Juan como unos novios de sí mismos.