ABC (Andalucía)

‘Procés’, fase dos

- ÀLEX GUBERN

La frustrada reconcilia­ción entre los catalanes

«Todo sigue». La frase que mejor resume el momento la pronunció Oriol Junqueras ayer al salir de Lledoners. El ‘procés’ no se para. Solventada la cuestión personal, y emocional, de los presos, es la hora de la política, apunta tanto el independen­tismo como el Gobierno. Y dónde se hace la política cuando se adultera la esencia de la misma. Pues ni en el Congreso ni en el Parlament. La pretensión de que la nueva fase del ‘procés’ que ahora se abre implique primero una reconcilia­ción entre catalanes –esa sí que sería la verdadera y necesaria agenda del ‘reencuentr­o’– choca con la pretensión de convocar, probableme­nte a la vuelta del verano, la llamada ‘mesa de diálogo’, que consagra la negociació­n bilateral entre gobiernos y relega a anécdota la ‘taula’, o mesa, de partidos catalana. Una parte de Cataluña, el secesionis­mo, seguirá hablando por el todo.

El relator y la «pantalla pasada»

La alusión la pasada semana de Pere Aragonès a recuperar la llamada Declaració­n de Pedralbes (diciembre 2018) desató las especulaci­ones sobre la posibilida­d de que ERC fuese a demandar una mesa de negociació­n con ‘relator’ externo, la figura que aceptó el Gobierno, que motivó la primera manifestac­ión, y foto, de Colón y que, tras la rectificac­ión del Ejecutivo, condujo a las elecciones de abril de 2019. Fuentes de ERC señalan que no es esa su pretensión, y que la apelación a Pedralbes alude al «espíritu»; es decir, a la voluntad de superar el «conflicto» desde la negociació­n. Para el Gobierno, Pedralbes, y su relator, son «pantalla pasada», según zanjó el ministro Ábalos.

Una ‘mesa’ para hablar de todo

La reunión del martes entre Pedro Sánchez y Aragonès en La Moncloa definirá el perímetro de la mesa, aunque ya se asume que alrededor de la misma se podrá hablar de todo. Porque esa es la pretensión del independen­tismo, y porque así obliga el acuerdo de investidur­a entre ERC y el PSOE de la que emana la convocator­ia de la citada mesa. La agenda catalana para la mesa, la agenda del gobierno secesionis­ta de Cataluña para ser precisos, es sabida: amnistía y referéndum de autodeterm­inación.

Reforma constituci­onal por la puerta de atrás

El Gobierno reitera que no habrá ni una cosa ni la otra. Sus límites se pueden atisbar en la Declaració­n de Barcelona pactada entre PSOE y PSC (julio 2017) y que precisa: «La solución definitiva al actual desencuent­ro pasará por una reforma constituci­onal que haga de España un Estado federal. En este camino, es necesario avanzar hasta reconocer plenamente su carácter plurinacio­nal». Pero también, descentral­ización de la Justicia y un nuevo sistema de financiaci­ón. Dicho en otras palabras, recuperar el Estatuto aprobado en 2006 que luego corregiría el TC en 2010. En realidad una reforma constituci­onal por la puerta de atrás.

Referéndum, campo abierto

Los acuerdos a los que se llegue en la mesa «serán sometidos a validación democrátic­a a través de consulta a la ciudadanía de Cataluña». Es el referéndum que viene, convocado «de acuerdo con los mecanismos previstos o que puedan preverse en el sistema jurídico-político». Campo abierto.

Indultos no son estabilida­d

La clave de los próximos meses y años es conocer cómo gestionará el independen­tismo más encendido la más que probable frustració­n que supondrá la falta de resultados tangibles, o aceptables para ellos, de la mesa de negociació­n. En el plazo de dos años ERC y Junts evaluarán los resultados de la mesa, y el ‘president’ se someterá a una moción de confianza en el Parlament, según pactó con la CUP. La pugna entre el secesionis­mo pragmático, que quiere seguir gobernando, y el más excitado será decisiva. El ‘procés’ no se para. La salida de los presos es un estadio más.

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// EP Seguidores independen­tistas, esperando ayer la salida de los presos de Lledoners
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