Cristiano Ronaldo y Benzema, decisivos
▶Francia y Portugal pasan a octavos con dobletes de ambos delanteros
Fue un enfrentamiento de infarto, vivaz, tenso, de adrenalina. Francia consiguió el primer puesto del grupo, pero fue engañoso. Mateu la empujó a hacerlo. Portugal fue tercera por un perjuicio que, de no sufrirlo, podía haberle dado el liderato y que la colocó como última durante unos minutos.
Los lusos realizaban un gran partido y mandaban en el marcador y en el césped con un gol de penalti de Cristiano, hasta que un regalo de Mateu Lahoz introdujo a los franceses en el encuentro al filo del intermedio. La ayuda fue perfecta. Benzema anotó el empate de un penalti que nunca existió y a los dos minutos del segundo tiempo firmó la segunda diana, al cruzar con arte un pase espectacular de Pogba.
Los hombres de Didier Deschamps tuvieron su peor primera parte del torno y el árbitro español les salvó con el invento de esa pena máxima que solo vio él. Mbappé entraba al área a cazar un balón aéreo y Semedo chocó con él, pero no fue un derribo. Si eso era «once metros» debería haber señalado diez. Benzema marcó desde el punto fatídico su primer gol de esta Eurocopa, su primer tanto con su selección desde agosto de hace seis años. Empataba con su amigo Cristiano, que había transformado antes otro penalti, muy claro, por un puñetazo de Lloris a Danilo en una salida a por uvas del guardameta.
Los franceses estuvieron descentrados ante el toque y toque luso durante medio encuentro. Los pupilos de
Deschamps perdieron los papeles y fueron amonestados Lucas Hernández y Griezmann. Pero Mateu les echó esa mano y parte de la otra. La campeona de Europa hace cinco años, era líder provisional en el grupo y el oxígeno que les inyectó Mateu significó que en cinco minutos pasaron a ser colistas de grupo y estaban eliminados. Nada podía ser más injusto. El Puskas Arena de Budapest, donde vivimos una noche de fútbol de verdad, presenció un duelo de infarto. Los sesenta mil espectadores en las gradas estaban estupefactos ante lo que sucedía. Cristiano había sido líder de grupo y veinte minutos después era el último. Todo se antojaba una locura.
Penalti tonto de Koundé
El balompié no podía ser tan injusto y Koundé cometió un penalti muy tonto, con un brazo levantado por encima de su cabeza, que Cristiano, con esa seguridad que tienen los astros, tradujo en una nueva igualada engañando otra vez a Lloris. El segundo acierto de Cristiano le convirtió en el máximo goleador histórico de todas las selecciones del mundo, con 109 dianas, las mismas que el iraní Ali Daei, que como comprenderán se había enfrentado a equipos de medio pelo.
Rui Patricio y la madera evitaron un gol de Pogba en un trallazo descomunal que Griezmann remató en el rebote para comprobar como el portero luso hacía otra parada tan excitante como la noche de fútbol que disfrutábamos en Budapest. Las dos selecciones se clasificaron. Era lo justo.