San Junqueras
Lo que ha conseguido Sánchez es digno de elogio
LA beatificación de Junqueras y su banda como mártires independentistas pide a gritos un elogio a Sánchez como el famoso de Isaiah Berlin a Comte: «Su grotesca pedantería, lo aburrido e ilegible de muchos de sus escritos, su vanidad, su excentricidad, su solemnidad, el patetismo de su vida privada, su dogmatismo, su autoritarismo, sus falacias filosóficas, todo lo que es raro en su carácter y escritos, no debe cegarnos para reconocer sus méritos». (Esto vale también para Luis Enrique). No hay que negar al sanchismo sus dones. Ha conseguido que algunos medios internacionales ponderen su esfuerzo por la concordia, que es como se le llama ahora a la bajada de pantalones, y su perfil de estadista. ¡Estadista! Y ha metido en el canasto a la Iglesia catalana, a los empresarios sumisos, a los tertulianos paniaguados y a los prescriptores a sueldo. Un tío que ha conseguido tapar su cambalache privado —tú la libertad, yo el poder—, y que ha vendido como puente para la convivencia unos indultos rechazados por el Tribunal Supremo y por la Fiscalía es, sin duda, un fenómeno. No sólo son merecedores de enaltecimiento los eruditos. También hay que saber reconocer a los truhanes excelsos.
Gracias a la gestión de Pedro Sánchez, España es hoy un guiñapo que somete a los inocentes y glorifica a los delincuentes. Si no fuera porque el Gobierno ha apaleado la división de poderes y ha regalado a los malos el argumento de que el Estado les oprimió —cuando un hombre pide justicia es que quiere que le den la razón, sentenció Rusiñol—, esto sería una comedia de Pajares y Esteso. El regreso de los presos a la cárcel tras los indultos para simular su liberación es una de las cimas del surrealismo. Un privilegio atropelló a otro privilegio. Pero nada es tan meritorio como la munificencia de Podemos, partido gubernamental, pidiendo disculpas a los condenados por el «suplicio» de estos años en chirona. Ojalá nos perdonen algún día los golpes que nos han dado. Pero, entretanto, reconozcamos las virtudes de Sánchez, creador del mártir San Junqueras y de la epopeya que machaca el manido adagio de Bismarck. Nadie ha estado tan cerca como él de lograr la destrucción de España. Un respeto a tan eximio traidor.