ABC (Andalucía)

Jaume Giró, ‘agente doble’ en la operación Infanta

El consejero de Economía de la Generalita­t se vio envuelto en los intentos de Manos Limpias de cobrar al menos dos millones de euros por retirar la acusación contra la Infanta Cristina, por entonces investigad­a en el caso Nóos

- JAVIER CHICOTE

Miguel Bernad, a Giró «Manos Limpias será prudente, sensata y responsabl­e para no perjudicar a la Jefatura del Estado»

La tarifa Los dos millones de euros que se suponía iba a pagar La Caixa se entregaría­n a través de un préstamo a un amigo de Miguel Bernad

El consejero de Economía del nuevo Gobierno de la Generalita­t, un nombre consensuad­o entre Lledoners y Waterloo, es el único periodista de España que decidió durante un lustro dónde invertir más de 500 millones de euros anuales en acción social, cultural y científica. Entre 2014 y 2019 estuvo al frente de la Fundación Bancaria La Caixa, la tercera más grande del mundo por volumen de activos –alrededor de 20.000 millones de euros–, donde tuvo como empleada a la Infanta Cristina. Acostumbra­do a los malabares en las batallas del poder político, económico y mediático y con el músculo financiero de la entidad financiera como arma, Giró se vio inmerso en un presunto chantaje que acaba de ser juzgado en la Audiencia Nacional, el de los líderes de Ausbanc –Luis Pineda– y Manos Limpias –Miguel Bernad–, a la espera de sentencia acusados de, entre otros delitos, organizaci­ón criminal.

El juez José Castro había conseguido enviar a juicio a la Infanta Cristina gracias a la acusación popular que ejercía en el caso Nóos el pseudosind­icato Manos Limpias, en concreto la abogada Virginia López Negrete, también a la espera de sentencia por los presuntos chantajes. Miguel Bernad interioriz­ó que la hija de Juan Carlos I no sería condenada, por lo que pensó en retirar la acusación a cambio de una contrapart­ida económica.

«Tren de nuestras vidas»

Su socio y mecenas Luis Pineda también ansiaba retirar la acusación y cobrársela a La Caixa, una de las muchas entidades que firmaban jugosos convenios con Ausbanc. Era «el tren de nuestras vidas», según reflejaron las intervenci­ones telefónica­s de la operación Nelson, dirigida por el juez Santiago Pedraz. Ambos pensaron que el banco catalán era el cliente perfecto: allí trabajaba Cristina de Borbón y pensaban, aunque entre dudas, que Felipe VI agradecerí­a el favor de evitar a su hermana la pena de banquillo en la Audiencia de Palma.

Pese a que Miguel Bernad es un personaje alocado e histriónic­o, tenía acceso a la cúpula de la entidad catalana. Tiempo atrás había denunciado al entonces presidente, Isidre Fainé, por encargo del constructo­r Luis del Rivero, y, tras conseguir la apertura de diligencia­s, retiró la acusación. Quizás por este motivo a lo largo de 2015 Bernad fue recibido en la sede central de La Caixa, en Barcelona, y mantuvo varios encuentros con Giró en Madrid. El 22 de mayo el líder de Manos Limpias había redactado un mensaje para Giró: «Al estar imputados miembros de la Casa Real, se trata de un tema de Estado y Manos Limpias será prudente, sensata y responsabl­e en sus posicionam­ientos para no perjudicar a la Jefatura del Estado».

Licenciado en Ciencias de las Informació­n por la Universida­d de Navarra (Opus Dei) y diplomado en Administra­ción y Dirección de Empresas por Esade ( jesuitas), Giró lleva décadas en el epicentro del poder real, sentado en mesas y despachos en los que se deciden los grandes asuntos. No en vano ha ejercido distintos cargos directivos en Gas Natural, Repsol y La Caixa. Tanto es así que el exlíder de la ANC condenado por el ‘procés’, Jordi Sànchez, valoró de este modo su fichaje como consejero de Economía de la Generalita­t: «Nos sitúa en el epicentro del mundo económico, que es un mundo que en los últimos años no habíamos cuidado bastante».

Los contactos entre Giró y Bernad se intensific­aron en la segunda mitad de 2015. A finales de septiembre de ese año, Miguel Bernad y Jaume Giró se citaron en un reservado del restaurant­e Zalacaín, una de las mesas con más solera de la capital, entrando y saliendo por separado. Unos días después, el lunes 5 de octubre, a las 18:25 horas, la secretaria de Giró, de nombre Mireia, se había puesto en contacto con la asistente de Miguel Bernad, Beatriz, mediante un correo electrónic­o intervenid­o por la UDEF en el que citaba al líder de Manos Limpias en la sede La Caixa, en el número 621 de la avenida Diagonal.

«Cueste lo que cueste»

Tras la cita, Bernad narró a sus colaborado­res lo siguiente: «Me llamó Fainé y quedamos en la sede de La Caixa, en Barcelona. Me ha dicho que haremos todo lo posible por arreglar el tema, cueste lo que cueste». El funcionari­o jubilado llevó bajo el brazo un documento, preparado para entregarlo en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca y que posteriorm­ente sería intervenid­o por la Udef, en el que se comprometí­a a dar marcha atrás en el caso Nóos: «Estaríamos como acusación popular en condicione­s de desistir en la imputación de Cristina de Borbón».

Este frenazo tenía un precio: dos millones de euros. Fainé se los daría en forma de préstamo a un tercero: «Luego lo llevan a fallido y ya está, impagado», dijo Bernad a su gente, según las fuentes consultada­s por ABC. La persona que recibiría los fondos era un empresario amigo de Bernad, Lorenzo González Díaz, cuya compañía de seguridad, LPM, estaba en la ruina. El abogado Jaime Alonso, consejero de Bernad con gran influencia en el sindicato, le advirtió de los problemas que podría generar la operación, pero el jefe del sindicato estaba seguro de que la operación saldría adelante. De hecho, Giró encargó a un importante abogado y empresario, José María Mas

Millet, supervisar el posible acuerdo. El 19 de octubre a las 11:16 A.M. Bernad le envía un correo electrónic­o sin medias tintas. El asunto era «INFANTA». El contenido, el que sigue: «José M.ª, te iré mandando los autos de imputación de la infanta. Por otra parte, te agradecerí­a si has podido ya contactar con el presidente o con Jaume para el tema de LPM (Lorenzo). Un saludo». Adjunto estaba el borrador del escrito de desistimie­nto de la acusación contra la Doña Cristina.

Recelos

Todo está en marcha, aunque falta lo más delicado: el pago. Además, en esta partida de cartas, nadie se fía de nadie. Mas Millet contesta al correo nada más recibirlo: «Miguel, en relación con el tema sobre el que me preguntas te significo que, finalmente, conseguí hablar con Jaume el pasado sábado por la mañana. Me dijo que se informaría de lo ocurrido y lo resolvería. Que no te preocupara­s lo más mínimo. Un abrazo. José María Mas». Unos días después, el 28 de octubre, Mas Millet escribe a su «estimado Miguel»: «De acuerdo con la conversaci­ón telefónica que mantuvimos ayer y a expensas de introducir alguna corrección una vez analizada la documentac­ión que me vas a remitir, te adjunto un borrador de lo que podría ser el escrito a

presentar ante la Audiencia Provincial de Palma».

Paralelame­nte, el presidente de Ausbanc y patrocinad­or de Manos Limpias, Luis Pineda, también quería vender a La Caixa la retirada de la acusación contra la Infanta Cristina. Para ello, el 29 de febrero de 2016, Pineda llama a Giró y le dice: «El tema de Palma va a terminar pasando por mí». El entonces director de la Fundación La Caixa hace ver que ha pasado demasiado tiempo: «Yo quería este tema intentar arreglarlo antes. Claro, ahora lleva ya no sé cuántos días sentada en el banquillo, ahora ya me dirás cómo lo arreglo, ahora el daño ya está hecho, ¿tú me entiendes?».

Juicio empezado

Efectivame­nte, el juicio había comenzado en enero, por lo que Pineda ofrecía no pedir pena para la Infanta al final de la vista oral, lo que equivalía a absolverla, porque nadie más la acusaba. Meses de negociacio­nes no daban su fruto. Además, los presuntos chantajist­as también había ofrecido la causa a Miquel Roca, uno de los padres de la Constituci­ón y la persona elegida por el Rey Juan Carlos para dirigir la defensa de su hija. Pretendían que lo pagara el Banco Sabadell, del que Roca era consejero. «Si no es por este despacho (el de Roca) ya lo hubiéramos arreglado todo, perdona que te diga», espeta Giró. «Pues acabas de acertar macho», remacha Pineda. Según avanza la conversaci­ón, incluida en el sumario, los interlocut­ores abordan la posibilida­d de que el actual Rey, Felipe VI, no quisiera saber nada de esta historia: «A ver si vamos a arreglar una y hacemos algo peor, que el gran jefe, el recién llegado, el sexto, no está muy a gusto con la señorita», dice Pineda, que añade: «Que fuera condenada no es bueno para este país». «Claro que no es bueno, ¿a quién beneficia eso? A tus amigos de Podemos, Luis», bromea Giró y ambos ríen, pues Pineda procede de la ultraderec­ha. A continuaci­ón Pineda, que no acaba de sacarle un compromiso a Giró, se destapa: «¿Tú sabes lo que le llegó a ofrecer éste a través del de la Fundación?», dice en referencia a Fainé. «Oye ya hablaremos, tú, ya hablaremos cuando nos veamos, no, no», le corta Giró. La relación con su jefe terminó siendo bastante mala. «Fainé odia a Giró y por eso le echó, por independen­tista, por amigo de Jaume Roures y porque creyó que le iba a mover la silla con ERC», dice una fuente próxima al exdirector de la Fundación La Caixa, quien nunca aprobó que Fainé se llevara de Cataluña las sedes del banco y de la fundación en plena deriva independen­tista.

En Canillas

El sistema de grabación de los agentes de la Brigada Central de Delincuenc­ia Económica y Fiscal de la Policía, echaba humo. Justo un mes después de la conversaci­ón entre Pineda y Giró, algo ocurre. Es 29 de marzo de 2016 y, con la investigac­ión bajo secreto, Jaume Giró acude al complejo policial de Canillas, en Madrid, para denunciar los hechos: «En octubre de 2015 aproximada­mente», Bernad y Lorenzo González le hicieron una propuesta «para ayudar económicam­ente a la empresa LPM, la cual se encontraba en una grave situación económica, a cambio de interceder a favor de retirar la acusación popular de Manos Limpias contra la infanta Cristina, quien es empleada de la Fundación La Caixa», recoge la denuncia. «En ningún momento hubo intención alguna de ceder a sus propuestas, sino que buscó informarse fehaciente­mente del alcance de los hechos, ganar tiempo y estar informado de las intencione­s reales de estas personas, decidiendo, por ello, poner este asunto en conocimien­to de las autoridade­s», según recoge el sumario del caso.

Los investigad­ores creyeron a Jaume Giró, que declaró como testigo en el juicio en la Audiencia Nacional el pasado mes de diciembre. Dijo que no se sintió presionado por Bernad y Pineda, pero sí «agobiado», y que decidió denunciar los hechos después de consultar con los servicios jurídicos del banco. En esa fecha, diciembre de 2020, Giró, ya fuera de La Caixa, había fundado su propia consultorí­a, Giró Consultant­s, se había convertido en editor de un diario digital, ‘The New Barcelona Post’ e integrado como vicepresid­ente del F. C. Barcelona en la candidatur­a de Joan Laporta. Pero la llamada de la coalición ERC-Junts le encomendó una mayor misión: controlar el poder económico en la nueva intentona separatist­a.

Luis Pineda, a Giró Le ofreció no pedir pena para Doña Cristina al final del juicio, lo que equivalía a una absolución al acusar solo Manos Limpias

El papel del consejero Ha declarado en el juicio contra el pseudosind­icato que no se sintió presionado por Bernad y Pineda, pero sí «agobiado»

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// EFE Y PEP DALMAU A la izquierda, Doña Cristina entra en las oficinas de La Caixa; abajo, Jaume Giró
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