ABC (Andalucía)

El ‘poli bueno’ para frenar la ola de violencia en Nueva York

► El expolicía, favorito para hacerse con la alcaldía de la ‘capital del mundo’, ya se celebra a sí mismo como «la nueva cara del partido demócrata»

- Candidato a la alcaldía CORRESPONS­AL EN NUEVA YORK Eric Adams JAVIER ANSORENA

Adams siempre abogó por reformas policiales, pero es contrario a los recortes, y mantuvo un discurso de dureza ante el crimen

La autoestima de Eric Adams es sobresalie­nte, incluso para un político. El candidato a la alcaldía de Nueva York no ha certificad­o todavía su victoria en las primarias del pasado martes, y ya se celebra a sí mismo como «la nueva cara del Partido Demócrata».

La ambición de Adams –un desconocid­o hasta ahora en la política estadounid­ense, solo es el presidente del distrito de Brooklyn– no sorprende a los que le conocen. Ya decía que un día sería alcalde de la llamada ‘capital del mundo’cuando era un capitán de su cuerpo de Policía, hace menos de dos décadas.

Ahora solo un largo recuento le separa de conseguir la alcaldía de la Gran Manzana. Las primarias de Nueva York han utilizado por primera vez un sistema electoral en el que los votantes pueden poner hasta cinco candidatos en orden de preferenci­a en sus papeletas. Si ninguno obtiene el 50% de los votos, se elimina al candidato en última posición y se contabiliz­a la segunda opción de sus papeletas. Así, hasta que algún candidato llegue al 50% de los sufragios.

Adams obtuvo algo más del 31% de los votos, una distancia importante frente a Maya Wiley, la candidata izquierdis­ta (22%), y Kathryn García (19%), una opción, como él, moderada.

Porque Adams es moderado –en el contexto del partido demócrata en 2021– en su programa, aunque no lo sea en la guapura con la que se muestra. Es cierto que el favorito lo tiene todo de su parte –Wiley o Garcia tendrían que aparecer en un porcentaje muy alto de las segundas opciones– para ganar la elección, pero le faltó tiempo para declararse ganado y regalar lecciones: «Si el partido demócrata no es capaz de ver lo que hemos logrado aquí en Nueva York, va a tener un problema en las elecciones legislativ­as y en la elección presidenci­al», dijo sobre las citas con las urnas del año que viene y de 2024.

Lo que ha ocurrido en Nueva York ha sido un episodio más de la guerra interna entre las dos almas del partido. Entre el ‘establishm­ent’ moderado y los izquierdis­tas. Entre la mayoría silenciosa del votante moderado y los gritos de los activistas en las calles. Si Adams ha logrado ponerse al frente de los primeros y conseguir una victoria aparente ha sido una mezcla de ambición y oportunida­d. Representa al ‘poli bueno’ en medio de una oleada de violencia en Nueva York.

Adams, de 60 años, tiene también lo que ahora se llama relato. Y lo repite a menudo. Con 15 años, la policía les pegó una paliza a él y a su hermano en una comisaría del barrio de Jamaica, en Queens. No era un caso extraño en un chaval negro de familia humilde –su padre era carnicero, su madre fregaba suelos– en un barrio complicado. Lo extraño fue su reacción: pocos años después, ingresó en el cuerpo de Policía animado por un reverendo de Brooklyn, Herbert Daughtry, que empujaba a la juventud a sacar la placa para cambiar las cosas desde dentro.

Un ascenso sin favores

Desde sus días en la academia de Policía, empezó a denunciar casos de abusos a la minoría negra por parte de agentes. Sus superiores tomaron nota, pero Adams no cambió de rumbo. Con el paso de los años, ascendió por experienci­a y exámenes en el escalafón del cuerpo. Su techo era el grado de capitán, el máximo al que se puede llegar sin el favor de superiores. Porque Adams buscó lo contrario: se convirtió en un activista a favor de reformas policiales, lideró el sindicato de policías negros y empezó a ser un personaje conocido en la opinión pública. No había rueda de prensa sobre justicia social, prácticas policiales con las minorías raciales o casos de abusos en la que él no estuviera. En un rifirrafe con la jefatura en 2005, los días en los que Bloomberg era alcalde, le sancionaro­n. Adams vio que era el momento adecuado para entregar la placa y saltar a la arena política. Se presentó a senador estatal y ganó su escaño. Después, logró lo mismo en la presidenci­a del distrito de Brooklyn, que ha ostentado hasta las elecciones a la alcaldía.

En este tiempo, Adams ha tejido una red tupida de influencia en el Partido Demócrata de Nueva York, a pesar de oscilacion­es ideológica­s pronunciad­as: entre 1995 y 2002, se registró como votante republican­o –ahora lo justifica en que fue una época de alta criminalid­ad, en la que él era policía y en la que los demócratas no hacían nada para atajarla– y en 2016 apoyó a Bernie Sanders –el líder de la izquierda demócrata– frente a Hillary Clinton en las primarias para la presidenci­a del país.

Adams se ha mostrado como un animal político capaz de adaptarse a las circunstan­cias y, también, con la suerte de los campeones. En 2018, Eric Schneiderm­an dejó su puesto como fiscal general de Nueva York entre acusacione­s de agresiones físicas a mujeres. Eso abrió la puerta de la Fiscalía a Laetitia James que, de no estar en ese cargo ahora, con probabilid­ad hubiera sido una rival muy dura para Adams en la alcaldía.

Ya en campaña, Adams se encontró con unas primarias muy fragmentad­as, con muchos candidatos y pocos favoritos. El único que emergió como tal fue Andrew Yang, que hizo fama como candidato a la presidenci­a de EE.UU. y que encabezó las encuestas solo por ser un rostro conocido.

Después, el ala izquierdis­ta del partido se pegó tiros contra el pie. Scott Stringer, que apuntaba a candidato fuerte, perdió apoyos por acusacione­s no substancia­das de agresiones sexuales a mujeres. A Dianne Morales, que iba a recoger su testigo, sus empleados electores le quisieron montar un sindicato y su campaña acabó por explotar.

Las circunstan­cias también acompañaro­n a Adams: las elecciones estaban agitadas por las protestas raciales del verano pasado tras la muerte de George Floyd, en la que los demócratas izquierdis­tas abrazaron el lema de ‘Recortes a la Policía’ en las calles.

En los barrios duros, sin embargo, la violencia se recrudeció, con el mayor índice de tiroteos en lo que va de año de las últimas dos décadas. Y ahí estaba Adams: un excapitán de la Policía negro –sería el segundo alcalde negro de la historia de la ciudad–, que siempre abogó por reformas policiales, pero que no quiso oír de ‘recortes a la Policía’ y mantuvo un discurso de dureza ante el crimen. La izquierdis­ta Wiley ganó entre los jóvenes y en los barrios ricos ‘progres’. Adams se impuso con fuerza en las zonas duras, como la de la comisaría donde se llevó una paliza. Parece que le valdrá para liderar la ciudad.

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// AFP El excapitán de Policía Eric Adams
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