Petróleo
Hace un año el petróleo se fue a cero. Han pasado muchas cosas en los últimos doce meses y puede que ya no recordemos este episodio sobre todo viendo donde están ahora los precios del crudo. El Brent y el Texas están en los niveles más altos desde octubre de 2018. El gas natural en el más alto desde 2008. Y, consecuentemente, la electricidad en Europa en precios que no veíamos desde hace más de diez años.
Detrás de esta fortísima subida la demanda está rebotando con muchísima fuerza. Los kilómetros conducidos se están incrementando muchísimo de la mano de la reapertura económica. La recuperación en los vuelos también está siendo exponencial en un entorno en el que los inventarios de petróleo siguen cayendo desde principios de año. Estamos a pocas semanas de que se agoten los inventarios acumulados del año pasado. Y a todo lo anterior hay que sumar que hasta el momento las compañías no están invirtiendo en nuevos proyectos de extracción ni en la ampliación de los ya existentes.
Incrementos exponenciales de demanda, inventarios cayendo y no hay visos de que entre en producción nueva oferta… ¿Qué va a pasar con los precios? El dilema al que se enfrentan las petroleras es que de acuerdo con el Tratado de París no puede haber nuevos proyectos de inversión y, aunque sí podrían invertir en los existentes, no tienen muy claro si en el entorno actual les compensa.
De igual forma que la edad de piedra no terminó porque se acabaran las piedras, no vamos a dejar de usar gasolina porque se agote el petróleo. Sin embargo la espiral verde en la que estamos inmersos puede que no termine siendo contraproductiva si todo se mide en términos de impacto medioambiental pero lo que cada vez está más claro es que va a salir más caro. No hay ningún incentivo para invertir en exploración y producción y prefieren exprimir la vaca el tiempo que dure. Sin embargo, el error de cálculo en el que se ha caído, llevados por el buenismo dominante, es que reemplazar al petróleo como fuente principal de energía mundial no es fácil y lo es todavía menos si los riesgos para las petroleras son incrementales desde el punto de vista regulatorio.
Una cosa es lo que se persigue y otra distinta la que se consigue. Tiene pinta de que los próximos años vamos a tener precios altos del petróleo. Oferta limitada y demanda creciente es una mala mezcla mirando para adelante. Y en este caso no podemos echar la culpa a nadie porque esto es lo que queremos, ¿no?