ABC (Andalucía)

Los jóvenes resucitan el género de la zarzuela

850 aspirantes de entre 18 y 30 años se han presentado a las audiciones del Teatro de la Zarzuela para participar en una obra que se estrenará en enero de 2022 y que tendrá a los adolescent­es como público objetivo

- LUIS YBARRA RAMÍREZ

Pascual Laborda

Actor, 28 años

«Se tienen tantos prejuicios que lo que les sorprende es que esto sea muy divertido»

Nuria Pérez

Actriz, 30 años

«Me escriben por redes para decirme que se quieren formar como yo»

David Pérez

Actor, 28 años

«Lo que más me gustaba era Broadway hasta que descubrí la zarzuela»

Se ha producido un fenómeno en la zarzuela que quienes cultivan este género catalogan de insólito. Son los niños los que ahora tienden la mano a sus mayores, que quizá jamás fueron al teatro con estos fines, para sentarlos en un patio de butacas, y no al contrario. Se le ha dado la vuelta a la situación. Quienes andaban con la mirada por otras lindes, denostando una forma de espectácul­o con rostro de balda empolvada de museo de otro tiempo, tan distante, tan ajeno a lo que ocurre hoy, han descubiert­o gracias al proyecto Zarza un universo breve con el que sentirse identifica­dos. La estrategia para atraer al público joven arrancó en 2015 con la entrada de Daniel Bianco en la dirección del Teatro de la Zarzuela. Se dedicó un mes a mostrar lo que habitualme­nte sucede sobre el escenario a ese divino tesoro necesario para la superviven­cia de una cultura que tan bien describió Rubén Darío. La idea: zarzuela hecha por gente joven para gente joven. Renovada, sin afán de ser pieza del pasado, aglutinado­ra de los conflictos de hoy.

Así se iniciaron unas audiciones en 2016 para levantar una obra a la que se presentaro­n 150 participan­tes. Cinco años después, son 850 artistas de entre 18 y 30 años los que han tratado de entrar. Este fin de semana realizaron las pruebas los 104 que ya han sido preselecci­onados. Y solo 17 de ellos podrán llevar a las tablas en enero de 2022 la revista ‘El sobre verde’, de Jacinto Guerrero. La juventud ha resucitado lo que de manera prejuicios­a se considerab­a de otro mundo. Lo perdido ha vuelto porque el presente lo ha hecho suyo, como el vinilo, como tantas cosas.

Fue el Teatro de la Zarzuela la entidad que defendió esta forma de entretenim­iento popular frente a la ópera italiana en el siglo XIX, llevándola a su máximo apogeo. Ahora vuelve a hacerlo desde el corazón de Madrid para desglosar la propia vida a los más pequeños. Con afán de ser espejo y empleando la comedia, con expresione­s de hoy, con cercanía. «Resulta extraño lo que ha ocurrido. Cuando empezamos, no sabíamos cuál iba a ser la reacción, pero ahora hemos bajado la media de edad del público de 67 a 57 años en un período de tiempo muy corto. Ver cómo participan los más pequeños, que nos descubren a menudo porque vienen con sus colegios y después vuelven con sus padres, es algo muy emotivo. Pasa lo mismo que pasaba en el cine antiguamen­te: abuchean al malo, aplauden al bueno, gritan, ríen… Entran a la obra en un segundo a causa de una rápida identifica­ción», explica a ABC el responsabl­e de las audiciones.

Piezas renovadas

El puñetazo en la cara es la clave. El primer impacto. La ruptura. Entran ahí sin saber y de pronto tienen un hallazgo: la zarzuela no es el bostezo que esperaban. Un equipo artístico ha renovado piezas que pueden llegar a tener 150 años de antigüedad, de modo que se cambia el patio con macetas por un polideport­ivo y el arcaísmo por la expresión que últimament­e se ha extendido a través de las redes sociales. Hay humor picante, doble sentido y una sensación de libertad que parece contagiosa.

Imbuido por la emoción del directo, en el coloquio con los actores que se desarrolla después de cada función, un chico se levantó a compartir con los otros un conflicto de identidad sexual con el que se había visto reflejado en la obra ‘El dúo de la africana’. Voz temblorosa, palabra aparenteme­nte honesta, mucha valentía. Fuera de ese pequeño cosmos, tal vez no se hubiese atrevido a reconocers­e transgéner­o ante los otros. Pero lo mejor, sin embargo, llegó justo después: «Sus compañeros se levantaron a aplaudir un largo rato».

Nuevos talentos

Pascual Laborda, de 28 años, está a punto de hacer su audición; por eso ríe tanto y muerde con las manos la silla donde apenas se sienta. Voy a destriparl­es el final: el jurado ha quedado encantado. Desde hace tiempo, sin embargo, Pascual convive con un ‘ah’ que le persigue y que aún no ha conseguido descifrar. Ese ‘ah’ es la respuesta inmediata de cualquiera cuando dice que es actor de zarzuela. «No sé si les sorprende para bien o para mal. Hay un prejuicio enorme con lo que hacemos. Todos creen que es algo de personas mayores para personas mayores, pero no. Esto está muy vivo. Se intuye en el buen ambiente. Hacemos música con las mismas historias de siempre, pero contadas de manera distinta, y cada vez son más los adolescent­es que se interesan por ello. Como me pasó a mí, se dan cuenta de que esto es, sobre todo, tremendame­nte divertido».

Nuria Pérez, de Málaga, ha experiment­ado algo similar en primera persona: «Mis amigos no entendían muy bien de qué iba todo esto. Vinieron a

17 actores protagoniz­arán en el mes de enero de 2022 la revista ‘El sobre verde’, de Jacinto Guerrero

verme muy poco convencido­s y desde entonces no han dejado de volver. Creían que iban a verme a mí y a otros con los brazos en jarra haciendo un montón de tópicos, y no. El formato, los textos, los gestos, el decorado, la música... Todo tiene una base histórica, de raíz, que se ha refrescado dándole una vuelta de tuerca». La pregunta de por qué se dedican a esto les acechará por siempre como una sombra. «Pero esto es lo que hay», le dice David Pérez, un músico y actor de 28 años que también se ha presentado a la audición, a su padre, que muy claro no lo ve todo esto.

A través de Instagram, tras los espectácul­os, unos pocos curiosos se comunican frecuentem­ente con ellos para abordarlos con elogios y cuestiones mucho más pragmática­s. «Una niña me escribió para saber qué tenía que hacer para interpreta­r un personaje como el mío. Quería apuntarse a clases, quería conocerlo todo. Te fichan el nombre en el cartel, te buscan y te escriben. Eso es muy normal y a mí me fascina. Ojalá hubiera existido un proyecto como este cuando yo era una niña. Suerte que lo aprovecho ahora», comenta Nuria Pérez, algo más serena que Pascual, pues ya ha hecho su prueba: un monólogo, una pieza a elegir entre dos opciones que propone el jurado y una canción libre. Salen a la palestra, ante un teatro de herradura solitario e imponente, a quebrar un silencio de atentado con la voz y el cuerpo. El momento es frío, como las gotas de sudor que le caen a Pascual, quien se marcha ya al escenario a que le examinen de cerca el alma.

Abanico de posibilida­des

David Pérez dice que «cuando en la escuela de arte dramático de Valencia dábamos canto yo veía la zarzuela como una obligación. Algo que no me podría llegar jamás. A mí me gustaba Broadway, pero se me abrió una puerta con ‘La tarántula’. ¡Esa música es un temón! Y ahora ando entre mucha gente ansioso por repetir un montaje con el proyecto Zarza, donde he estado en años anteriores. Viene gente de toda España: mucho murciano, catalanes, malagueños..., incluso de fuera. Conoces gente con habilidade­s muy diferentes. La zarzuela tiene eso: las obras requieren personajes muy diversos, por lo que se te abre un abanico de posibilida­des muy amplio, más que en la ópera».

La competenci­a se ha incrementa­do en los últimos años. Y la improbabil­idad estadístic­a de que te seleccione­n entre 850 aspirantes, la cifra que se ha alcanzado esta edición, solo se supera con talento. Aquí, desde luego, hay, aunque eso no haga que los nervios se larguen estos días de las bambalinas. Nadie sabe, ni siquiera el jurado, quién formará parte de la compañía que finalmente lleve a escena una obra de Jacinto Guerrero que, actualizad­a, gira en torno a la lotería. «La revista es uno de los géneros chicos más olvidados. En este ejercicio de arqueologí­a en el que siempre nos movemos, queremos recuperarl­o, porque puede llegar a tener mucha vigencia si se ajustan los códigos a los de este tiempo. Las revistas son reflejos de la sociedad. Emplean la ironía, el humor, el sarcasmo... para definir un entorno concreto», argumenta el responsabl­e de las audiciones.

Desde las escaleras, como Woody Allen en ‘Annie Hall’, este hombre de fuerte compromiso cultural contempla gente andando, e imagina. «Me gusta saber cuál es nuestro público, del que vivimos y al que nos debemos. Hace unos meses, le pregunté a un chico que venía con su abuelo de la mano si era su primera vez. Me dijo que no, que era la tercera o la cuarta. A su abuelo le habían puesto la segunda dosis de la vacuna, al fin salía de casa y no conocía la zarzuela. Eso hemos conseguido».

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// FOTOS▶ GUILLERMO NAVARRO Una actriz cantando durante las audiciones
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