ABC (Andalucía)

España, contra la jerarquía perdida

► La selección, que no supera los octavos desde 2012, busca su sitio ante un rival que ha hecho las cosas mejor estos años

- ENRIQUE YUNTA ENVIADO ESPECIAL A COPENHAGUE

Resuelta de aquella manera la fase de grupos, y con el subidón propio por la tormenta de goles contra Eslovaquia, España empieza hoy en el Parken de Copenhague otra Eurocopa, la Eurocopa de verdad. Se da por sentado siempre que la selección estará en los cruces, pero es tal la indefinici­ón de este equipo que ya no se debe mirar más allá del primer duelo sin red, puede que incluso resulte algo frívolo preparar el viaje a San Petersburg­o porque ahí se jugarían, el próximo viernes, los cuartos de final y en la expedición se miran vuelos y combinacio­nes con naturalida­d. Es verdad que hay que tener todo programado, pero cuesta otear más allá de lo que toca esta tarde, que no es poca cosa. Hoy, a las 18 horas, Croacia, la Croacia de Luka Modric, un rival con el que se intima en estos últimos tiempos y que se presenta con la etiqueta de subcampeón del mundo. No hay mucho de aquel buen equipo que en el Mundial de Rusia lo hizo casi todo perfecto, pero se mantiene un espíritu competitiv­o brutal y 12 de aquellos héroes siguen en pie, nadie mejor que los balcánicos a la hora de defender su bandera. España, que ha demostrado tener también su orgullo, pone a prueba su evolución en este torneo que, ahora sí, juzgará de verdad el verdadero valor del equipo de Luis Enrique, en busca de la jerarquía perdida.

Hasta ahora, España no ha hecho más que cumplir, clasificad­a por obligación para octavos y gracias. Al ir de segunda en su grupo, el camino se empina, pero ciertament­e importa poco porque en este fútbol continenta­l cualquiera puede tumbar a la selección, visto está. Sin embargo, estos días se ha palpado un ambiente jovial en Las Rozas y las palabras que salen de la caseta invitan a pensar en que el grupo se ha liberado, de eso no cabe duda. Ellos, los futbolista­s, dicen que siempre han creído, pero hasta que no llegó esa jarana ante Eslovaquia la cosa pintaba regular tirando a mal.

El problema, cuando se analiza un partido como el de esta tarde, es que el presente dibuja a una España demasiado bisoña y sin horas de vuelo en citas importante­s. De los 24 soldados de Luis Enrique, apenas hay jugadores que hayan disputado eliminator­ias en fases finales de torneos importante­s como un Mundial o una Eurocopa, y siempre se dice que la experienci­a es fundamenta­l en estos escenarios. De Gea, Alba, Azpilicuet­a, Busquets, Thiago, Koke, Morata y pare usted de contar, nadie más ha defendido la camiseta roja en unos cruces. Además, si se suman las internacio­nalidades se descubre que en Croacia acumulan 937 y en España solo 552, una diferencia abismal. Los balcánicos, que tienen la importantí­sima baja de Perisic por coronaviru­s (llevaba nueve goles en fases finales) y tampoco cuentan con el sancionado Louvren, componen un equipo veterano y con muchísima mili, 27,8 años de media por los 26 de los muchachos de Luis Enrique. En cualquier caso, y aunque solo sea por los resultados, los ajedrezado­s han hecho muchas más cosas buenas en los últimos años, aunque se les presenta un futuro inquietant­e cuando Modric y su tropa vayan desfilando por la puerta de salida.

Morata y la Policía

España, y sin que suene agorero, se enfrenta a su nuevo muro, el de los octavos de final. Después de aquel ciclo virtuoso en el que se enlazó Eurocopa, Mundial y Eurocopa, las cosas han ido de mal en peor. No se superó la fase de grupos en el Mundial de Brasil 2014, en la Eurocopa de Francia 2016 se perdió ante Italia en octavos y en esa misma ronda se fue la selección de Fernando Hierro, que era la de Julen Lopetegui, al caer en los penaltis contra la anfitriona Rusia en el Mundial 2018. Son nueve años sin festejos, pues tampoco clasificar­se para la final a cuatro de la Liga de las Naciones merece una rúa por la capital. «Tengo la misma

confianza que en el inicio del campeonato», apuntó ayer Luis Enrique. «No hay ninguna selección que nos haya sorprendid­o, los que lo estaban haciendo bien lo siguen haciendo bien. En cuanto a moral y motivación, estamos a tope», defendió el asturiano, quien no dio pistas sobre los posibles cambios en el once inicial. Eso sí, volvió a partirse la cara por Álvaro Morata y valoró la delicada situación del delantero, quien denunció insultos y amenazas a sus hijos después de sus fallos. «Insultar o amenazar de muerte a quien sea es un delito grave. Debería ser puesto en manos de las autoridade­s y que se corrija de manera rotunda», sentenció con cara de pocos amigos. En ese tema no hay ni una sola broma.

Ayer España pisó el original Parken y, como de costumbre en toda esta concentrac­ión, regaló sonrisas a carcajadas en los minutos de limosna que se concede a los medios para tomar imágenes del rondo gigantesco y palpar mínimament­e de qué va la historia. En la capital danesa no hay demasiado ambiente de partido y si alguien lo pone es la afición croata, siempre fiel al de waterpolo, lo suficiente­mente llamativa esa camiseta para que su gente se haga notar. De camino al Parken, y entre un pelotón impresiona­nte de bicicletas que se sienten completame­nte libres y seguras por la capital danesa, solo algún hincha vacila a la prensa española, poco más. Hoy se permite el acceso de unos 27.000 aficionado­s de los 38.000 que cabrían, ambiente de partido serio para una España que busca su verdadero lugar en el planeta fútbol.

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// REUTERS Morata y Pedri reciben collejas de sus compañeros después del rondo colectivo

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