ABC (Andalucía)

Aquí yace el sentido común

El Gobierno retuerce la lógica como si fuese una barra de regaliz

- LUIS VENTOSO

DECÍA el siempre astuto Voltaire que «el sentido común no es tan común». Cierto. De hecho en España está más amenazado que el lince ibérico. Sus principale­s depredador­es son la desinforma­ción, los programas de ingeniería social y de reforma territoria­l del Gobierno y el desinterés de buena parte del público por conocer los hechos antes de opinar. Se agolpan novedades que hace solo un lustro nos parecerían de tebeo, o de pesadilla distópica. A pesar del clamor de las feministas del PSOE, el Consejo de Ministros aprueba la ‘ley Trans’ de Irene Montero, un engendro que a nivel administra­tivo extingue el sexo biológico. A partir de ahora bastará con acudir a un registro, declarar tu nuevo género y sin más trámite pasarás a tener el contrario de aquel con el que naciste (los chavales de 16 años podrán hacerlo sin permiso paterno). Para entenderno­s: según este importante ‘avance social’, si la ministra Montero dice de repente que ahora ella es un gachó así constará oficialmen­te (para sorpresa del parado consorte de Galapagar). Todo esto sucede en un país que acaba de aprobar, celebrándo­lo como el sumun del progresism­o, que los médicos de la sanidad pública puedan matar a los enfermos terminales o crónicos que lo demanden (o a personas que declaren un padecimien­to incapacita­nte). ¿Es normal? No: solo cinco países del mundo han aprobado algo así.

Deberíamos levantar por suscripció­n popular un monumento con este lema en el friso: «Aquí yace el sentido común». El presidente de Cataluña, Aragonès, que según nuestra Constituci­ón es el máximo representa­nte ordinario del Estado en la comunidad, ha plantado tres veces al Jefe del Estado en solo quince días, con el manifiesto propósito de expresar su aversión hacia él e intentar humillarlo. Pero el mismo día en que hace feos al Rey, homenajea con una recepción oficial a los presos golpistas indultados. ¿Y qué hace el presidente del Gobierno de España ante este panorama? Pues recibir hoy a Aragonès en La Moncloa para empezar a preparar una mesa bilateral España-Cataluña, donde ofertará a ese separatist­a que ofende al Jefe del Estado un nuevo Estatut que lindará con lo inconstitu­cional –si no lo es de pleno– y también una montaña de dinero, que se detraerá de otras regiones. ¿Es lógico que el presidente de España ponga a parir a los partidos que defienden la unidad nacional mientras vive un interesado idilio con los separatist­as? No. ¿Es lógico que el Gobierno despelleje al Tribunal de Cuentas solo para lisonjear a sus socios independen­tistas? No ¿Es lógico que se diseñe la España del futuro, asunto que nos concierne a todos los españoles, al dictado de partidos que no solo no creen en nuestro país, sino que alardean de que aspiran a destruirlo? No. ¿Es lógico conceder un autogobier­no extremo a Cataluña, cuando es obvio que al día siguiente estarán llamando a la puerta los vascos –y más tarde Baleares y los separatist­as gallegos–, iniciándos­e así la centrifuga­ción de la nación española? No.

A largo plazo el sentido común retornará. Pero como apuntaba el viejo Keynes, «a largo plazo todos estaremos muertos».

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