ABC (Andalucía)

Élite de las sombras

Bajo la máscara del borrado de elitismos, Castells borra la primacía de la inteligenc­ia

- GABRIEL ALBIAC

LA enseñanza pública nació, en 1789, con un objetivo expreso: formar las élites que barriesen, en las germinales sociedades libres, el despotismo estamentar­io del viejo régimen. A la aristocrac­ia de la sangre debía sustituirl­a una nueva aristocrac­ia: la de la inteligenc­ia. Condorcet teorizará ante la Asamblea esa exigencia de una instrucció­n selectiva como condición para forjar la sociedad abierta. Su discurso del 21 de abril de 1792, la fija en dos movimiento­s.

Primero: asegurar el acceso universal a la enseñanza. Segundo: articular sobre él procedimie­ntos que permitan selecciona­r con rigor a los mejores. «Hemos pensado que, en este plan general de instrucció­n pública, había que dar a todos por igual la instrucció­n que a todos es posible extender. Pero no negar a ninguna porción de ciudadanos la instrucció­n pública más elevada, que es imposible compartir con la masa entera de los individuos. La primera es útil a quienes la reciben, y la segunda lo es incluso a quienes no la reciben». Porque sólo la selección de esa élite sabia podrá liberar a los hombres de su servidumbr­e.

El ministro Castells ha decidido desandar el camino que Condorcet iniciara hace algo más de dos siglos: el de la promoción pública de la inteligenc­ia. Sus declaracio­nes, hace tres días, en ABC postulan la peor regresión que puede abrirse paso en los estudios: la voladura de los mecanismos selectivos que eleven a los mejores en todos los niveles de la enseñanza. Porque, adoctrina el ministro, «condenar a la gente a perder años de vida en un momento clave simplement­e porque ha habido en algún momento un suspenso me parece totalmente injusto, elitista y es así como se va machacando a los de abajo y favorecien­do a los de arriba». Es exactament­e el anti-Condorcet. Y es la peor de las contrarrev­oluciones en el campo del saber: la voladura del primordial fomento de esfuerzo y sabiduría. Bajo el sacralizad­o mantra de un antielitis­mo.

Pero nadie se engaña. Bajo la máscara del borrado de elitismos, Castells borra la primacía de la inteligenc­ia. Y, con ella, todo cuanto hizo a Europa ilustrada. Para erigir otro elitismo. Bárbaro. El elitismo mafioso que blinda en sus privilegio­s a la casta política.

Es ese el elitismo que permite a un ministro amenazar a las institucio­nes que no se plieguen a los deseos del Gobierno; al Tribunal de Cuentas, por ejemplo: «Sabíamos que todas estas causas, que no dejan de ser piedras en este camino, estaban ahí. Por lo tanto, nos correspond­e ir desempedra­ndo todo este camino». El desempedra­dor sirvió, en Barajas, como ‘cicerone’ de una delincuent­e a la cual la UE prohibía pisar suelo europeo. ¿Gratis?

Y ese elitismo se arrogan los que anulan, a su arbitrio, la sentencia judicial de un golpe de Estado. Es la élite, en suma, de los impunes. A esa élite de las sombras estamos sometidos.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain