Fin de la búsqueda de Gimeno y su hija: es «imposible» hallarlos
El Ángeles Alvariño ya no buscará más ni a la pequeña Anna ni a su asesino, Tomás Gimeno, y ayer mismo zarpó desde Canarias con rumbo a su base en Galicia. La juez instructora ha puesto fin a la búsqueda de los cuerpos tras reunirse con el responsable de operaciones del buque y con la Guardia Civil. La conclusión, tras el informe presentado por los expertos, es unánime: es «imposible» seguir con el rastreo; la zona donde podrían estar los cuerpos es técnicamente inaccesible porque la convicción es que el cadáver de Gimeno rodó hacia una zona «fuera de la capacidad de búsqueda».
Ese informe muy detallado se centra en el hallazgo de dos biberones de buceo de Tomás hace diez días como último punto de rastreo. Los utilizó para asegurarse de que se hundía sin posibilidad de vuelta atrás. En torno a esa zona se trazaron líneas de búsqueda separadas por cinco metros. No se halló nada. El cuerpo lastrado con el cinturón de buceo pudo rodar hasta una zona más profunda aún.
Se siguió la trayectoria de la deriva de su lancha, unos 14 kilómetros, pero el robot utilizado avanzaba 20 metros por hora por lo que explorar esa distancia es «completamente inabordable». No solo eso, sino que en ese punto el fondo marino es una zona muy escarpada plagada de barrancos y grietas. Aunque se haya mirado, el cuerpo puede estar ahí. El robot se enganchó con las rocas del fondo dos veces. La madre de las pequeñas, pese a este final, insiste en el agradecimiento por todo lo que se ha hecho. El segundo milagro no ha sido posible.