La irónica europeidad británica
Incluso en el Brexit, Gran Bretaña depende mucho más de Europa que del resto del mundo
EN junio de 2016, tras el referéndum del Brexit, unos cuantos europeos preocupados se reunieron en un pub de Bristol para ver la mejor manera de luchar por sus derechos en el Reino Unido. En busca de un nombre con suficiente peso específico, según recuerda ‘The Economist’, decidieron llamarse ‘the3million’ (los 3 millones). Seis años después, el mismo grupo necesita un nuevo nombre por haberse quedado bastante cortos en su estimación inicial. En total, antes de que el plazo oficial venciera ayer, más de 5,6 millones de ciudadanos europeos se han sometido a la burocracia requerida para seguir residiendo legalmente en Gran Bretaña. Entre ellos, 320.850 solicitudes de españoles. Para añadir un poco de contexto, los últimos censos decenales en Inglaterra, Irlanda del Norte y Gales han contabilizado una población de millón y medio de la India, 1,2 millones descendientes paquistaníes y 1,9 millones de raza negra.
Los residentes europeos están por todas partes, desde pueblecitos a grandes ciudades, son bastante más jóvenes que la media británica y muchos de ellos –como los empleados por el Servicio Nacional de Salud (NHS) que ayudaron a salvar la vida a Boris Johnson– desempeñan trabajos esenciales para el bienestar y la prosperidad de su país anfitrión. Con la particularidad de que en cuestión de tiempo accederán a la ciudadanía británica y se convertirán en una formidable fuerza electoral.
Esta dinámica con acento, según explica el profesor Brendan Simms en su libro ‘Britain’s Europe’, confirma que la historia primero de Inglaterra, y después de Gran Bretaña, es primordialmente una historia continental. Y que el destino de esa esperanzadora y gloriosa isla ha sido determinado mucho más por el Viejo Continente que por sus relaciones con el resto del mundo. Sobre todo, en lo referente a su política exterior y diseño constitucional. Dos frentes de especial relevancia en la tarantela del Brexit que aspira a reducir toda esa historia a un Rule Britannia hasta construir Jerusalén en una tierra verde, placentera y también muy europea.