Amélie, Picasso y Buñuel se cruzan en Montmartre
Con motivo del veinte aniversario de la película, que hoy regresa a los cines, recorremos las calles del barrio de París que habitaba su protagonista, a la que dio vida la actriz Audrey Tautou
Amélie’ (‘Le Fabuleux Destin d’Amélie Poulain’), la película de Jean-Pierre Jeunet, interpretada por Audrey Tautou y Guillaume Laurent, es una síntesis ‘poética’, con estética de ‘tarjeta postal’, de un París legendario, que también es una ciudad bien real, con una geografía mítica. Casi toda la vida de cada día de Amélie, la joven camarera, transcurre en la rue Lepic, una de las grandes arterias que unen Montmartre, ‘antigua ciudad libre’, con el resto de París, a su pies. En la rue Lepic vivieron y trabajaron Edgar Degas y Vincent van Gogh. En esa calle se encuentra el Moulin de la Galette, indisociable de un París donde se cruzaron muchos de los gigantes de la pintura de finales del XIX y principios del XX. En la misma rue Lepic vivió, amó y trabajó Louis-Ferdinand Céline, autor de dos de los tres o cuatro libros más importantes escritos en francés en el siglo XX, ‘Viaje al fin de la noche’ y ‘Muerte a crédito’.
Parte de la historia del jazz, las revoluciones pictóricas y literarias que se cruzaron por las calles del viejo Montmartre, por donde Amélie vive, sueña y nos descubre otros mundos, que están en este. La peripecia humana de Amélie, cada día, es una versión ‘poética’ de esas realidades, mucho más canallas, en verdad. Los personajes que se cruzaron con Van Gogh o Céline eran muy ‘semejantes’ a los personajes de la historieta cinematográfica, pero mucho más duros, feroces, con frecuencia.
Amélie vive a dos pasos cortos de la estación de metro de Lamarck-Caulaincourt, que es por donde ella se comunica con los otros mundos parisinos que ella frecuenta ocasionalmente. Es un punto altamente simbólico en la geografía mítica de Montmartre. Muy al principio de la rue Caulaincourt estuvo, a primeros del siglo XX, el cine más grande del mundo, en su día, el Gaumont-Palace, que llegó a recibir de 3.000 a 6.000 espectadores. Un cine legendario y desaparecido, sustituido por un híper de bricolaje, al pie del cementerio de Montmartre, donde comienza un célebre mercadillo frecuentado por todos los personajes conocidos por Amélie.
El domicilio de Amélie se encuentra a dos pasos, así mismo, de un barbistrot que tiene su propio puesto en la historia literaria de Montmartre, Au Rêve, lugar de cita para muy grandes maestros: Céline, Maurice Leblanc, Marcel Aymé, Georges Simenon, Leo Malet y Patrick Modiano, que vivió en el barrio, durante su juventud.
Personajes pintorescos
A caballo entre su trabajo, el metro y su modesto apartamento, Amélie frecuenta una tienda que se encuentra en la rue des Trois Frères, que comienza en la rue Ravignan, donde vivieron el poeta Pierre Reverdy y el pianista Arthur Rubinstein. En esa calle estuvo el legendario Bateau-Lavoir inmortalizado por Picasso. En los bares y plazas del barrio, entre Montmartre y Abbesses, los personajes ‘pintorescos’ de la película reflejan, con un espejo de tarjeta postal, una realidad bastante próxima, quizá más canalla, siempre.
En algún momento de su historia, Jean-Pierre Jeunet rinde homenaje a un cine, el Studio 28, que sigue funcionando, a dos pasos del domicilio de Amélie. Sala de proyección que tiene un puesto significativo en la historia del cine surrealista: en esa minúscula sala se estrenó o presentó por segunda vez, con mucho escándalo, ‘La edad de oro’ de Luis Buñuel, en la misma sala donde se dieron a conocer obras legendarias de Jean Cocteau y Abel Gance. Apenas ha transcurrido un siglo. Y las aventuras de Amélie Poulain son un buen pretexto y espejo ‘poético’ para tener presente esos otros mundos, que están en este.