ABC (Andalucía)

«Ni voy a dejar de pedir balones ni voy a dejar de jugar con los pies»

▶ Fue, para lo bueno y para lo malo, el hombre de España ante Croacia. Desde San Petersburg­o, habla sin vergüenzas de su fallo y de la unión del vestuario

- ENRIQUE YUNTA Y JAVIER ASPRÓN ENVIADOS ESPECIALES A SAN PETERSBURG­O

Para la sesión de fotos, Pablo Sarabia, que también tiene apalabrada­s unas entrevista­s, aguanta el flash mientras Unai Simón posa en el viejo Petroski con oficio, un futbolista muy normal y educado. No luce tatuajes, no al menos a simple vista, y tampoco usa redes sociales, un alivio para él en estos tiempos porque su fallo ante Croacia, un fallo de los gordos, dio para cientos de memes y burlas. Luego se rehizo con paradas de mérito y habla de esa acción sonrojante sin problemas, no elude su responsabi­lidad ni busca excusas. «Ni sol ni nada, un fallo, un accidente», sostiene en su extensa charla con ABC, a la que acude después de comparecer ante los medios en la rueda de prensa oficial y en la que reconoce haberse «martirizad­o» viendo la pifia «unas seis o siete veces». En un caluroso miércoles en San Petersburg­o, pone voz al vestuario de España, más confiado que nunca y deseoso del duelo de mañana contra Suiza en los cuartos de final.

—Se le ve muy serio y tranquilo. ¿Cómo está realmente después de ese fallo y de la reacción en el partido contra Croacia?

—Ahora estoy bien. Sí que es verdad que ayer (por el martes) fue un día de emociones, sobre todo al final del partido. Pienso en qué hubiese pasado si no hubiésemos llegado a cuartos… Pero bien, la verdad es que ahora solo pensamos en Suiza con toda la mente despejada y con el único objetivo de llegar a semifinale­s.

—Cuando se falla como falló, ¿se piensa mucho en esa jugada? ¿Es capaz de quitársela rápido de la cabeza?

—Ya no la tengo. Después de verla y analizarla… Es que tampoco hay que analizar nada, ya te digo. Es un control que hago mal, que se me escapa, y no hay más. He recibido muchos mensajes: «Es que te pegaba el sol», «Es que el pase venía muy fuerte»… No, no hay excusas a esa jugada. Yo no hago bien el control, se me va dentro. Pero ni voy a dejar de pedir balones a Pedri ni voy a dejar de jugar con los pies. Ya está olvidado, lo importante es que estamos en cuartos.

—Dice que ha recibido muchos mensajes positivos, pero el otro día denunciaba Morata insultos en las redes y amenazas a su familia. ¿Mira lo que dicen de usted?

—No sé si es una ventaja o una desventaja el no tener redes sociales. Hay momentos en los que me lo recomienda­n y mucha gente me pide que me haga perfiles, pero también sé cómo reacciona la gente o cómo se comporta con nosotros cuando nos van mal las cosas. Prefiero vivir al margen de eso, saber que la única realidad es lo que vivimos todos juntos, la piña que tenemos montada en el vestuario, con el cuerpo técnico… Lo externo, sinceramen­te, me da igual.

—No tiene redes, pero ¿lee la prensa?

—Hombre, a ver… No leo lo del otro día, pero puedo imaginar lo que dice la gente. A mí lo único que me importa es lo que yo piense y lo que piense mi entrenador, en este caso Luis Enrique. Leo el periódico, leo prensa de vez en cuando, y ves un titular que a veces… Lo has leído y ya está, pero no dejo que me influya mucho. Yo sé qué hice mal y qué hice bien, en qué puedo mejorar. Siempre he pensado que el fútbol es el deporte en el que más entrenador­es hay, todo el mundo sabe de fútbol.

—¿Hay cada vez más forofismo?

—Sí, claro, pero es lo bonito del fútbol también. El mover tantas masas, el mover tanta gente, el mover tantas opiniones. Nosotros, como jugadores, no nos debemos dejar influir por todos estos comentario­s.

—¿Hay que tener la piel muy dura para ser portero?

—Sí, pero cuando me puse los guantes es con lo que contaba. Si quiero llegar a ser un delantero bueno ahora ya no voy a llegar a ser delantero de la selección española… Decidí ser portero y sé lo que conlleva. Tenemos que tratar de minimizar los riesgos al máximo porque cualquier error puede acabar en gol, pero es nuestra posición, con lo que tenemos que vivir día a día.

—Lo remedió con un paradón decisivo en la prórroga.

—Pero no es solo la parada, estoy muy orgulloso del partido que hice porque no le di importanci­a a ese gol. Pasase lo que pasase, iba a salir con la cabeza tranquila porque lo di todo. El equipo necesitaba que yo jugase a lo mismo y no me podía venir abajo con el fallo porque hubiese sido una falta de respeto hacia mis compañeros y a la gente que nos estaba animando. Lo importante es seguir adelante y tener la conciencia tranquila.

—¿Lo más positivo fue la reacción de sus compañeros?

—Si te digo la verdad, no me sorprende. Sabemos el grupo que tenemos y si algún compañero pasa un mal momento, vamos a estar siempre para respaldarl­e. En los buenos momentos vamos a tener mucha gente que nos va a apoyar, pero en los malos tenemos que confiar en los nuestros. Este equipo es eso, lo que se vio el otro día. Ojalá nadie tenga más momentos malos en los partidos que nos quedan, que esperemos que sean tres. Quien lo tenga, que sepa que estaremos a su lado.

—Ahora que ya ha pasado y ha terminado bien, seguro que le han vacilado por el fallo.

—Mmm... No me han vacilado por el hecho de que es un error que todos tenemos en los partidos, todos tenemos un mal control. Los delanteros, centrocamp­istas, defensas… No sé cuántos controles hacemos en el partido, pero es raro que te vacilen por un error que todo el mundo comete. Acarreó un gol, pero no es motivo de vacile como si se me hubiese escapado un balón de las manos…

—Fue un momento de ‘tierra, trágame’…

—Mira, creo que hubo más vacile con el tema de… De cualquier otro error, de cualquier otro error (se frena).

—Dígalo.

—No, no, iba a decirlo, pero se me va a poner en mi contra, ja, ja, ja. Ha habido otros momentos en los que sí hemos vacilado, pero con mi fallo no.

—¿Su familia estaba en el campo?

—Estaba mi padre con mi tío. Son los únicos que se atreven a ver mis partidos. Mi madre, la pobre, no puede ver un partido mío ni en el Athletic, lo pasa muy mal, no quiere que su niño lo pase mal. Mi hermano cada vez lo pasa peor. Mi padre aguanta un poco el temple, y los abuelos. Pero con lo que están viendo últimament­e con el fútbol a nivel mediático y todo lo que repercute cada vez lo pasan peor. Es normal que estuviesen dolidos, pero seguro que están orgullosos de mí.

Reacción al error «No me podía venir abajo con el fallo porque hubiese sido una falta de respeto hacia mis compañeros»

Sufrimient­o familiar «Mi madre, la pobre, no puede ver un partido mío. Me ha dicho que está orgullosa de mí y que me quiere mucho»

—¿Se entera luego su madre de lo que pasa? ¿Vio la jugada?

—Sí, claro que se entera. Hay algunas cosas de las que no se quiere enterar, pero se entera. Me ha mandado un mensaje hoy por la mañana, dos días después, y lo que te dice una madre, que está muy orgullosa de su hijo y que me quiere mucho.

—¿Qué le dijo Luis Enrique al descanso?

—En el descanso no hay nada que decir. No podemos centrar los quince minutos de descanso en un accidente. Hablamos del juego, de errores, de Croacia… No hay nada que decir en el descanso. Después sí, los ánimos de siempre.

—Ya cuando debutó comentó, en clave positiva, que asumía riesgos con los pies.

—Sí. No estoy acostumbra­do a jugar de la manera que plantea Luis Enrique, pero cuando me dio la oportunida­d de debutar (contra Países Bajos) sí quise hacer todo lo que él me dijo. Incluso cuando él considerab­a que no tenía que hacerlo, lo hice y salió bien. Pero sí que es verdad que tenemos que minimizar un poco esos riesgos. Tenemos que aprovechar la superiorid­ad que nos concede el portero, pero sin cometer errores porque es un partido de 90 minutos que si pierdes te vas a casa. Jugamos arriesgand­o, pero hay que minimizar, sí.

—¿Lo pasó mal en su debut contra Países Bajos con un cambio de planteamie­nto tan brusco para usted? —No, la verdad es que lo disfruté mucho. Estaba debutando y estaba jugando de una manera de la que no me creía capaz de jugar nunca. A medida que pasaban los minutos, y con el apoyo del grupo, me encontré mejor y lo disfruté muchísimo, lo aproveché al máximo.

—Imanol Etxeberria contaba recienteme­nte a ABC que usted era un portero «bonito de ver».

—Bueno, bonito de ver tampoco. Con Imanol tengo muy buena relación, fue mi entrenador de porteros en el Bilbao Athletic y le admiro mucho porque sacó un gran rendimient­o de mí. Hay otros porteros que son más bonitos de ver, ¿eh?

—También dijo que España tiene portero para muchos años.

—Es como si lo dice tu madre o tu madre, lo dice porque me tiene cariño. Pero yo ni lo pienso. Mira, entiendo que puedo jugar el partido de cuartos contra Suiza, pero también podría jugar David de Gea o Robert Sánchez. Yo no trato de ser el mejor portero de la selección absoluta, trato de ser el mejor Unai Simón y dar lo mejor.

—Estamos en Eurocopa, pero luego le vienen los Juegos y está en la lista. ¿Ha pensado en el tute que tiene este verano? Llegará muy justo al inicio de Liga con el Athletic.

—Sí, sí, sí llegaría. Ojalá esta Eurocopa la terminemos el 11 de julio y de la mejor manera posible. Lo que venga más adelante, los Juegos y la Liga, ya vendrán.

—¿No es mucho?

—Ya tenía más o menos en la cabeza que podía darse esta situación y lo tengo asimilado, así que va a ser un año sin vacaciones, pero a cambio juego una Eurocopa y unos Juegos.

—¿Con el club ha hablado? El Barça está molesto porque Pedri tiene que ir a Tokio después de jugarlo todo.

—Recibí una llamada de Aitor (Elizegi) ayer y me preguntó cómo lo veía. Le dije que quería ir y él me dijo: «lo que tú quieras». Me dijo que lo mejor para mí sería lo que nosotros decidiéram­os y le dije que sí, que me gustaría mucho ir. Los Juegos son una oportunida­d única para mí y agradezco mucho al club que me haya respetado de esa manera.

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// RFEF Unai Simón posa en el césped del Petrovski de San Petersburg­o

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