ABC (Andalucía)

Sangre nueva para suplir a las vacas sagradas

La eliminació­n de estrellas como Mbappé, Cristiano, Benzema o Muller pone el foco en nombres menos conocidos como Shick, Seferovic, Dolberg o Yarmolenko

- J. C. CARABIAS

Se reparte la Euro en una división casi existencia­l. Cuatro potencias con pedigrí y galones en el pasado, autoras de tantas hazañas en Eurocopas o Mundiales, y cuatro seleccione­s de porvenir incierto que se suben a los cuartos de final con toda la legitimida­d. Si Inglaterra fallase por su lado del cuadro, aterrizarí­a en la final una escuadra de teórico nivel B. Son los otros invitados a la Euro, Suiza, Ucrania, República Checa y Dinamarca, cuatro equipos que se manejaban sin apellidos potentes en cualquier pronóstico, pero que ya asoman con jugadores que despuntan en el torneo.

Se ha marchado un racimo de vacas sagradas, santo y seña en el fútbol. El denominado grupo de la muerte, siempre hay uno de estos en todos los torneos del balompié, ha despejado de estrellas la Eurocopa. Se fue Cristiano Ronaldo, propietari­o de tantos récords que de momento es el máximo goleador de la competició­n con cinco tantos. Ya no está Mbappé, icono de la modernidad que debía gobernar el fútbol y que se va de vacaciones sin haber marcado un gol. Tuvo que regresar Benzema, soporte de Francia con sus cuatro dianas y una aportación tan sólida que se antoja un segundo futuro para él después del veto de Deschamps. En el mismo paquete, Griezmann, Francia un ramillete de figuras.

Ausencias

No está Thomas Muller, el futbolista con peor estética de la historia, pero que lleva más de una década como seguro de vida goleador para los germanos. Eso sí, siempre en los Mundiales (10) porque en las Eurocopas no anota.

En un perfil inferior se despidiero­n Memphis Depay, el nuevo holandés del Barcelona, y Wijnaldum, quien materializ­ó tres goles. El alemán Havertz, autor del gol que dio la Champions al Chelsea, tampoco podrá lucir más. Y lo mismo Luka Modric, alma de Croacia y del Real Madrid durante lustros.

Lo que viene con los cruces de cuartos de final a partir de mañana es menos conocido para el gran público, que tendrá que rastrear en busca de informació­n para calibrar el tipo de jugadores y de fútbol que llega. Los nuevos nombres que despuntan no tienen un patrón común, ni jóvenes ni veteranos, ni prodigios ni aprendices. Pasajeros de equipos de segunda fila que han encontrado la oportunida­d de su vida en seleccione­s que aspiran a la sorpresa en la Euro.

Patrick Shick se convirtió en el primer apellido deslumbran­te del torneo con su gol desde 45 metros a Escocia. El delantero checo expuso fantasía y atrevimien­to en ese golpeo de izquierda para cruzar medio campo al vuelo y se ha encaramado como posible pichichi▶ lleva cuatro dianas y la posibilida­d de jugar al menos tres partidos más. El atacante de 25 años pudo haber sido uno de los talentos que alimentase­n el aura de Monchi como descubrido­r de maravillas. El sevillano visionario lo contrató para la

Roma por una suma considerab­le para su prestigio como comprador barato, 40 millones. Pero Schick, 1,87 de altura y estimable juego con los pies, no triunfó en la capital de Italia, dejó en mal lugar a Monchi que lo había reclutado de la Sampdoria, y actualment­e juega en un equipo de mitad de tabla en la Bundesliga, el Bayer Leverkusen, clasificad­o la próxima campaña para la Europa League.

Seferovic, contra España

Haris Seferovic se medirá mañana a la defensa española y al portero Unai Simón. El delantero de 29 años, hijo de padres bosnios emigrantes a una vida mejor en Suiza, castigó a Francia en la memorable eliminator­ia de octavos de final con dos tantos. Lleva tres en la

Euro, entusiasma­do con el protagonis­mo que le concede su entrenador, el también bosnio Vladímir Petkovic. Tipo de carácter difícil, según las opiniones que sobre él versan, jugó en la Real Sociedad en la temporada 2013-14 con más pena que gloria. Le recuerdan en San Sebastián por un golazo en la previa de la Champions en Lyon y poco más. Ahora, con 29 años, ha explotado en el Benfica (22 goles este curso).

Al danés Kasper Dolberg (24 años) le compara su padre con Van Basten por la elegancia y la envergadur­a. El delantero del Niza, criado en la cantera del Ajax como tantos europeos con talento, ha hecho aparición tardía en la Euro. No jugó contra Finlandia y Bélgica, pero aprovechó su oportunida­d en los cuartos de final con Gales para anotar dos goles decisivos. Jugador elegante, no parece letal.

El último en la lista es el ucraniano Andriy Yarmolenko, 31 años y media vida en el equipo referencia de su país, el Dínamo de Kiev, donde jugó once temporadas antes de recalar en el Borussia Dortmund y ahora en el West Ham inglés. Dos goles en la Euro y espíritu rebelde. «Cuanto más me dicen que soy veterano, mejor juego».

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Schick, entre Dolberg (a la izquierda) y Seferovic
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