Un profesional respetado y alejado del foco mediático
Cuando el pasado mayo se celebró el Consejo Fiscal que cubrió distintas jefaturas en la estructura del Ministerio Público todas las miradas estaban puestas en el Tribunal de Cuentas. La fiscal general del Estado, Dolores Delgado, llevaba meses promocionando a miembros de la minoritaria Unión Progresista de Fiscales para puestos de la máxima responsabilidad y existía cierto temor a que el fiscal jefe del Tribunal de Cuentas, Miguel Ángel Torres, no fuera renovado en el cargo pese a su brillante gestión. Delgado propuso a tres fiscales en los que tenía mucho interés para el Tribunal Constitucional, la Inspección y Violencia de Género y dejó en sus puestos tanto a Torres como a Fidel Cadena, uno de los cuatro fiscales del ‘procés’, en el Supremo.
Pese a ser miembro de la mayoritaria Asociación de Fiscales, Miguel Ángel Torres no es un perfil que pueda incomodar a Dolores Delgado. Es un profesional respetado dentro del Tribunal de Cuentas y está alejado del foco mediático. No es, además, un fiscal más, pues forma parte del Pleno, aunque no es consejero, y su opinión cuenta como una más.
Serio, trabajador, meticuloso y tenaz, Torres llega al enjuiciamiento siempre con los deberes hechos. Escudriña cada cifra con la precisión de un cirujano. Ahora que la Abogacía del Estado no demandará por indicación de su cliente –el Gobierno–, la restitución del dinero de la Generalitat que tiene que verse en la siguiente fase, la del juicio, está en sus manos. Fiscal desde 1982, ostenta la jefatura del Tribunal de Cuentas desde 2015.