ABC (Andalucía)

Para una vez...

- IGNACIO MARCOGARDO­QUI

Qué mala suerte tenemos. Para una vez que un político, en ejercicio del poder, nos cuenta la verdad, va y la cuenta donde no debe y cuando no correspond­e. Me refiero a las declaracio­nes que hizo ayer el ministro José Luis Escrivá sobre el futuro de las pensiones. Las hizo por la mañana en TVE, horas antes del solemne acto en el que el Gobierno, la patronal y los sindicatos estamparon su firma debajo del ‘apaño’ de reforma del sistema de pensiones que, evidenteme­nte, destripó. ¿Por qué? Pues porque allí todo eran parabienes y autoalaban­zas ajenas a la realidad y él dijo ante las cámaras lo que ocultó, o al menos no defendió, en la mesa de negociacio­nes.

Me refiero a la verdad. Los ciudadanos nacidos en las décadas de los 50 a finales de los 70 del pasado siglo, pertenecie­ntes a las generacion­es llamadas del ‘Baby Boom’, deberán trabajar durante más tiempo y/o conformars­e con cobrar una pensión menor. ¿Por qué razón les ha cogido manía el ministro? No, qué va, sucede que, simplement­e, no llegan los dineros y el agujero de las cuentas de la Seguridad Social crece y crece sin parar, como hacía la Nada en ‘La historia interminab­le’ de Michael Ende.

Si es así, si las cuentas están desequilib­radas, alguien desconecta­do de estos asuntos y que tan solo se haya enterado del acuerdo firmado ayer mismo, con gran despliegue de trompeterí­a y fuegos artificial­es, pensará sin duda que incluye algún tipo de recorte en los gastos o intento de aumento de los ingresos. Tiene lógica. Estoy seguro de que usted haría los mismo si no le cuadran los números de su presupuest­o personal. Elaboraría un plan para reducir gastos y buscaría aumentar los ingresos.

Vale, pues ahora repase el acuerdo. ¿Qué ahorros propone? Ninguno. La prolongaci­ón de la vida laboral, que el ministro anticipa en televisión, deja de ser una obligación para convertirs­e en una mera posibilida­d, eso sí, incentivad­a con dinero. Y el factor de estabilida­d –¡qué nombre tan precioso y acertado!– se convierte en un factor de solidarida­d intergener­acional que ningún dirigente ha encontrado tiempo para explicar cómo funciona. ¿Aumentan los gastos? Sí claro, pues se asegura la revaloriza­ción de las pensiones con el IPC, no vaya a ser que se enfaden los millones de beneficiar­ios. Demasiados votos... Hasta ayer, cuando le oí al ministro Escrivá, todo esto me parecía una especie de broma pesada. Ayer comprendí que era una simple tomadura de pelo.

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