Dinamarca sufre, pero se mete en la semifinal y acaba con el sueño checo
Las grandes gestas no están exentas de sufrimiento y se cimientan sobre momentos emotivos y épicos. Dinamarca, que rozó el drama tras el desvanecimiento de Christian Eriksen y el adiós tras dos derrotas en la fase de grupos, ya está en semifinales. Ayer eliminó a la República Checa en un encuentro agónico tras dominar en la primera parte y marcharse al descanso con una cómoda victoria. Delaney abrió pronto el marcador (min. 5) aprovechando un error en el marcaje tras un lanzamiento de esquina y la inspiración del enrachado Dolberg encargó el billete para Wembley a falta de tres minutos para el descanso. Pero los nórdicos no viajan hacia su destino por un camino de rosas, sino pisando dolorosas espinas.
Jaroslav Silhavy agitó a su equipo en la caseta, miró al banquillo y sorprendió a Dinamarca. La salida en tromba de los checos, con dos ocasiones en el primer minuto, tuvo su recompensa con el tanto de Patrik Schick. Se marcha el delantero del Bayer Leverkusen con cinco tantos en su casillero, como Cristiano Ronaldo, rédito meritorio a nivel personal, pero insuficiente para proseguir la andadura en el torneo continental. Incredulidad cuando en las gradas vieron el cartelón con su dorsal. Muchas de las opciones de pasar de ronda por parte de los centroeuropeos estaban en las botas de Schick, pero las dudas se disiparon al ver cómo el ariete se echaba la mano al muslo mientras se retiraba. Los vendajes de Soucek y Boril justificaron los seis minutos de añadido que el holandés Kuipers concedió. Creía la República Checa y sufría Dinamarca. Pero el marcador ya no se movió y Eriksen, desde casa, celebró la clasificación de sus compañeros.