ABC (Andalucía)

Emilio de Justo se consagra como primera figura

► Corta tres orejas a una encastada corrida de Victoriano, con un toro de vuelta al ruedo

- ANDRÉS AMORÓS

Segunda corrida de toros de esta singular temporada en Las Ventas. En el mano a mano de dos diestros extremeños, se agota el papel, dentro de lo permitido: hay hambre de toros, si el cartel que se ofrece interesa a la afición. Asiste el alcalde de Madrid. Los toros de Victoriano del Río, cinqueños pasados (cercanos a los seis años), algunos cornalones, encastados, exigentes. Destaca el bravo cuarto, ‘Duende’, premiado con una justa vuelta al ruedo. Emilio de Justo le corta las orejas, que se suman a la cortada al segundo, y pierde otra por el descabello, en el último. Ha culminado así una larga lucha: su entrega y su firme clasicismo merecían este premio. Con peor lote, Antonio Ferrera deja detalles de su personal estilo, diferente al de todos.

El domingo pasado, en Alicante, Antonio Ferrera protagoniz­ó un gesto heroico. El día anterior había sufrido una cornada interna pero se sobrepuso, en homenaje a Manzanares padre, y cortó orejas. Al primero, un ‘tío’, encampanad­o, ordena que lo piquen en el centro del ruedo, algo insólito (no en él). Sin una duda, con gran oficio, somete las encastadas embestidas. Como suele hacer, cita a recibir desde lejísimos –una suerte muy arriesgada y difícil– pero la espada cae baja. Despliega su variedad capotera en el tercero, burraco, muy castigado, que sufre un mal tercio de banderilla­s y embiste andando. Antonio dibuja muletazos suaves, templados, que encandilan al público▶ una faena muy personal. Vuelve a citar a matar desde muy lejos▶ como el toro tardea, él avanza, con la espada enarbolada, como un soldado (una estampa con más mérito que estética); al llegar cerca, ha de apartarse un poco y la espada cae baja. En el quinto, que embiste pronto, saluda en banderilla­s Antonio Chacón. En la muleta, el toro pega arreones, se queda corto. Ferrera lidia con oficio pero sin brillo. La gente se ha puesto ya de parte de su compañero. Esta vez entra a matar al volapié y no acierta hasta el cuarto intento.

Gran estocada

Emilio de Justo es ahora mismo uno de los diestros más regulares en la entrega y en el triunfo. En el segundo, suelto, quita por chicuelina­s, acogidas como algo extraordin­ario (¡en Madrid!). Citando muy de frente, con firmeza y clasicismo, logra excelentes naturales, mientras el toro aguanta. La gran estocada rubrica la seria faena: justa oreja. El tercero arrea en banderilla­s (otro mal tercio). Brinda a César Rincón. El toro es pronto, galopa, transmite mucho. Es un toro bravo, apropiado para cortarle las orejas, en Madrid, si se tiene la firmeza y el valor de Rincón; también, la que ahora muestra Emilio de Justo, en un trasteo emocionant­e, de largos muletazos, que va a más, salvo un inoportuno desarme.

Se atraca de toro con la espada: dos orejas y vuelta al ruedo a este bravo ‘Duende’. ¡Todos felices! El último, colorado, descarado de pitones, va de un caballo de picar al otro, se queda corto, además de flaquear. Poniéndose en el sitio, le va sacando muletazos que nadie esperaba, de mucho mérito; sobre todo, porque ya tenía la Puerta Grande. Se ha impuesto a un toro por el que nadie daba nada. El descabello le priva del seguro trofeo pero sale por la Puerta Grande (al son del pasodoble de ese mismo título, que compuso Elvira Checa): la segunda vez que lo logra, en Madrid. Ha logrado su sueño y su lucha de varios años, se ha consagrado como primera figura.

¿Habrá más toros en Las Ventas en julio y agosto o tendremos que esperar a la feria de septiembre? Lo lamentaría. Otra gran incógnita es la feria de Bilbao, una de las más importante­s del año. A día de hoy, nada se sabe sobre ella. Recuerdo la vieja frase de los libros de texto, repetida por los jugadores de mus y por Paco García Pavón: «Oscuro e incierto se presenta el reino de Witiza». La feria de Bilbao no debe perderse.

Posdata. Este 4 de julio se cumplen exactament­e cien años del nacimiento de Rafael Ortega, quizá el mejor estoqueado­r dela posguerra. Además de eso, un gran torero clásico, hondo y puro. Su físico (era bajo y algo grueso) no ayudaba a la estética de su toreo. Le pregunté por la técnica de la estocada y me contestó, con su habitual sencillez: «Es muy fácil: citas en corto, tu mano izquierda toca la baba del toro y cruzas». Así de sencillo. Así lo ha hecho Emilio de Jssto. Muchos debieran tenerlo en cuenta.

El triunfador extremeño culmina así una larga lucha: su firme clasicismo merecía este premio

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// GUILLERMO NAVARRO Emilio de Justo salió a hombros por la Puerta Grande

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