ABC (Andalucía)

LA GUERRA ENTRE PP Y CIUDADANOS REGALA OTRA VEZ GRANADA AL PSOE

La deriva del partido de Arrimadas le deja también sin su principal alcaldía Luis Salvador será expulsado de Cs tras apoyar de nuevo a Cuenca

- ÁLVARO HOLGADO

El socialista Francisco Cuenca vivió un ‘dejavú’ en el día de ayer. Al igual que ocurriera en 2016, volvió a coger el bastón de mando del Ayuntamien­to de Granada sin mediar elecciones. A mitad de mandato. Con el PP incapaz de mantenerse en el poder. Y gracias a los votos de Ciudadanos, de Luis Salvador. Las condicione­s, eso sí, son ahora muy diferentes a entonces. El exalcalde no se fue detenido, no ha habido moción de censura y no hay ningún policía revisando los cajones en sus despachos.

Granada tiene un nuevo alcalde después de casi dos meses porque el centro derecha se ha hecho prácticame­nte el ‘harakiri’ para finalmente socavar el acuerdo de coalición firmado entre el Partido Popular y Ciudadanos tras las elecciones de 2019. De por medio, el abandono de todos los concejales populares en bloque, peticiones de dimisión, traiciones, descalific­aciones a uno y otro lado y un insospecha­do mes en el que la joya de la corona de los pocos ayuntamien­tos que Ciudadanos tenía en su haber fue gobernado por un solo concejal naranja y su alcalde hasta que este decidió tirar la toalla ante el caos que había provocado su figura.

Cuenca fue nombrado primer edil de la capital granadina en el día de ayer con una mayoría holgada de 15 votos. Uno más de los que necesitaba. Dos menos de los que tenía hace dos años. Y mientras tanto el PP veía como un candidato imposible de imaginar hace sólo pocos meses como Francisco Fuentes, el número cinco de su lista en los pasados comicios, se quedaba con sólo doce. El PP perdía de nuevo el poder en una plaza históricam­ente suya desde comienzos de siglo y que sólo ha pasado a manos de los socialista­s por lo que en términos tenísticos se llamaría errores no forzados.

El pleno comenzó puntual, pasadas brevemente las once de la mañana. Al aire libre. En el patio del Ayuntamien­to de la capital esperaba un salón de plenos improvisad­o para cumplir las medidas sanitarias, engalanado eso sí de las prescripti­vas telas rojas y escudo de la ciudad presidiend­o la mesa desde la que se dirigía la votación. Alrededor, pocos minutos antes, desfilaban los 27 ediles que conforman el consistori­o. Cada uno con su grupo municipal.

Y Pérez se salió con la suya

De los tres concejales no adscritos, el tránsfuga popular Sebastián Pérez, quien dinamitó todo esto con su salida del partido y el órdago a Salvador para su dimisión en aras del supuesto pacto de alternanci­a, caminaba como un verso libre. Además pedía, ante la inminente llegada al poder de los socialista­s, una dimisión más, la de la dirección andaluza del PP. Casi nada. Con todo, aunque a medias, Pérez se salía con la suya. El candidato popular —Fuentes, quien siempre le fue fiel— es a quien quiso desde el principio como alcaldable tras las cuitas internas que le apartaron del poder orgánico en la provincia.

Por su parte, Manuel Olivares y Lucía Garrido, exconcejal­es de Ciudadanos que abandonaro­n también el equipo de gobierno junto a los populares, acompañaba­n al PP en su entrada al claustro. Tanto Pérez como ellos dos votaron a favor de Francisco Fuentes, como era esperado.

Pero además de los ediles hubo varias presencias significat­ivas. El aforo no era de 27 personas, sino de 87. Varios compañeros de partido, sobre todo, arropaban al nuevo alcalde antes de su nombramien­to. El ministro José Ábalos estaba invitado al acto y Juan Espadas, nuevo líder del PSOE en Andalucía y todavía alcalde de Sevilla, saludaba a la plana mayor del socialismo granadino. Apretones de manos y varios abrazos que harían saltar de la silla a cualquier epidemiólo­go. Uno de ellos sería para el propio Salvador, con quien luego charló durante un buen rato antes del pleno. El exalcalde y Huertas, por cierto, sintomátic­amente solos, sin una sola representa­ción institucio­nal de su partido.

En el ala de la derecha, los ediles de Vox, que habían anunciado que presentarí­an su propio candidato de consenso a la investidur­a, estaban acompañado­s de Macarena Olona, diputada nacional y brazo fuerte del partido en el Congreso de los Diputados. Olona ha jugado su papel en la crisis política granadina. Crítica como pocas con el ex primer edil, denominó a Salvador como «garrapata política» tras enrocarse en el cargo con el gobierno más inaudito de la democracia granadina durante casi un mes.

El voto de Vox, a pesar de lo anunciado fue finalmente para Fuentes. En el PP granadino se escuchaban mientras tanto algunas quejas por la falta de apoyo de la dirección de su partido ante una derrota cantada, a pesar del apoyo final de los de Onofre Miralles.

Cuando empezó la votación, las cartas estaban echadas. Apenas 20 minutos entre la lectura práctica del proceso y lo demás. El voto sería secreto y hacia la Jarra de Caballeros fueron por orden alfabético a soltar su papel uno por uno los ediles. En la lectura de la votación, al llegar el esperado decimocuar­to voto que daba la mayoría a Cuenca, sonaban los aplausos. Granada volvía a tener alcalde, el cuarto en cinco años. De nuevo, socialista.

Un pacto de unidad

El discurso de Cuenca, que daba fe de lo que promete y está por ver si ejecuta en su nuevo proyecto de ciudad, comenzó citando a Machado. Las caras de los ediles populares, golpe a golpe, voto a voto, seguían siendo de póker.

A ellos lanzó el guante el ya alcalde

Vox terminó apoyando al PP, al igual que los dos ediles que dejaron Cs; nadie de la dirección de este partido asistió al pleno

en sus primeras declaracio­nes anticipand­o que daría pie a «otras incorporac­iones» por parte de los demás partidos del pleno para conformar su equipo de gobierno. Interpelab­a a PP, Unidas Podemos, los concejales no adscritos y Ciudadanos a propiciar «la estabilida­d que la ciudad merece» con un «pacto de unidad». Vox, eso sí, quedaría fuera de la ecuación.

Salvador, a quien ya se le ha comunicado que será expulsado de Ciudadanos por incumplir la disciplina de voto, no entraba al trapo y señalaba vivir «con naturalida­d y optimismo» la nueva etapa en el Consistori­o. Tanto, que no descarta entrar en el gobierno municipal si se le ofrece.

Así las cosas, Cuenca empieza su mandato con una mayoría clara que en principio debería permitir la estabilida­d que reclama el consistori­o desde hace meses. Comenzando por diez concejales, los tres de Unidas Podemos, y terminando por las variables prometidas en aspectos puntuales de Salvador y PP. Se acaba así una de las etapas más controvert­idas de la historia de la democracia en Granada. Al menos por el momento.

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Francisco Cuenca muestra la vara de mando recuperada en la plaza del Carmen
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// EFE/PEPE TORRES

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