ARCO se reinventa a los 40 años para plantar cara a la pandemia
► Abre la feria más atípica, en un formato reducido, en los pabellones donde hace meses había un hospital de campaña
Hace dieciséis meses, concretamente el 1 de marzo de 2020, cerraba sus puertas ARCO 2020. Ya entonces se hablaba en la feria de coronavirus, mascarillas, geles hidroalcohólicos... por las noticias que llegaban de Italia. Pero cómo imaginar entonces que el 21 de ese mes los pabellones 7 y 9 de Ifema se estarían acondicionando como hospital de campaña. Se instalaron 1.300 camas, 95 puestos UCI... Parte del personal de Ifema y de ARCO trabajaron como voluntarios. Recuerda Maribel López, directora de la feria, que «se vivieron momentos terribles, fue emocionalmente muy intenso». Se planteó incluso cambiar de pabellones en la edición de este año, pero decidió seguir en los mismos. Tampoco ha querido hacer ningún homenaje especial. Pensó que el mejor tributo es seguir adelante, señal de que la vida continúa. Pero, paradojas de esa vida que sigue (aunque no tan igual como cantaba Julio Iglesias), donde hace unos meses había dolor y sufrimiento hoy hay obras de arte a la venta y coleccionistas con dinero dispuestos a comprarlas. Dos caras de una misma moneda. Imposible no recordar lo que se vivió el año pasado cuando ayer pisábamos ambos pabellones.
ARCO tenía dos opciones aplazar su cita a otoño o al próximo año, como han hecho las grandes ferias internacionales (Art Basel, Tefaf, Armory, FIAC o Frieze Londres), o celebrarla. El comité organizador de la feria sondeó a las galerías y acordó abrir en julio. Ciento treinta decidieron arriesgarse. Otras muchas declinaron su asistencia. Sobre todo, internacionales (se echan en falta grandes nombres), pero también españolas. En 2020 hubo 209 galerías. Ifema ha rebajado el precio del metro cuadrado en los estands un 30%, se ha reducido el aforo a la mitad, se ha dedicado un día más a los profesionales (y, por tanto, uno menos al público)...
Los Reyes inaugurarán hoy la 40 edición de ARCO, cuya fisonomía ha cambiado por completo la reducción de galerías ha permitido amplísimos pasillos por donde deambular manteniendo la distancia de seguridad. Los galeristas que han decidido apostar por ARCO no se arrepienten de su decisión les gusta cómo ha quedado la feria y a primera hora de ayer ya habían hecho algunas ventas, aunque la verdad es que muchos puntos rojos en las cartelas no se veían.
A sus 85 años, la incombustible Helga de Alvear se había gastado en un pispás miles de euros en obras de Antony Gormley (Thaddaeus Ropac le dedica un estupendo estand monográfico), Gilbert & George o Bruno Munari, entre otros artistas, para su flamante museo en Cáceres. En la misma pared de la galería donde hace unas ediciones fue censurada la serie de políticos presos de Santiago Sierra, luce otra serie del mismo artista, realizada entre 2012 y 2015. En este caso, castiga de cara a la pared a los veteranos de distintas guerras Afganistán, Irak, Vietnam, Bosnia, Kosovo, Ruanda... La galerista y coleccionista sigue apostando a muerte por su artista. Tras el fracaso del ninot del Rey que hizo a cuatro manos con Eugenio Merino, parece que la pandemia les ha contenido. De este hay obra en ADN (una puerta giratoria en el Congreso de los Diputados que alude a la corrupción de nuestros políticos).
Contención
Y hablando de contención, la de las obras expuestas. No parece un año adecuado para vender piezas de más de cinco ceros. Y eso que, según la directora de ARCO, hay 250 coleccionistas invitados a la feria. Advierte Maribel López que «no es este un ARCO de transición, no está hecho a medias. Una feria con 130 galerías es una feria importante». Sí hay obras de calidad. Así, en el estand de Leandro Navarro, donde ya habían vendido un Bores, cuelga un Picasso cubista de 1919 (780.000 euros) junto a una escultura de Gargallo en la que aparece Picasso desnudo con una margarita en la boca. Junto a ellos un cuadro de Chagall, que reúne toda su iconografía (775.000 euros) y uno de los raros Calder de pared (850.000). En el estand, cinco esculturas y una pintura de Carmen Laffón centradas en las salinas de Sanlúcar de Barrameda. A sus 87 años, sigue en plenitud creadora. Alérgica a las ferias, ha creado piezas ‘ex profeso’ para ARCO a unos precios razonables 7.50011.500 euros. Advierte el galerista Íñigo Navarro que hay este año en la feria «propuestas importantes, de muy alto nivel; la esencia es muy buena». En el vecino estand de Guillermo de Osma, otras dos grandes del arte español un óleo sobre cartón de Maruja Mallo (480.000 euros) –en septiembre verá la luz su catálogo razonado– junto a un lienzo de María Blanchard (80.000 euros), la artista que el Prado ha incorporado a sus fondos del XIX.
Y hablando de mujeres, ARCO presenta este año 25 proyectos de artistas (cuesta trabajo encontrarlos, están muy mal señalizados) Dominique Gonzalez-Foerster, Fernanda Fragateiro, Almudena Lobera, Rebecca Ackroyd... El año que viene tendrá continuidad. Soledad Sevilla, que andaba por la feria, advierte que «quizás sea forzado» este
aluvión de mujeres artistas en museos, galerías, ferias, bienales... «Pero posiblemente haga falta. Es positivo y necesario». En ADN, María María Acha-Kutscher reivindica en su serie de dibujos ‘Indignadas’ todo tipo de reivindicaciones y luchas de las mujeres en las calles.
‘Detrás del muro’
La artista cubana Rachel Valdés, pareja del cantante Alejandro Sanz, andaba en la feria con José María Michavila, uno de los abogados, junto con Ángel Acebes, de la baronesa Thyssen. Aún seguimos a la espera de la firma del alquiler de su colección. Valdés exhibe obra en ARCO, dentro del proyecto ‘Detrás del muro’ y durante el día de hoy abrirá al público su nuevo estudio en Madrid. «Me hace muchísima ilusión. Tengo también estudio en La Habana, pero me he mudado recientemente a Madrid». Explica que ‘Detrás del muro’ es «un proyecto cultural, curatorial, bastante ambicioso, el más importante de obra pública que ha estado presente en las últimas ediciones de la Bienal de La Habana». Exhibe en ARCO un lienzo de gran formato y fotos de las instalaciones que expuso allí». No es la primera vez que acude a ARCO, ya estuvo en las dos ediciones anteriores «Es una feria muy importante. Es el portal donde darse a conocer en el mundo del arte en Europa. Merece la pena que se celebre este año. Soy partidaria siempre de que se hagan las actividades culturales, porque creo que el arte salva. Sobre todo después de este periodo tan duro que ha sido el encierro para todos. Empezar otra vez a darle al espectador la oportunidad de estar más cerca del arte es siempre bueno. El público lo necesita».
El ‘Guernica’ de Agustín Ibarrola es, seguramente, la obra de ARCO 2021. Desaparecida durante décadas, se exhibe en el estand de la galería José de la Mano. El icónico mural del malagueño obsesionó de tal manera al vasco que abordó su propia versión actualizada en un monumental lienzo, de dos por diez metros, compuesto por diez paneles. La obra estaba almacenada en el caserío que, durante décadas, usó Ibarrola como estudio en la localidad vizcaína de Gametxo. No suelta prenda el galerista de su precio. Al parecer, hay tres instituciones españolas (dos museos y una fundación) interesadas en adquirirlo.
En Marlborough, Antonio López ni está ni se le espera este año. Anda pintando de nuevo en la Puerta del Sol madrileña. En el centro del ‘estand’ luce ‘Hera’, de Tony Matelli, exasistente de Jeff Koons. Es una de las piezas más fotogénicas de la feria este año una obra en resina que semeja una escultura de la Antigüedad con trozos de una sandía. Una reflexión pop sobre lo que perece y lo que queda en la Historia del Arte. No faltan en ARCO clásicos modernos habituales en la feria como Tàpies, Chillida, Plensa (presente en Lelong con una cabeza en mármol, ‘Martina’s World’) o Juan Muñoz (en el estand de Elvira González con un dibujo y una curiosa escultura). Allí coincidían por la mañana el ex ministro de Cultura José Guirao y Juan Manuel Bonet. Ambos fueron directores del Reina Sofía. Mañana, el museo hará públicas sus compras en la feria.