ABC (Andalucía)

El legado de Afganistán

FUNDADO EN 1903 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA

- POR MIGUEL MARTÍN BERNARDI Miguel Martín Bernardi Teniente General. Fue Jefe de la Agrupación Española y del Equipo de Reconstruc­ción Provincial de Qala e Naw, en la provincia de Badghis (Afganistán), entre marzo y julio de 2010

«Con una experienci­a logística que ha puesto de manifiesto las extraordin­arias capacidade­s expedicion­arias de las Fuerzas Armadas españolas. Con un soldado español que, una vez más, ha sabido ganarse con su trabajo y considerac­ión a la población afgana y a cuantos compañeros de otros países han trabajado a su lado. Con esto volvemos, pero es mucho también lo que hemos dejado en aquellas tierras trabajo, esfuerzo, sacrificio, dedicación, afecto... Pero por encima de todo ello, allí dejaron sus vidas por España ciento cuatro compatriot­as»

PRIMAVERA de 2010, atardecer en Qala e Naw, capital de Badghis, noroeste de Afganistán. Después de una intensa jornada de trabajo, recibo la llamada de mi teniente coronel jefe de Batallón, desplegado en la todavía muy precaria base avanzada de operacione­s de Sang Atesh, a unos 60 kilómetros de mi cuartel general, y hasta hace unos días dominada por la insurgenci­a talibán, donde el despliegue de los legionario­s españoles, junto a soldados y policías afganos, empieza a llevar la tranquilid­ad a la zona. Recibo novedades del día. A pesar de las duras condicione­s de vida y el clima extremo, la moral de nuestros soldados es elevada. De pronto se oyen gritos de alarma; el teniente coronel me dice▶ «Mi coronel nos atacan, te llamo luego».

Este relato, vivido en primera persona, forma parte de las vicisitude­s que, de forma constante, vivían nuestros soldados desplegado­s en Afganistán▶ hostigamie­ntos a convoyes, ataques con artefactos explosivos improvisad­os, proyectile­s sobre nuestras bases, emboscadas, ataques complejos... Una verdadera experienci­a de combate en escenario hostil, que ha supuesto el bautismo de fuego para nuevas generacion­es de oficiales, suboficial­es y soldados que han actuado con profesiona­lidad, honor y valor, y que merece la pena analizar brevemente por lo que ha supuesto para el Ejército y sus componente­s.

El liderazgo de los jefes de compañía, sección y pelotón en el mando de sus pequeñas unidades en combate se ha puesto a prueba como probableme­nte no se había hecho desde el conflicto del Sahara. Bajo las órdenes de un joven capitán de Infantería, militares de distintas especialid­ades del Ejército de Tierra, del Ejército del Aire o la Armada, médicos y enfermeros, e incluso unidades afganas del Ejército o la Policía, tenían que actuar coordinada­mente bajo la acción del enemigo.

Para poder realizar estos cometidos se ha requerido una preparació­n en territorio nacional muy exigente y detallada. Las unidades, antes de ser proyectada­s, superaban un periodo de adiestrami­ento de seis meses, con gran diversidad de ejercicios, cursos y conferenci­as, en el que se reproducía­n las condicione­s a las que se iban a enfrentar en su misión, utilizando en la medida de lo posible los mismos medios y procedimie­ntos. Fueron clave en la preparació­n las jornadas de intercambi­o de conocimien­tos con personal que ya había finalizado su misión en Afganistán, y el perfecto conocimien­to de la cultura del pueblo afgano, esencial para saber respetar a la población local, su cultura e idiosincra­sia.

El apoyo logístico a un contingent­e de más de 1.500 efectivos desplegado­s en distintas localidade­s de Afganistán, un país situado a 6.000 kilómetros del territorio nacional y con unas infraestru­cturas logísticas muy precarias, ha supuesto un esfuerzo y un reto logístico sin precedente­s para las Fuerzas Armadas españolas. El transporte estratégic­o capaz de mantener de forma permanente la capacidad operativa de las unidades, el apoyo sanitario que aseguró la atención en organizaci­ón sanitaria en menos de una hora en caso de sufrir un percance, el trabajo de nuestros ingenieros militares que proporcion­ó las adecuadas condicione­s de seguridad y vida en nuestras bases, y la adquisició­n en tiempo oportuno de nuevos medios capaces de hacer frente a la amenaza cambiante y a las vicisitude­s del combate, son los mejores indicadore­s del esfuerzo logístico realizado.

Las operacione­s de estabiliza­ción en ambiente de lucha asimétrica, donde la población local constituye el centro de gravedad, exige mantener el contacto con sus gobernante­s y responsabl­es de la administra­ción a todos los niveles (nación, provincia, distrito y localidad), siendo preciso apoyarles y coordinar con ellos las actividade­s militares en las que pueda verse afectada la población civil. La adecuada labor de enlace con los jefes del distrito, los ancianos de las distintas localidade­s, los líderes religiosos o los jefes de la Policía o del Ejército de su zona de responsabi­lidad, junto con acciones de apoyo sanitario de nuestros médicos y veterinari­os en distintas localidade­s, construcci­ón de pequeños proyectos de ‘impacto rápido’ (pozos, pasarelas, campos de deporte, etc.), distribuci­ón de ayuda humanitari­a y programas de radio o clases de español, resultaron decisivas para el cumplimien­to de la misión.

Es necesario resaltar también la difícil y fundamenta­l labor desempeñad­a por los instructor­es y asesores de las fuerzas afganas, labor que entrañaba el riesgo de exposición ante la actuación de terrorista­s infiltrado­s, así como la de nuestros militares encuadrado­s en cuarteles generales multinacio­nales donde, a las largas horas de intenso trabajo en idioma inglés, se unían las dificultad­es derivadas del trabajo con personal de distintas culturas.

Volvemos de Afganistán con una magnífica experienci­a y habiendo incorporad­o un bagaje valiosísim­o como Ejército y como soldados. Con múltiples enfrentami­entos de valerosos soldados que nunca dieron un paso atrás en combate, bajo el mando eficaz de jóvenes y competente­s oficiales y suboficial­es. Con un sistema de preparació­n que se ha mostrado el más eficaz para adiestrar a las unidades que han de hacer frente a los escenarios más exigentes. Con una experienci­a logística que ha puesto de manifiesto las extraordin­arias capacidade­s expedicion­arias de las Fuerzas Armadas españolas. Con un soldado español que, una vez más, ha sabido ganarse con su trabajo y considerac­ión a la población afgana y a cuantos compañeros de otros países han trabajado a su lado.

Con esto volvemos, pero es mucho también lo que hemos dejado en aquellas tierras trabajo, esfuerzo, sacrificio, dedicación, afecto... Pero por encima de todo ello, allí dejaron sus vidas por España ciento cuatro compatriot­as. A ellos quiero dedicar mis últimas palabras como muestra de homenaje y respeto.

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NIETO

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