¿Hasta cuándo?
Pedrito no sería él si desaprovechase la oportunidad de apuntarse un tanto: «Nuestros cazas están aquí para defender la unidad lituana», dijo
EL famoso arranque inculpatorio ciceroniano, preguntando a Catilina cuánto más abusaría de la paciencia del pueblo romano, podría servir tanto para los nacionalistas catalanes, que cuanto más les dan, más piden, como para Pedro Sánchez. Tras regalarles el indulto de los sediciosos condenados por el Tribunal Supremo, la Generalitat de Cataluña avala a través de una entidad bancaria las multas que el Tribunal de Cuentas impuso a los condenados por «malversación de fondos públicos». El Partido Popular lo ha denunciado por prevaricación y puede ser fraude de ley, al usarse un subterfugio, el banco privado, para evitar que se cumpla una sentencia judicial.
Al enterarse de tan torticera maniobra, la reacción de Pedro Sánchez fue: «Si no está sujeto a derecho, recurriremos», en vez de haberlo ya hecho. Como planear ayudas fiscales para que sus empresas vuelvan a Cataluña y abrir sus embajadas. Los secesionistas actúan como si contasen no sólo con su simpatía, sino también con su colaboración para que su siguiente golpe de Estado sea un éxito, en vez del churro que les salió el primero.
¿Dónde está ahora el presidente del Gobierno? Pues lo más lejos posible de la quema, como acostumbra. Con un país sacudido por la quinta ola de la pandemia del Covid-19 que él ha dado por vencida varias veces, visita y farda por Estonia, Letonia y Lituania, donde hay tropas españolas junto a otras de la OTAN, vista la amenaza constante de Rusia, a la que pertenecieron no ha mucho. Fue en la base de Siauliai, en el último de esos países, donde tuvo lugar el episodio más inesperado. A punto de empezar la conferencia de prensa con el primer ministro lituano, hubo que interrumpirla por el rugir de reactores y órdenes de desalojo inmediato. Ya en lugar seguro, se aclaró la causa: los cazas de la Alianza Atlántica habían despegado al detectarse la presencia de dos aviones no identificados, que se suponían rusos. Al parecer, suelen hacerlo para mostrar músculo.
Me trajo a la memoria otro lance en el Berlín de los años sesenta del pasado siglo. El Bundestag, Parlamento alemán, había decidido celebrar su primera reunión en el Kongress Halle de Berlín Occidental. Nada más empezar la sesión, media docena de MiG soviéticos comenzaron a hacer maniobras sobre el edificio, con los consiguientes estallidos al romper la barrera del sonido. Un error de cualquier piloto hubiese significado la Tercera Guerra Mundial. Por fortuna no fue así, pero Pedrito no sería él si desaprovechase la oportunidad de apuntarse un tanto: «Nuestros cazas están aquí para defender la unidad lituana», dijo. Qué lástima, pensé, que le preocupe más la unidad lituana que la nuestra.