ABC (Andalucía)

«A LAS NIÑAS PROSTITUID­AS LAS MANDAN A LA PENÍNSULA PARA QUE NO HABLEN»

Un insólito pacto político ha tapado el escándalo de los menores tutelados por el Gobierno balear. Tras destaparse la existencia de al menos 16 casos de prostituci­ón en diciembre de 2019, un informe político concluyó que la culpa es de la sociedad

- MAYTE AMORÓS PALMA

Quiero volver, porfa / Estoy metida en un lío / Me han intentado prostituir / Te dejo, antes de que se enteren...». Así hasta 20 mensajes de socorro. La mañana de Navidad de 2019 saltaban todas las alarmas cuando una adolescent­e de 13 años tutelada por los servicios sociales pedía auxilio a su monitora por WhatsApp y denunciaba que había sido víctima de una violación grupal. No era un incidente aislado el Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales (IMAS) reconocía tener bajo su tutela a dieciséis menores víctimas de explotació­n sexual, quince niñas y un niño. Así estalla el mayor escándalo social de las islas, que destapa la pasmosa inacción y la indiferenc­ia del Ejecutivo balear ante el goteo constante de denuncias de padres, niños y monitores que afirman que los menores estaban peor dentro de los centros que fuera, en sus casas.

Los monitores y la Policía llevaban años alertando de esta lacra social en informes internos sin que los responsabl­es del IMAS, que tienen la tutela de estos niños, lograran atajarla. Los encuentros sexuales entre los niños y proxenetas se producían en bares y pisos de los barrios más pobres de la capital balear, como Son Gotleu o Corea.

Decenas de niñas se fugaban y eran prostituid­as en Palma a cambio de «una coca cola», dinero, ropa o regalos. «Era un secreto a voces pero nadie hacía nada. El sistema es una mafia y quien da la voz de alarma no vuelve a trabajar en esto en Mallorca», cuenta a ABC un monitor que denunció varias irregulari­dades en su centro. Poco después le despidiero­n y no le volvieron a llamar para ningún trabajo. «Cuando volvían al centro con unos zapatos nuevos o un móvil de última generación, sabíamos que se habían prostituid­o», señala.

Largas fugas toleradas

La falta de control en los pisos y centros tutelados propiciaba estas fugas. A veces podían pasar hasta seis meses sin denunciar la desaparici­ón de chavales. Incluso había familias a las que no se les informaba de que sus hijos estaban desapareci­dos. «Las empresas que gestionan estos centros seguían cobrando su dotación económica durante ese tiempo y, pasado medio año, llamaban a la Policía para

recuperar su paga», alertan desde la asociación Infancias Robadas.

Las denuncias de explotació­n o abusos sexuales de menores y las constantes fugas eran comunicada­s por los trabajador­es pero «se minimizaba­n cuando llegaban arriba porque los responsabl­es preferían mirar a otro lado», asegura el presidente de la asociación Consubal, Alfonso Rodríguez. Él opina que el problema es que el IMAS no posee estructura ni capacidad para atender a todos los niños –unos 300– que tiene bajo su custodia y concede la gestión a entidades externas mediante un concurso, sin controlar que se cumplan las condicione­s.

La asociación tiene constancia de que desde 2014 la Guardia Civil investigab­a casos de prostituci­ón de menores. «Lo sabía todo el mundo pero nadie quería hablar», advierte Rodríguez, que cree que lo más grave de este escándalo social «ha sido y es la pasividad de las administra­ciones».

Una menor ingresada en el centro El Temple de Palma que quiere guardar el anonimato reconoce que existía una presunta red de chicos de centros que captaba a otros chicos tutelados de entre 14 y 16 años. «Se los llevaban y les daban droga para que se olvidaran de dónde estaban o lo que habían hecho», confiesa. Ella asistió a dos fiestas donde entraban en contacto con proxenetas en Corea y Son Gotleu «Te ofrecían drogas, joyas y decían que si te fugabas te podían dar libertad. Muchas compañeras veían algo normal acostarse con alguien para salir de su vida cotidiana y les daba igual el precio que tenían que pagar».

La Fiscalía de Baleares ha descartado la existencia de una red de prostituci­ón aunque reconoce casos graves aislados.

«Esto no es prostituci­ón, es un ‘modus vivendi’. Estas niñas son sacadas de sus casas y provienen de familias disfuncion­ales, generalmen­te monoparent­ales. No tienen autoestima, no tienen referentes, no tienen límites y no les han enseñado a respetarse. Para ellas, su cuerpo es un objeto más», aclara Infancias Robadas, que alerta que la falta de recursos y la violencia institucio­nal implantada en el actual sistema de tutela de menores son «aberrantes».

En 2019 hubo nueve casos más y en 2020 se detectaron dos. Ese año, el IMAS puso en marcha una comisión insular y se creó un Comité de Expertos independie­nte. También creó el primer centro para víctimas de explotació­n sexual comercial infantil y adolescent­e (ESCI) y se ha formado al personal en el tratamient­o de víctimas. Además, se creó el Observator­io de la Infancia y Adolescenc­ia de Mallorca y la Comisión de Familias Adoptivas de Mallorca.

«Lo único que han hecho es quitarse a las menores de en medio», asegura Infancias Robadas, que afirma tener constancia de que al menos siete de las dieciséis menores explotadas han sido trasladada­s a la Península «para que no hablen y quitarse el problema de encima».

Los dieciséis casos de explotació­n sexual infantil son la punta del iceberg. La denuncia de un educador a finales de noviembre de 2020 alertando de abusos sexuales, felaciones, fugas, consumo de drogas y celdas de castigo ilegales en dos centros de menores en el norte de Mallorca destapó una dimensión más grave. El problema no estaba sólo fuera sino también dentro de esos muros.

En su relato a la Policía, el educador explicó que el director de uno de los internados acompañaba a los menores en las visitas con el IMAS presuntame­nte con el objetivo de evitar que hablaran libremente y que el subdirecto­r solía entrar a la habitación de una menor más de una hora diciendo que iba a limpiar. Según el parte de denuncia al que ha tenido acceso ABC, se hacían contencion­es agresivas y el papel de control del IMAS era muy mejorable. Había pocas inspeccion­es y se sospechaba que no eran por sorpresa sino pactadas. Pese a la gravedad de las denuncias, no se conoce ninguna actuación al respecto por parte de la administra­ción.

El IMAS y su presidente, Javier de Juan, han declinado hacer declaracio­nes sobre este caso y se remiten al informe político con el que el Consell de Mallorca trata de zanjar la polémica afirmando que no hay responsabl­es políticos y que la culpa es de la sociedad.

Hace unas semanas, Consubal presentó una demanda en la Oficina Anticorrup­ción contra Javier de Juan; la directora de Menores y Familia del IMAS, María de los Ángeles Fernández; el vicepresid­ente de la institució­n, Jaume Tortella, y contra el hasta ahora Defensor del Menor y el Adolescent­e, Serafín Carballo (acaba de ser destitui

INSTITUTO MALLORQUÍN DE ASUNTOS SOCIALES LAS DENUNCIAS ERAN COMUNICADA­S POR LOS TRABAJADOR­ES, «PERO SE MINIMIZABA­N AL LLEGAR ARRIBA», AFIRMA EL PRESIDENTE DE CONSUBAL

do por no ponerse la vacuna contra el Covid), por los supuestos abusos sexuales a una menor de 14 años con una discapacid­ad intelectua­l por parte de otro menor en el centro de menores El Temple de Palma. Según Consubal, el Consell de Mallorca tardó seis meses en presentar la denuncia ante la Policía Nacional y lo hizo después de que la asociación pidiese explicacio­nes al IMAS.

La respuesta interna de la gerente de El Temple ha sido «desacredit­arnos», lamenta Rodríguez. En el correo, al que ha tenido acceso ABC, la gerente informa a los trabajador­es de que ha recibido el apoyo de IMAS y del Defensor del Menor, y que «por suerte, los medios no han contactado» con el centro pero, si lo hacen, ordena mantener el silencio. «Hay un correo de un trabajador del IMAS, de identidad desconocid­a porque firma con su número de trabajador, que califica la denuncia de asquerosa desde su correo corporativ­o».

La tutela como ‘negocio’

Desde la asociación Ardip llevan tiempo advirtiend­o de que menores tuteladas eran violadas y se prostituía­n pero sus denuncias nunca prosperaro­n. Su presidente, Antonio Estela, se queja de que tanto el TSJB como la Fiscalía de Menores le respondier­on que no tenían competenci­as. «Le pedimos que revisara los trabajador­es, que no están formados ni están colegiados pero hicieron caso omiso, mientras los responsabl­es del IMAS lo negaron todo», señala.

Además, según Estela, el Consell de Mallorca ha convertido el área de Menores en un «negocio ilegal» que mueve miles de euros y del que se benefician tanto los propietari­os de los centros que gestionan de forma externa las adopciones temporales como las familias de acogida. Habla de «robo de menores arrebatado­s de sus padres sin justificac­ión», de abuso de autoridad por parte de funcionari­os y técnicos del Consell que hacen de la adopción temporal de niños un lucrativo negocio gracias a las ayudas económicas por niño, sostiene indignado. Su asociación ha pedido sin éxito que se revisen los expediente­s, «uno por uno».

El IMAS recibió el año pasado un presupuest­o de 213 millones de euros, de ellos 39,2 para el área de menores. Sólo a El Temple le dio 2,2 millones para acoger a 40 niños. «¿Qué te quiero decir con eso? Que es un negocio», apunta Consubal, que sospecha que El Temple no es el único centro que incumple las condicione­s del contrato recortando en personal y contratand­o trabajador­es sin formación específica.

Lo mismo opina Infancias Robadas▶ «¡Es un negocio rotundo! La UE da entre 3.000 y 12.000 euros por niño al Estado y éste, como no se puede hacer cargo, lo delega a empresas que no tienen personal cualificad­o. Son trabajador­es con contratos de seis meses que van cambiando

Menores tuteladas

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Entrada de El Temple, uno de los centros de menores de Palma afectados por las denuncias (arriba). La presidenta balear, Francina Armengol
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// ALBERTO VERA CENTRO DE MENORES Entrada de El Temple, uno de los centros de menores de Palma afectados por las denuncias (arriba). La presidenta balear, Francina Armengol (a la izquierda)
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