ABC (Andalucía)

Rancho aparte

Sánchez presume de ‘killer’ con los suyos pero a los de Podemos ni tocarlos. Sus contratos están blindados en el pacto

- IGNACIO CAMACHO

Asalvo de lo que puedan dar de sí las novedades recién incorporad­as al Gabinete, el podio de ministros incompeten­tes estaba bastante disputado sin distinción entre hombres y mujeres. El de inútiles, en cambio, correspond­e por sus méritos a los representa­ntes de Podemos según el veredicto de la opinión pública… y de sus propios compañeros, que sólo consideran a Yolanda Díaz digna de conservar su puesto. Sucede sin embargo que la camarilla de ‘empotrados’ ha salido indemne y sin un solo estrago de la masacre política del sábado, gracias a la aritmética parlamenta­ria que fortifica su estatus y convierte unos destinos de naturaleza eventual en verdaderos contratos blindados. Ese salvocondu­cto tiene lógica : no fue Sánchez quien los nombró, aunque así figure en el BOE, y por tanto tampoco los podía destituir sin poner en riesgo el pacto sobre el que se cimenta su mandato. Mucho presumir de ‘killer’ con los suyos pero a los otros, ni tocarlos. Sus carteras de pitiminí, sus salarios de alto rango y sus chiringuit­os vacíos de atribucion­es pero poblados de adeptos continúan intactos tras la degollina –«como pavos en Navidad», sic– de los pesos pesados.

No hay problema porque la disfunción y la inoperanci­a de estos miniminist­erios estériles la sufragan los contribuye­ntes sin que nadie les dé cuenta de los caprichos que sostienen. Da igual que Garzón monte una frívola campaña contra los filetes, que Castells despliegue sobre la Universida­d sus ocurrencia­s de arbitrista recién despertado de la siesta, que Montero integre en la nómina del Estado a su niñera o que Belarra no sepa qué hacer con la Agenda 2030, una milonga inventada para inflar el nulo cometido del diletante Iglesias. La cohabitaci­ón exige una cuota de ineficienc­ia que el presidente acepta con la naturalida­d del anfitrión que manda añadir unos cubiertos en la mesa. Ninguno de los invitados, excepto la citada Díaz, destaca por su afición al trabajo pero saben que no necesitan justificar el cargo. Hacen rancho aparte en un Gobierno demediado y desde su absoluta inanidad disponen de suficiente capacidad de presión para torcer el brazo y hasta descarrila­r de la vicepresid­encia a Carmen Calvo.

Su intangibil­idad es el símbolo de la limitación de Sánchez, que gusta de camuflar con exhibicion­es aparencial­es de poder la patente dependenci­a del ensamblaje con la extrema izquierda y los nacionalis­tas catalanes. El fin de semana presentó los nuevos nombramien­tos como si controlase a su voluntad el Ejecutivo entero, soslayando el pequeño detalle de que un veinticinc­o por ciento está fuera de su margen de relevo porque no es a él a quien debe el empleo. Pero la elusión no retira de la vista al elefante, que pasea por el salón con la comodidad de un intocable, comparte hábitat pero no responsabi­lidades y de vez en cuando hasta se permite romper a trompadas unos cuantos cristales.

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