La mitad del Estado soy yo

La titular de Trabajo se erige como semipresidenta al alardear de dirigir sus propias crisis de gobierno

La precisión quirúrgica con que Pedro Sánchez evisceró el pasado sábado su Gobierno sin tocar un solo órgano del aparato –digestivo o nervioso; Garzón o Montero– de Unidas Podemos forma ya parte de la historia abreviada de la anatomía, sección de urgencias. «Doctor, abra todo lo que tenga que abrir y lo demás está en sus manos», dijo Paquirri en Pozoblanco. Ábalos, Calvo y Redondo nunca llegaron a Córdoba. Siguen en la ambulancia, en cambio, los miembros y miembras de la compañía estable del desafuero, cuadrilla del arte que Yolanda Díaz confirmó ayer que va por libre. En un alarde de autoridad suplantada, desafío público a una Constitución que atribuye al jefe del Ejecutivo y en exclusiva la potestad de nombrar y destituir ministros, la vicepresidenta segunda no tuvo pudor en asegurar que su semigobierno ya había hecho su propia semicrisis, al margen de Sánchez. «La parte de Unidas Podemos la remodelamos en la mitad de su composición hace cuatro meses», dice Díaz, que con un presidencial «ya veremos» se reserva la autoridad, delegada y consentida, para ejecutar una nueva mudanza en su propio gabinete. Cuando le pete o cuando los tribunales –«ya veremos»– pongan contra las cuerdas a alguno de sus ministros. Con dos imputados, lo de la niñera de los niñes de Irene va mucho más en serio que el Gobierno compuesto de Sánchez.