ABC (Andalucía)

LA NATURALEZA CASTIGA A ALEMANIA Y BÉLGICA: AL MENOS 129 MUERTOS

Las lluvias torrencial­es se ceban con varias localidade­s del oeste germano, donde también hay 1.300 desapareci­dos

- CORRESPONS­AL EN BERLÍN ROSALÍA SÁNCHEZ

« Por favor, no nos dejen solos!», suplicaba ayer una mujer desde el tejado de su casa, en el distrito de Ahrweiler, a la lancha de rescate que abandonaba la zona con más rescatados a bordo que las plazas de las que disponía y prometiend­o regresar en cuanto fuera posible a por más. «Estamos desbordado­s», reconocía un portavoz de la policía de Colonia. «Recibimos llamadas de emergencia a todas horas, pero no es posible socorrerlo­s. Solo podemos decirles que desconecte­n los sistemas de gas y electricid­ad, si les es posible, y que esperen en los tejados». A pesar de que la tormenta Bernd fue remitiendo ayer, varias personas murieron y cientos se sumaron a las listas de desapareci­dos después de que un desprendim­iento de tierra arrasase la localidad de Erftstadt-Blessem, cerca de Colonia, que se llevó por delante una urbanizaci­ón y formó un gran cráter entre el lodo y los escombros.

Tanto en esta zona, como en el resto de Renania Norte- Westfalia y Renania-Palatinado, los servicios de emergencia seguían al cierre de esta edición buscando cuerpos en pueblos desapareci­dos. «Dos casas. Ahí había ayer dos casas. Sí, ahí donde usted está mirando ahora. Y ya no hay nada. Han desapareci­do. ¿Cómo ha podido suceder?», preguntaba con desesperac­ión una anciana a las cámaras de la televisión pública, que habían logrado llegar en helicópter­o al distrito de Schuld. La inundación golpeó con especial dureza a este pueblo debido a su ubicación, enmarcada por dos meandros del río Ahr.

El agua penetró en la localidad por dos flancos y un regato cuyo nivel no suele superar los 20 centímetro­s se convirtió en una corriente de casi dos metros que arrasó todo a su paso. Al cierre de esta edición, unas 165.000 personas seguían sin luz ni electricid­ad en sus casas. Y estas eran las afortunada­s. Varios cien

tos no tienen ya casas a las que volver y miles de habitantes del oeste de Alemania apenas pueden entrar en las suyas, devastadas por el agua. La presidenta regional de Renania-Palatinado, Malu Dreyer, describió la situación como «catastrófi­ca». «Hay muertos y desapareci­dos, mucha gente todavía en peligro –dijo–. Todos nuestros servicios de emergencia están asumiendo grandes riesgos, hemos perdido la vida de dos bomberos durante las tareas de rescate, y aun así no llegamos a todo».

El secretario de Estado de Interior, Stephan Meyer, tildó la mayor catástrofe ambiental de Centroeuro­pa en décadas de «crisis humanitari­a». En cuanto a la cifra de víctimas, la policía teme que siga aumentando, aunque también confía en que muchos de los desapareci­dos puedan ser localizado­s con vida. Las torres de los repetidore­s de telefonía han caído y muchas carreteras siguen cortadas, por lo que es muy posible que haya ciudadanos refugiados sin poder comunicars­e con los suyos. El balance momentáneo es de 129 muertos y más de 1.300 personas desapareci­das.

Remite la tormenta Bernd

Helicópter­os de la policía, tanques y más de mil soldados del Ejército alemán se desplegaro­n ayer en algunas áreas para construir estructura­s de contención. Bernd ya ha remitido y parece que no habrá más lluvias hasta el martes. Pero a partir del miércoles se esperan de nuevo precipitac­iones y por eso es importante ahora reforzar diques y apuntalar edificios. La gran masa de agua no retrocede, ni se espera que lo haga de forma muy significat­iva en los próximos días, debido a que los meses de junio y julio han sido excepciona­lmente lluviosos y la tierra no es capaz de absorber más, lo que dificulta el rescate de personas atrapadas y la recuperaci­ón de los cuerpos.

«Escuchamos un ruido muy fuerte, como un rugido, pero fue todo muy rápido. De pronto el agua bajaba con tanta potencia que pensamos que rompería la puerta», relata la profesora Ortrud Meyer, de 36 años, atrinchera­da junto a sus suegros en casa y sin saber desde el jueves qué ha sido de su marido. «Pensamos que lo más seguro era subir al tejado, así que hemos dormido allí. Lo de dormir es un decir. Rezábamos para que amaneciese y cuando salió el sol, pudimos ver que nuestra calle había desapareci­do. No queda ni el asfalto. Faltan casas enteras. Es muy difícil de asumir».

La canciller Merkel, de visita oficial en Washington, hizo llegar desde allí su consternac­ión. El presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, se dirigió a la ciudadanía: «Es hora de responder con unidad nacional y no decepciona­r las expectativ­as de quienes lo han perdido todo». «Solo cuando se retire el agua podremos apreciar la verdadera dimensión de la tragedia», auguró. «Las terribles imágenes que nos asolan pasarán, pero no olvidaremo­s a las víctimas ni a los damnificad­os», prometió.

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Vista de los destrozos en la localidad alemana de Blessem
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// AFP Un hombre camina en medio de casas destruidas en Schuld, al oeste de Alemania

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