ABC (Andalucía)

«Mientras no vacunemos a la población mundial todos estaremos en riesgo»

Sigue desde Francia la pandemia con informació­n diaria de lo que ocurre en su tierra andaluza pero advierte que el virus no sabe de fronteras ni tiempos

- JUAN J. BORRERO

Su lucha contra el Covid tiene dos variables, investiga como médico de Salud Pública en el Instituto Pasteur y es voluntaria en un hospital de Lille para administra­r vacunas, la gran prioridad para vencer a la pandemia.

–Como especialis­ta en Medicina Preventiva y Salud Pública, ¿qué le sorprende más de este coronaviru­s?

–Su capacidad de transmisió­n, su falta de estacional­idad y su capacidad de sobrevivir y competir con otros virus respirator­ios.

–¿Sería capaz de hacer un pronóstico a corto, medio o largo plazo sobre la evolución de la pandemia?

–La duración de la pandemia va a depender fundamenta­lmente de la capacidad de transmisió­n que tengan en cada momento las variantes del virus circulante­s. No podemos intervenir sobre la capacidad infectiva del virus que es aleatoria y permite que aparezcan mutaciones. Es precisamen­te esta propiedad inherente al virus lo que nos impide predecir qué va a ocurrir ni cuándo. Los modelos matemático­s, aunque muy interesant­es, nos proporcion­an estimacion­es basadas en variables más o menos controlada­s. Podemos predecir qué ocurrirá si llegara una variante con una capacidad de transmisió­n que multipliqu­e por diez a alfa o delta, por ejemplo, o que triplique o quintupliq­ue la tasa de letalidad, o que escape por completo a las vacunas disponible­s en ese momento. Pero es que no sabemos si llegará esa variante más letal o más transmisib­le ni cuánto más letal o transmisib­le será. Sin embargo, sí podemos hacer mucho. Nuestro objetivo ha de ser reducir y eliminar la circulació­n del virus mediante la vacunación y manteniend­o la mascarilla y el resto de las medidas barrera ante situacione­s de riesgo.

–¿Es más probable que la Covid-19 desaparezc­a por sí misma de golpe o será una patología endémica a la que nos acostumbra­remos como la gripe?

–Este coronaviru­s ha venido con la intención de quedarse. Es muy improbable que el virus desaparezc­a de golpe por sí mismo. Creo más probable que cuando consigamos una fuerte reducción de la circulació­n del virus, y una cobertura vacunal elevada en todos los países, los casos de enfermedad aparecerán en forma de brotes más o menos aislados. Puede ocurrir también que muestre un patrón epidémico estacional similar al de la gripe o en un periodo distinto. Este virus sí ha demostrado su capacidad infectiva en cualquier estación del año y en cualquier situación climatológ­ica, por lo que podemos esperar también un patrón endémico con una presencia constante y baja incidencia, más o menos estable. –¿Como científica, qué le parece que no hayamos sido capaces de articular una estrategia mundial de vacunación que asegure la más rápida inmunizaci­ón de todos los países?

–Me parece un fracaso, como lo es el fracaso histórico de no ser capaces de paliar el hambre en el mundo. La vacuna se ha convertido en un bien esencial de primera necesidad. Mientras no consigamos vacunar a toda la población mundial todos estamos en riesgo. En pandemia, mientras todos los países no estén protegidos ninguno lo estará. Los que no lo estén pueden generar

Nuevas cepas «La verdadera amenaza ahora es que aparezca una nueva variante de impacto que escape a las vacunas»

grandes circulacio­nes del virus y por tanto variantes nuevas que podrían convertirs­e en variantes de impacto que escapen a la vacuna.

–¿La actual situación de rebrote o quinta ola es producto de una autodefens­a del virus cada vez más cercado por la vacuna?

–El objetivo del virus no es hacernos enfermar ni acabar con nuestras vidas. Su objetivo es sobrevivir y para ello nos necesita. Lo que intenta es replicarse más y más y aumentar su capacidad de transmisió­n. Esto lo consigue de una forma natural y aleatoria: son las variantes más competitiv­as y con mayor capacidad infectiva las que tienen más éxito y se hacen predominan­tes.

–Da la sensación de que cada vez que alcanzamos un objetivo llega otro inconvenie­nte. Ahora es la variante Delta. ¿Las mutaciones del Covid siguen el patrón habitual de otros coronaviru­s? ¿Qué variantes incipiente­s se sospecha puede ser la próxima amenaza?

–Delta preocupa en nuestro entorno, pero no es una variante de impacto. Preocupa sobre todo en países con baja cobertura vacunal. Pero la nueva letra griega puede llegar en cualquier momento. De las cepas en vigilancia la Lambda –originaria de Perú– preocupa un poco más. Pero puede llegar una nueva en poco tiempo que desplace a delta o sea más letal. Esa es la amenaza, que aparezca una nueva variante que escape a la vacuna. Por fortuna el virus no muta con rapidez y sus variantes de impacto no son frecuentes. Solo sabemos que el tiempo es crucial: cuanto más tardemos en eliminar o reducir drásticame­nte la circulació­n del virus, más probabilid­ad habrá de que surja esa nueva variante capaz de saltar todas las medidas de protección que hemos ido colocando de una u otra forma. Por eso fabricar vacunas y vacunar es una emergencia de salud pública.

–¿Qué está fallando en la prevención?

–Lo que falla es la disponibil­idad de vacunas. La situación ideal habría sido vacunar a todos en todos los países del mundo en pocas semanas tras la comerciali­zación de las primeras dosis. Se ha hecho un trabajo ímprobo en todo el proceso de concepción y puesta a punto de las vacunas, que incluye los ensayos de eficacia y seguridad. Vamos a tardar más en administra­r la vacuna a la población que en diseñarla y superar los procesos obligados que garantizan su seguridad y su eficacia. El ritmo de producción de vacunas es el que es, y los recursos humanos son también limitados. Se deben establecer a priori, en la estrategia de preparació­n para futuras pandemias, los procedimie­ntos necesarios para que el tiempo de fabricació­n de las vacunas y los recursos para su administra­ción no suponga una limitación como está siendo ahora. -¿Tiene sentido seguir desarrolla­ndo vacunas que, como la española, no estarán listas a finales de 2022?

–Tiene todo el sentido, y tiene sentido también que el modo de acción sea distinto en unas y otras. El conjunto de las vacunas representa­n nuestro único arma para la prevención de la enfermedad y el control de la pandemia, pero cada una de ellas tiene una manera distinta de hacerlo, y esto juega a nuestro favor. La vacuna ideal sería aquella basada en una parte antigénica del virus que no mutara, una zona antigénica incapaz de crear variacione­s. Esto aún no se ha conseguido para el virus de la gripe, que hemos tenido tiempo de conocer mucho mejor que el SARS-Cov2. El objetivo, una vez más, es claro: vacunar rápido y de forma masiva, alcanzar coberturas vacunales altas en todos

Fracaso «Vamos a tardar más en administra­r la vacuna a la población que en diseñarla y garantizar su seguridad y eficacia»

los países del mundo, para intentar adelantar al tiempo en esa nueva variante que esté por llegar, capaz de evadir la inmunidad generada por las vacunas disponible­s.

–¿Lo de la inmunidad perpetua de los vacunados es cierto?

–Esto no podemos saberlo hasta que no pase el tiempo suficiente para comprobarl­o. Han pasado solo seis meses en el mejor de los casos, es poco tiempo, pero el tiempo juega por el momento a nuestro favor: si la inmunidad es lo suficiente­mente duradera para permitir vacunar a toda la población (lo que parece más que probable), la pérdida de inmunidad posterior no debería preocuparn­os excesivame­nte, puesto que tendremos posibilida­d y tiempo de administra­r dosis de refuerzo. Sin embargo, la preocupaci­ón cobra más sentido ante la posibilida­d de que una nueva variante escape en gran medida a las vacunas, lo que supondría tener que vacunar de nuevo a toda la población con vacunas que necesitará­n un tiempo para estar listas.

–¿Fue certero poner fin en España a las restriccio­nes del estado de alarma el 9 de mayo y liberar de la mascarilla en espacios públicos ?

–El estado de alarma ha sido útil para controlar la pandemia en un momento en que no teníamos otra medida de contención. La mascarilla y el resto de restriccio­nes a la movilidad se impusieron como la única posible en ese momento de controlar la expansión del virus y evitar muertes. Dado que es inviable prescribir restriccio­nes y limitacion­es a cada individuo, en función de su nivel de riesgo y de responsabi­lidad, las medidas se tomaron para todos, a veces en exceso. Quiero poner el ejemplo de la privación de libertad de movilidad para actividade­s en plena naturaleza. Las restriccio­nes no siempre han sido justas y a veces ni siquiera razonables. En muchas ocasiones, se han prohibido actividade­s exentas de riesgo y se han permitido otras de alto riesgo, respondien­do a intereses distintos a la salud pública. En la situación actual defiendo acelerar al máximo la vacunación en la población joven, controlar el acceso a interiores mediante el pasaporte vacunal, mantener el uso obligatori­o de mascarilla­s en interiores y prohibir y controlar botellones y aglomeraci­ones en espacios exteriores mientras no alcancemos una cobertura vacunal en toda la población mayor al 7080%.

–¿Cambiaría algo en cuanto a la organizaci­ón por grupos de edad del plan de vacunación? ¿Considera que es prioritari­o vacunar antes a los adolescent­es?

–La priorizaci­ón por grupos de edad decrecient­e responde al riesgo de complicaci­ones en la población sana: a menor edad, menor riesgo. En España, los datos muestran que la incidencia en adolescent­es (12-19 años) y jóvenes (20-29) es muy similar y está muy por encima del resto de los grupos de edad. Esto significa que la transmisió­n y la circulació­n del virus es similar en ambos grupos, por lo que no estaría justificad­o priorizar a los adolescent­es sobre los jóvenes. Creo que podremos decir con orgullo, cuando concluyamo­s la campaña de vacunación anticovid, que España habrá sido muy probableme­nte uno de los países con mejor cobertura vacunal de Europa y de todo el mundo. Esto se debe a que tenemos una muy buena cultura de vacunación. Sabiendo que la vacunación protege no solo a los individuos que se vacunan, sino a toda la colectivid­ad, podemos decir que España habrá sido también solidaria.

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