Sin concertinas ni ‘peines invertidos’
En el tercer asalto en dos semanas, 238 sin papeles saltaron la valla de Melilla en apenas dos minutos
Más de 230 inmigrantes irregulares lograron entrar ayer en Melilla tras un nuevo asalto masivo a la valla, el tercero en menos de dos semanas. Los sin papeles aprovecharon una zona del lado marroquí, conocida como el Barrio Chino, en la que solo hay un vallado de seis metros de altura, pero que no está coronado ni por concertinas ni por el famoso ‘peine invertido’, ponderado por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que sustituye a las primeras. En esas condiciones, los saltos fueron fulminantes; de hecho, se habían consumado en un par de minutos.
Tanto la Guardia Civil como las Fuerzas de Seguridad marroquíes estaban desplegadas a lo largo de los 11,3 kilómetros del perímetro fronterizo, ya que había informaciones que apuntaban a que se podía producir un asalto a la valla en cualquier momento. No obstante, como es lógico, se desconocía por dónde. Una de las razones de esa sospecha es que estos días se celebra la Fiesta del Cordero, y los organizadores de estas acciones piensan que el dispositivo policial es más reducido por ello.
El caso es que ya entrada la madrugada más de 300 subsaharianos comenzaron a moverse entre las numerosas viviendas del Barrio Chino. Los inmigrantes no fueron detectados por las cámaras de seguridad, primero porque actuaban amparados por la falta de luz, y segundo porque las casas se convirtieron en sus mejores aliadas para ocultarse. De esta forma tenían garantizado el efecto sorpresa, que es la primera condición para tener éxito en su objetivo.
No fueron detectados
A las siete menos diez de la mañana, con las primeras luces del día, se lanzó el asalto. En la zona del Barrio Chino, entre el enjambre de casas y la valla fronteriza solo media una pequeña carretera, por lo que llegar a la carrera hasta la alambrada solo cuesta unos segundos. Por supuesto, eso complica mucho la respuesta policial a ambos lados de la frontera, y los asaltantes lo saben.
La Guardia Civil y las fuerzas marroquíes activaron sus dispositivos de inmediato para reagrupar fuerzas en la zona donde se estaba produciendo el asalto. La reacción de la Benemérita fue mucho más rápida –cuando llegaron los agentes del Gobierno de Rabat todo había concluido–, pero aun así fue imposible detener a los 238 inmigrantes irregulares que entraron en la ciudad autónoma. Simplemente, no dio tiempo, porque todo se produjo en un par de minutos.
La rapidez con que se produjeron los hechos estuvo motivada por dos circunstancias▶ la primera, ya apuntada, que los más de 300 inmigrantes irregulares pudieron llegar a muy poca distancia de la valla sin ser vistos ocultándose entre las viviendas; la segunda, no menos decisiva, que en ese punto la alambrada no está coronada ni por concertinas ni por el peine invertido. Hay que tener en cuenta que los intrusos son gente joven, ágil y musculada, pero además desesperada por conseguir su sueño de llegar a Europa, a lo que hay que añadir que llevan tornillería en sus zapatillas y van provistos de garfios para hacer la escalada en pocos segundos.
Tres guardias heridos
La Guardia Civil estaba desplegada en toda la frontera porque temía una avalancha; la rapidez del asalto impidió reaccionar
Como ha sucedido otras veces, hubo guardias civiles heridos, en este caso tres. No se trata tanto de que los inmigrantes irregulares se empleen con violencia, sino de que cuando intentan zafarse de los intentos de los agentes para que no continúen su escalada siguen utilizando los garfios. En esa circunstancia los guardias, aunque lleven equipos de protección, pueden sufrir cortes en brazos o manos, principalmente.
Los que trabajan en el perímetro
fronterizo insisten en que solo con un obstáculo físico importante se pueden impedir estas avalanchas, porque los saltos son muy rápidos y es imposible reagrupar fuerzas desplegadas a lo largo de todo el perímetro fronterizo en tan poco tiempo. Máxime cuando los organizadores de los asaltos conocen tan bien o mejor la valla que la propia Guardia Civil e incluso son capaces de planificar maniobras de distracción para que los dispositivos policiales sean menos eficaces.
Agotados, pero eufóricos
Tras el salto, los 238 subsaharianos, entre los que también había heridos, se dirigieron al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla por su propio pie, a la carrera algunos, atravesando varios barrios de la ciudad y entre gritos de «boza» y «asilo». Estaban agotados, pero su alegría por conseguir su objetivo era aún mayor.
El de ayer es el tercer asalto masivo a la valla de Melilla en menos de dos semanas. Entre el 12 y el 14 de este mes, unas 140 personas lograron entrar en la Ciudad autónoma en dos avalanchas ocurridas en una zona cercana al Barrio Chino. Entonces, varias personas irrumpieron violentamente en la frontera lanzando piedras y palos a las fuerzas marroquíes desplegadas al otro lado del perímetro. Desde mayo, la presión a ido en aumento y son unos 200 los que han logrado entrar. Incluso, se llegó a desplegar al Ejército. También es novedoso que en algunos de los casos fueran marroquíes los protagonistas de las avalanchas.