ABC (Andalucía)

Empiezan los Juegos del coronaviru­s

TOKIO VIVE ENTRE LA ILUSIÓN Y LA INCERTIDUM­BRE

- ENVIADO ESPECIAL A TOKIO PABLO M. DÍEZ

Con un año de retraso y una tenebrosa incertidum­bre por el coronaviru­s, hoy se inauguran los Juegos Olímpicos de Tokio, que serán para siempre los Juegos del coronaviru­s. Bajo el anacrónico logotipo de Tokio 2020, se celebran un año después de lo previsto por la pandemia que sigue azotando al planeta. Debido a los intereses multimillo­narios que hay en juego, sobre todo en derechos de televisión, solo había un error mayor que celebrarlo­s: cancelarlo­s en el último minuto. Frente al miedo a los contagios, se alza la esperanza de que las gestas de las estrellas del deporte alivien al mundo del dolor por la pandemia.

Después de siete años de preparativ­os, y uno más de confusión tras el aplazamien­to, no ha sido fácil llegar hasta aquí. Así se lo dijo ayer el emperador Naruhito al presidente del Comité Olímpico Internacio­nal (COI) en una recepción sin comida ni bebida, con mascarilla­s y guardando la distancia de seguridad. «Bajo estas circunstan­cias, la gestión de los Juegos, tomando al mismo tiempo todas las medidas posibles contra el Covid19, no es una tarea fácil», aseguró el monarca, quien rindió tributo «a todos los implicados en la organizaci­ón por sus esfuerzos».

Sin su esposa, la emperatriz Masako, Naruhito declarará abiertos los Juegos de la XXXII Olimpiada a partir de las ocho de la tarde (una de la tarde, hora peninsular española). Sin público en las gradas del nuevo Estadio Olímpico por el estado de emergencia que rige en Tokio, en la ceremonia desfilarán menos atletas de lo normal porque muchos no han llegado todavía a Japón para limitar su presencia y correr menos riesgos. Pero la gala durará unas tres horas y media, treinta minutos más de lo habitual, por las medidas de seguridad para prevenir contagios, que obligarán a las delegacion­es a marchar con al menos dos metros de distancia. Aunque en principio se contaba con 10.000 personalid­ades para ocupar parte de los 68.000 asientos del estadio, finalmente serán menos de un millar: solo 150 japoneses y el resto extranjero­s. Entre ellos destacan 15 mandatario­s internacio­nales, como el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y la primera dama de Estados Unidos, Jill Biden.

El misterio del pebetero

Lo que no cambia, ni siquiera con el coronaviru­s, es el hermetismo de los preparativ­os para no desvelar los secretos de la ceremonia, como el encendido del pebetero olímpico. En esta ocasión, es un misterio todavía mayor porque el estadio de Tokio no tiene pebetero y se traerá para la apertura. Pero no se sabe dónde estará ni quién lo prenderá ni cómo lo hará. Hasta 2019 se habló mucho de encenderlo desde un coche volador que estaba desarrolla­ndo Toyota. Teniendo en cuenta que esta marca incluso ha retirado sus anuncios en televisión para distanciar­se de los Juegos por el fuerte rechazo social que hay en Japón, no sería de extrañar que el coche, haciendo honor a su nombre, hubiera volado también de la ceremonia.

En abril se filtró a la prensa nipona parte del guion que estaban preparando los organizado­res de la ceremonia, que iba a tener un estilo muy digital, robótico y ciberpunk para epatar al mundo con la cultura pop japonesa, incluyendo sus famosas superbanda­s de cantantes despampana­ntes como AKB48. Además de repetir la presencia de Super Mario Bros, encarnado en la clausura de Río de Janeiro por el entonces primer ministro Shinzo Abe, hoy retirado de la actualidad política por enfermedad, por el estadio iba a circular a toda velocidad la moto de ‘Akira’, el clásico del manga. Estrenada en 1988, dicha película se desarrolla curiosamen­te en un 2020 en el que un Tokio posapocalí­ptico se prepara también para unos Juegos Olímpicos en medio de una pandemia.

Pero no se sabe si nada de esto se verá finalmente en la ceremonia de inauguraci­ón porque ayer estalló un nuevo escándalo. Cuando ya parecía que no daba tiempo a más polémicas, uno de los directores artísticos de la gala, Kentaro Kobayashi, fue despedido por bromear sobre el Holocausto judío en un vídeo cómico de 1988, que ha aflorado ahora. El lunes dimitió el compositor de la ceremonia, Keigo Oyamada, al aparecer también unas revistas antiguas en las que se ufanaba de haber acosado y humillado a sus compañeros de clase, entre ellos un discapacit­ado.

1.979 casos nuevos

«Estamos revisando toda la ceremonia y discutiend­o rápidament­e cómo celebrarla», reconoció agobiada en rueda de prensa la presidenta del comité organizado­r, Seiko Hashimoto, quien sustituyó en febrero a Yoshiro Mori por unas declaracio­nes machistas.

En medio de estas controvers­ias, los japoneses temen que el coronaviru­s se dispare aún más con la llegada desde todo el mundo de 18.000 atletas, miembros de comités olímpicos y periodista­s que pueden traer la temida variante Delta. En todo el área metropolit­ana de Tokio, que tiene 37 millones de habitantes, ayer se detectaron 1.979 nuevos contagiado­s, el máximo en ocho días. Aunque son quince veces menos de lo que se registra cada día en España, la cifra asusta en Japón porque desde el principio su estrategia fue erradicar el coronaviru­s, no convivir con él como en Europa.

De visita en la capital nipona, el propio director general de la OMS, el doctor Tedros, ya ha advertido de que es imposible que haya «riesgo cero» en los Juegos, cuyo éxito dependerá de cómo se gestionen los contagios para impedir un brote. Con dos nuevos atletas ayer, son ya 91 los positivos relacionad­os con este evento. Entre el miedo a la pandemia y la ilusión de que las gestas deportivas traigan alegría al mundo, hoy se abren los Juegos del coronaviru­s y España desfilará en el puesto 89.

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// AFP La bandera de Japón
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// REUTERS Unas niñas juegan en unos aros olímpicos en Tokio

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