ABC (Andalucía)

Adriana Cerezo, 17 años, primera gran opción de medalla para España en taekwondo

► Con solo 17 años, la taekwondis­ta es una de las más jóvenes del equipo olímpico, pero no le falta ambición

- EMILIO V. ESCUDERO ENVIADO ESPECIAL A TOKIO

Taekwondis­ta

Todo en Adriana Cerezo (Madrid, 2003) destila potencia y optimismo. Es un torbellino capaz de ganar el Europeo y de sacar un 13 en la selectivid­ad casi al mismo tiempo. Un portento precoz que buscará el sábado su primera medalla olímpica en un evento que no le amedrenta. «Mi objetivo es el oro», explica con una seguridad impropia de sus 17 años. «Para poder hay que creer y yo tengo mucha confianza en mí.

He entrenado muy duro y por ganas no me va a superar nadie».

El amor de Cerezo por el taekwondo nació siendo una niña y desde entonces no ha habido nadie que le quitara esta obsesión de la cabeza. Ni sus padres, a los que al principio no les hacía mucha gracia que la pequeña fuera por ahí «pegándose» con otros niños. «Fue mi abuelo el que me ponía películas de artes marciales, de Jackie Chan y Van Damme, que a mí me gustaban mucho. Yo quería ser como ellos y como había un gimnasio de taekwondo debajo de mi casa, pues me apunté», recuerda la atleta, quien desvela que tras los recelos iniciales, sus padres se convirtier­on en un pilar fundamenta­l. «En cuanto vieron que me gustaba, que era feliz, fueron los primeros en llevarme a todos los campeonato­s y apoyarme», apunta feliz pocos días antes de viajar a Tokio. Ni siquiera ella contaba con estar aquí, pues los Juegos que tenía en mente eran los de París 2024. La pandemia abrió una puerta y no dudó en aprovechar la oportunida­d. «Con 12 años ya estaba ayudando a preparar los Juegos de Río a mi compañera Suvi Mikkonen. Entonces no pensaba que mi turno llegaría tan pronto, pero soy de las que no cree que haya que dejar pasar los trenes solo por la edad. Lo importante es estar preparada y yo lo estoy». A Adriana, lo que le hace feliz, es entrenar. Enfrentars­e a los mejores y ganar. Es su objetivo, el que espera cumplir en Tokio. Allí subirá al tapiz el sábado con su retahíla de gestos. Salto con las rodillas al pecho, patada por aquí, patada por allá y una mirada al cielo. El abrazo con su entrenador, que nunca falta, deberá imaginarlo esta vez, pues Jesús Ramal no ha podido viajar con ella por las restriccio­nes. Sí lucirá, segurament­e, su cinta de la suerte y el top con el que ha ganado los últimos campeonato­s. «Tengo muchas manías, pero no me condiciona­n. Son más cosas que hago para concentrar­me, pero si no las tengo no pienso que vaya a perder». Perder, una palabra que no entra en el vocabulari­o de Cerezo, que comenzará la carrera de criminalís­tica el próximo curso. «Acababa de ganar la plaza para Tokio y no conseguía concentrar­me para la selectivid­ad. Estaba estudiando y solo pensaba en los Juegos. En cómo serían, en cómo lo haría… tuve que cortar por lo sano para hacerlo bien y bueno, no puedo quejarme, saqué un 13», explica orgullosa la madrileña, que ya tiene claros sus planes cuando vuelva de Japón. «Haré como siempre. Iré a casa de mi abuela y le pediré una tortilla de patatas o unas croquetas. Ella es la que me ha llevado siempre a entrenar. Se ha tirado así años, pasando cuatro horas en el gimnasio mientras yo entrenaba, así que si vuelvo de Tokio con una medalla lo primero que haré será llevarla a su casa… y si no también», resume feliz esta imitadora de Jackie Chan que aspira a ser la primera medalla española en los Juegos.

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