ABC (Andalucía)

Me pides que te enseñe a escribir

Me pides que te enseñe a escribir y te digo que nadie puede enseñar a escribir a nadie. Si lo tienes dentro, acabará saliendo

- JOSÉ F. PELÁEZ

M Epides que te enseñe a escribir y te digo que te fijes en las manos del señor de la farmacia, en la pena que oculta detrás de sus gafas de sol, en por qué a sus manos les está empezando a salir coraza, como a una tortuga. Me pides que te enseñe a escribir y te digo que entiendas primero qué oculta el corazón de un hombre, a qué teme, hace cuánto que no le besan, qué pasó para que su casa ya no sea un hogar o cuánto echa de menos a su madre cuando, cada noche, se vuelve a sentir un niño aterrado y solo.

Me pides que te enseñe a escribir y te pido que no describas lo que ves sino lo que sientes al verlo, lo que se interpone entre tú y la realidad. Todo eso está lleno de palabras, de vivencias, de recuerdos y de motivos. Me pides que te enseñe a escribir y te digo que antes te sientes en silencio a observar por qué esa mujer está sola, si tiene o no un anillo en el dedo, a quién crees que espera cuando mira el móvil compulsiva­mente mientras empuja ese columpio lento. Me pides que te enseñe a escribir y te pido que te fijes si alguien es zurdo, con qué pie echa a andar cuando se levanta de la silla, qué mira mientras hace como que no mira nada. Me pides que te enseñe a escribir y te reto a que me digas con cuántas buenas personas nos hemos cruzado hoy por el camino, cómo crees que se llamaba el gato que tuvo esa anciana cuando era niña. Creo que es por su recuerdo por lo que alimenta ahora a todos los gatos de la plaza.

Me pides que te enseñe a escribir y te digo que solo hace falta vivir mucho y leer un poco. Me dices que se te va a dar fatal porque solo tienes once y no has leído aún muchos libros ni vivido muchas cosas. No tienes ni idea, chica, ya lo has vivido todo porque ya lo has sentido todo. Solo importa la primera vez, el resto es o plagio u olvido. Me dices que te enseñe a escribir y te digo que ya lo estás haciendo, que se escribe sobre todo cuando no se escribe es en la fase feliz, en la fase oculta, en la fase en la que parece que no pasa nada cuando realmente está sucediendo todo. Y ahí permanecer­á hasta que no pueda seguir oculto más tiempo, hasta que algún día salga a la luz y lo haga en todas las direccione­s, como un géiser, como el petróleo, como cuando aprietas la pasta de dientes con todas tus fuerzas apuntando a la cara del espejo.

Me pides que te enseñe a escribir y te digo que nadie puede enseñar a escribir a nadie. Si lo tienes dentro, acabará saliendo. Y si no lo tienes, da igual lo que te esfuerces; no va a suceder. Yo no escribí una palabra hasta que no recogí la suficiente sombra, la suficiente fe, el suficiente miedo y el suficiente amor al mundo, a la vida y a mi sangre. Tú vive, muchacha. Ya estás escribiend­o, aunque no lo sepas. Estás recorriend­o la parte más difícil, estás sembrando un corazón y te vas a pasar la vida entera intentando volver a lo que hoy sientes, a esta infancia que se empieza a terminar. Ya estás escribiend­o, niña buena y yo solo deseo que, pase lo que pase, nunca jamás dejes de hacerlo.

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