ABC (Andalucía)

Cuando el primer error es el último

Los Tedax-NRBQ pagan con su sangre cada error que cometen. Hasta 13 de ellos han muerto en sus 46 años de existencia. No hay opción; para ellos la excelencia es una forma de vida

- PABLO MUÑOZ

La noche del 27 de marzo de 1983, sábado, la sala del 091 de San Sebastián recibió un aviso de bomba en el comercio Portobello de la calle Manterola. Eran los años de plomo, ETA sembraba de odio y sangre las calles del País Vasco –de toda España, en realidad– y avisos como ese eran habituales. Conforme al protocolo, los primeros en acudir fueron policías de paisano para comprobar que no se trataba de una emboscada. En efecto, no lo era y se alertó a los tedax. Aniano Sutil Pelayo y el cabo Juan Manuel Martínez Aguiriano se presentaro­n poco después. La tensión, no por repetida, era menor. Ya antes se habían producido bajas en situacione­s similares. Tras quedar acordonada la zona, los dos especialis­tas en explosivos se acercaron a la bolsa negra sospechosa. La miraron, se retiraron unos metros y confirmaro­n a sus compañeros que era un artefacto, y que le iban a meter un cebo para evitar mayores problemas, salvo los daños materiales en la zona. «Pasaron unos minutos y vimos cómo el compañero de Aniano le enfocaba con la linterna, y que él tenía las manos metidas en la bolsa –relata el hoy comisario jubilado Enrique Pamies, entonces inspector y testigo de todo–. Alguien comentó que por qué tardaban tanto, si la maniobra de poner un cebo era relativame­nte sencilla… En ese momento me di la vuelta. Lo primero que vi fue una luz verde muy potente, enorme. E inmediatam­ente después oímos el sonido brutal de la explosión»... Aniano Sutil Pelayo murió en el acto; su compañero Juan Manuel Martínez Aguiriano sufrió la amputación traumática de la pierna izquierda y abrasión de partes blandas en el cuerpo.

Hasta trece tedax han caído en acto de servicio, los tres últimos el 1 de julio de 1991 en Madrid cuando intentaban desactivar un artefacto explosivo, también de la banda terrorista. «El primer error es el último», reza el lema de esta unidad, encuadrada desde 2005 en la Comisaría General de Informació­n, que sus 300 miembros, encuadrado­s en los servicios centrales, con sede en Madrid, y 28 grupos periférico­s, tienen grabado a fuego.

Un veterano inspector jefe, con muchas intervenci­ones a sus espaldas, destruye mitos▶ «Hay que tener miedo, yo lo tengo hasta cuando enciendo un petardo... Es bueno porque te hace estar alerta; eso sí, hay que saber gestionarl­o. Aquí sobran los individual­ismos, se trabaja en equipo, hay que tener estabilida­d emocional y ser disciplina­do y metódico». La media de edad de los especialis­tas se sitúa entre los 45 y los 50 años y el 90 por ciento se jubila en la unidad.

Tiene su explicació­n. Llegar a ser tedax es muy complicado. Al último curso se presentaro­n más de 300 agentes y solo 14 alcanzaron su sueño tras 18 meses de un curso con 1.500 horas lectivas, teóricas y prácticas. No es extraño que algún candidato sea expulsado la última semana, porque la excelencia no se negocia. No hay otra opción, porque los errores se pagan con vidas.

Los hombres y mujeres del Tedax están en formación permanente, porque las amenazas son cambiantes y más sofisticad­as. Prueba de ello es la NRBQ (nuclear, radiológic­a, biológica y química) que ha obligado a los agentes a diseñar una respuesta específica con sus propios protocolos. «Hay tantos tipos de artefactos como mentes humanas capaces de diseñarlos», reflexiona el inspector jefe. «Por eso lo complicado es gestionar el proceso, planificar la actuación; si eso se hace bien, el resto es más fácil. La duda a resolver siempre es qué se puede hacer y qué no en cada escenario para evitar las sorpresas».

La tecnología, claro, es la gran aliada de estos policías▶ «En la zona de riesgo solo pueden estar los dos tedax a cargo de la incidencia. Son soberanos en sus decisiones, aunque pueden consultar con el jefe de equipo, que les da el apoyo que necesiten. La exposición física debe ser la menor posible, y elementos como el robot, o los rayos X son clave para ello. «Primero analizan las caracterís­ticas del artefacto, que nadie toca ni mueve. Luego, ven las posibilida­des y aplican el método adecuado... Si la intervenci­ón es a consecuenc­ia de una explosión, también aseguran la zona y trabajan en la toma de muestras para determinar tipo de bomba y explosivos». «Algunos artefactos son casi perfectos, pero buscamos su punto débil». En encontrarl­o les va la vida. Literalmen­te.

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// ABC Prácticas de los candidatos a engrosar las filas del Tedax-NRBQ
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// ABC Traje para la intervenci­ón por amenaza NRBQ

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