ABC (Andalucía)

Los Juegos, más allá de Tokio

▶ Entre las subsedes destacan las prefectura­s afectadas por el tsunami y el desastre de Fukushima y Sapporo, que acogerá la maratón y la marcha por su clima suave

- PABLO M. DÍEZ ENVIADO ESPECIAL A TOKIO

Al igual que vida en Japón, hay Juegos más allá de Tokio. Aunque su zona metropolit­ana es de las mayores del mundo, con 38 millones de habitantes en sus 13.500 kilómetros cuadrados, no es tan grande como para acoger los 339 eventos relacionad­os con los 33 deportes en los que se compite en esta edición. Además, los Juegos son siempre una oportunida­d para lucir otras ciudades aparte de la sede principal y, en el caso de Japón, el objetivo era que ayudaran a la recuperaci­ón de las zonas afectadas en 2011 por el tsunami y el desastre nuclear de Fukushima.

Junto a las pruebas que se celebran en los alrededore­s de Tokio, muchas de ellas en prefectura­s dentro de su área metropolit­ana como Saitama, Kanagawa y Chiba, otras tienen lugar en regiones más alejadas, como Fukushima y Miyagi, castigadas por aquella catástrofe que sacudió al noreste de la costa nipona hace una década. Más al norte todavía, y elegida por su clima no tan caluroso en verano, se halla la subsede más distante▶ la isla de Hokkaido. Su capital, Sapporo, albergó en 1972 los Juegos de Invierno y este verano su parque Odori acogerá la maratón y la marcha para librar a los corredores de la sauna en que se convierte Tokio estos meses. Además, en el estadio de Sapporo juega la España futbolera dos de sus tres partidos de la fase de grupos.

De todas estas subsedes, la más simbólica es la ciudad de Fukushima, ligada para siempre al peor desastre nuclear desde el de Chernóbil en 1986. Ubicada a 60 kilómetros de la siniestrad­a planta de Fukushima 1, tanto la ciudad como el resto de la prefectura sufren desde entonces un estigma que siguen pagando sus agricultor­es, pescadores y sector turístico. Como si fuera una pesadilla interminab­le, el último golpe es el vertido planeado en el Pacífico del agua contaminad­a almacenada en la central de Fukushima, donde los trabajos de desmantela­miento durarán todavía cuatro décadas.

Para dejar atrás aquella tragedia y traer a su población optimismo e inversione­s, el comité organizado­r decidió jugar en su estadio Azuma uno de los deportes más populares en Japón, el béisbol, y su versión femenina, llamada sóftbol. Antes de que se inaugurara­n los Juegos el viernes por la noche, allí se disputó la ronda inicial de sóftbol, abierta el miércoles con la victoria de Japón sobre Australia por 8-1. La selección masculina también se estrenará en Fukushima contra la República Dominicana el miércoles. Pero lo que prometía ser una fiesta para animar a sus casi 300.000 habitantes volverá a ser, por culpa del coronaviru­s, un silencioso partido con las gradas vacías. Tras ese encuentro inaugural de Japón en Fukushima, que está a unos 230 kilómetros de Tokio, el resto del béisbol se disputa en el Estadio de Yokohama.

Desplazami­ento complicado

Con dichos partidos en Fukushima y los de fútbol en el estadio de Miyagi, otra de las prefectura­s más castigadas por el tsunami, las autoridade­s querían promociona­r el turismo en Tohoku (noreste de Japón). Pero, si antes el miedo era a la radiactivi­dad de la siniestrad­a central nuclear, ahora lo es al coronaviru­s. Para que no se propague aún más la pandemia, que vive un repunte en Japón, sus fronteras están cerradas para los turistas y hombres de negocios y no se sabe cuándo se volverán a abrir. Por su parte, los periodista­s que han podido entrar en el país al estar acreditado­s también tienen difícil viajar hasta dichas regiones porque, en teoría, está prohibido tomar el transporte público durante las dos primeras semanas y solo se pueden usar los vehículos de la organizaci­ón. Pero los retrasos en la aprobación de los permisos y la aplicación del móvil para moverse por Japón han impedido a muchos, como a este correspons­al, acercarse a Fukushima.

Otras prefectura­s afectadas por aquella triple catástrofe del terremoto, tsunami y accidente nuclear fueron Miyagi e Ibaraki, que también acogerán partidos de fútbol en las ciudades de Rifu y Kahisma.

Ya en los alrededore­s de Tokio se concentran las demás subsedes olímpicas. Una de las más famosas es el estadio de baloncesto de Saitama, de tan grata memoria porque allí ganó España su primer Mundial en 2006. Con el recuerdo aún vivo del segundo en Pekín en 2019 y la suerte que parece traer Asia, la selección sueña con volver a coronarse en Saitama. Pero no solo de baloncesto vive esta prefectura vecina a Tokio, ya que cuenta con un estadio de fútbol y con el club de golf de Kasumigase­ki y el campo de tiro de Asaka, donde se están disputando dichas especialid­ades.

También alrededor de la capital, de la que es una extensión, la prefectura de Chiba acoge la lucha, la esgrima y el taekwondo en el Centro de Convencion­es Makuhari Messe. Al sur de Tokio, Sizhuoka es escenario de las pruebas de ciclismo en su velódromo y en el circuito de bicicleta de montaña de Izu. Por último, en Kanagawa se disputa la vela en el club náutico de Enoshima y, en su puerto de Yokohama, dos deportes importante­s como el béisbol y el fútbol, demostrand­o que hay Juegos más allá de Tokio.

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// AFP En Fukushima se juega al béisbol y al sóftbol
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