Afganistán impone el toque de queda ante la presión de EE.UU. para frenar a los talibanes
▶ Biden asegura que EE.UU. se ha visto «engañado» durante las negociaciones con la guerrilla insurgente islamista ▶ El secretario de Defensa pide a las Fuerzas Armadas de Afganistán que contengan como sea la ofensiva
Las autoridades afganas, que se enfrentan desde hace dos meses a una gran ofensiva de los rebeldes talibanes, decretaron el toque de queda nocturno en todo el país, excepto en tres provincias, una de ellas Kabul. En los últimos dos meses la mayoría de los 9.500 soldados extranjeros han abandonado el país y Estados Unidos tiene previsto concluir su retirada a finales de agosto. No obstante, el Pentágono no oculta su inquietud y la Casa Blanca ha pedido al régimen de Kabul un esfuerzo militar para frenar la ofensiva islamista.
La sensación en Washington es que nada puede evitar el inminente desastre Afganistán volverá a caer en manos de la guerrilla Talibán una vez culmine la retirada de las tropas estadounidenses el 11 de septiembre, si nada lo remedia. Eso, a pesar de que Estados Unidos ha sacrificado la vida de 2.452 de sus soldados en el conflicto más largo de su historia, además de los 43.000 civiles muertos de un total de 150.000. El coste para las arcas de EE.UU. de esta guerra ha sido de más de 800.000 millones de dólares, 670.000 millones de euros.
El viernes el presidente Joe Biden habló con su homólogo afgano, Ashraf Ghani, y le dijo lo obvio, según el correspondiente comunicado de la Casa Blanca «El presidente Biden y el presidente Ghani coincidieron en que la ofensiva actual de los talibanes está en contradicción directa con las afirmaciones del movimiento de que apoyan una solución negociada del conflicto». De hecho, esas promesas de los islamistas fueron lo que llevó a Donald Trump a marcar una fecha de salida inmediata, que Biden ha aplazado hasta septiembre.
Es más, el secretario de Defensa de EE.UU., Lloyd Austin, dijo el sábado que la misión prioritaria de las fuerzas de seguridad afganas ahora mismo debe ser asegurarse de que puedan contener la ofensiva talibán, que tiene lugar en múltiples rincones del país para asediar los principales centros de población. «Sabemos que están consolidando sus fuerzas alrededor de los centros de población clave», dijo Austin el sábado a los periodistas durante una visita a Alaska de la que informa el propio Pentágono. «En términos de si se podrá detener o no a los talibanes, creo que lo primero que hay que hacer es asegurarse de que se pueda frenar esa ofensiva», añadió. Calcula el general retirado que el repliegue dictado por Biden estará ya completo el 30 de agosto, sin tener que esperar al 11-S, día del vigésimo aniversario de los atentados terroristas contra Nueva York y Washington.
La guerrilla insurgente, que ya dominaba el país antes de la invasión de 2001, gana terreno a marchas forzadas, y ha provocado el éxodo de civiles y uniformados a países vecinos, ante el creciente temor a sus represalias. Un reciente informe de la inteligencia estadounidense, revelado por la prensa norteamericana en junio, vaticina que el gobierno democrático de Afganistán no durará ni seis meses tras la salida estadounidense. Biden dijo ayer que la fuerzas armadas de EE.UU., han entrenado a 300.000 soldados de EE.UU.
El mes pasado, Biden recibió en la Casa Blanca al presidente Ghani, y a su rival político, Abdulá Abdulá, que hoy ejerce el cargo de Alto Comisionado para la Reconciliación Nacional. El objetivo de la reunión era fomentar la unidad nacional, pero ausente de ese diálogo tutelado por esta Casa Blanca está la insurgencia Talibán. Tanto Ghani como Abdulá visitaron el Capitolio antes de verse con Biden y se reunieron con influyentes diputados y senadores. «La decisión del presidente es estratégica, y la respetamos, para dar comienzo a un nuevo episodio de nuestra amistad», dijo al término de esa visita el mandatario afgano.
Biden ya destinó el viernes unos 100 millones de dólares de un fondo de emergencia para cubrir las necesidades de la oleada de refugiados que está provocando la salida de las tropas norteamericanas de Afganistán, incluidas los solicitudes de visados especiales para intérpretes y otros colaboradores de las fuerzas armadas extranjeras. A ese fondo de emergencia se le añaden unos 200 millones en material para cubrir las necesidades logísticas derivadas de esas peticiones de asilo.
Biden ha pedido al Capitolio, que aprueba los presupuestos, 3.300 millones de dólares para el Fondo de las Fuerzas de Seguridad de Afganistán en 2022. Esto cubriría la entrega de armamento, incluidos helicópteros UH-60 Blackhawk, cuyo importe total se estima en 1.000 millones, además de otros 1.000 millones para gastos ordinarios de las fuerzas armadas y 700 millones de dólares para el pago de salarios de los soldados afganos.
Además, EE.UU. se está preparando para comenzar a evacuar a miles de esos afganos que han solicitado los visados especiales porque corren el riesgo de sufrir represalias de los insurgentes talibanes, ya que han trabajado en el pasado para el gobierno estadounidense. Se espera que el primer grupo de evacuados y sus familias, unas 2.500 personas, sean trasladados antes de fin de mes a una base militar en Virginia, donde aguardarán la autorización de sus solicitudes. El jueves, la Cámara de Representantes de EE. UU. inició los trámites de un proyecto de ley que ampliaría la cantidad de visados que podrían otorgarse a afganos en 8.000, lo que cubriría todas las solicitudes en trámite, que ascienden a 18.000.