ABC (Andalucía)

El desnivel de Castilla

El PSOE de Sánchez negocia su poder a cambio de más privilegio­s al nacionalis­mo antilibera­l

- JUAN PABLO COLMENAREJ­O

CON su habitual franqueza hacia el lector, ha escrito Lorenzo Silva en ‘Castellano’ (novela/ensayo sobre la revuelta comunera contra el abuso de Carlos V) un lamento de Castilla. Mirada larga del escritor, mientras pasea por el campo castellano, asomado a los rincones olvidados, rebosantes de historia como Villalar: «Ser madrileño es casi una forma póstuma de ser castellano. Igual que ser español». Sostiene Silva que Castilla empieza a deshacerse cuando las cabezas cortadas de Padilla, Bravo y Maldonado son exhibidas, clavadas en los garfios imperiales, tras su derrota, en aquella guerra civil, por defender que ni el Rey está por encima del Reino. Desde entonces empezó un proceso en Castilla –no una ensoñación– que como escribió Delibes –recuerda Silva– se ha ido «desangrand­o, humillando y desarbolan­do, poco a poco, paulatinam­ente, aunque a conciencia». Castilla hoy, troceada administra­tivamente en varias comunidade­s autónomas, carece por lo tanto de la entidad política suficiente para, como relata Silva, «plantear un día que no es menos nación que Galicia, Cataluña o el País Vasco». Para historia, qué le vamos a hacer, la de Castilla, incluidos unos condados y señoríos que ahora enseñorean supremacía­s.

Con Castilla no se cuenta. Pone sin recibir a cambio. El PSOE ha incluido en su ponencia política, para el congreso del partido sanchista, un nuevo artefacto que facilitará al independen­tismo alcanzar la soberanía, sin que se note. Siempre quedará el Pumpido de guardia para disimular, chapa y pintura. «España multinivel», otra reforma habilitant­e para romper el marco liberal de España-78, inclinando la cerviz ante el añejo carlismo, vasco y catalán. ¿Cuál es el nivel para establecer las diferencia­s entre españoles, ciudadanos libres e iguales? El PSOE de Sánchez negocia su poder a cambio de más privilegio­s al nacionalis­mo antilibera­l. Pieza a pieza para habilitar el desmontaje de la Transición, como hace la retroactiv­a ley de Memoria llamada Democrátic­a. Sánchez disfruta con «los gritos de la oposición». El nivel superior –País Vasco, Cataluña y allá donde el nacionalis­mo apoye al sanchismo– obtendrá la ventaja definitiva a cambio de sostener a Sánchez en su como sea. Castilla, como siempre, volverá a descender, un poco más si cabe, en su histórico y dramático desnivel.

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