ABC (Andalucía)

Perera triunfa con un lote de dulce y Roca Rey se crece con orgullo

El extremeño mantiene su idilio con Santander en la corrida de La Quinta y el peruano cuelga el ‘No hay billetes’

- ROSARIO PÉREZ

Todas las calles conducían a Cuatro Caminos en la festividad de Santiago, con un ambiente extraordin­ario y un cartel ante al que hay que frotarse los ojos hoy▶ el ansiado ‘No hay billetes’. Cuando una empresa trabaja como la de Garzón y las combinacio­nes se salen de lo típico, la gente acude en masa. Y ayer no era una tarde cualquiera, ayer la máxima figura de la taquilla, Roca Rey, apostaba por la ganadería de La Quinta, la de los toros que mueren con la boca cerrada.

Llenó el peruano, pero el triunfador fue Miguel Ángel Perera con un lote de dulce. Se mantenía así su idilio con Santander. Un caramelo fue el primero, una pintura cárdena. Qué clase y qué nobleza, para sentirlas y gozarlas. Tras un puyazo contrario, el de la Puebla del Prior quitó por tres chicuelina­s y una sabrosa media. Fantástica la cuadrilla▶ desde la lidia de

Ambel, abriéndole los caminos, a los pares de Curro Javier y Herrera. Conocedor del buen fondo de ‘Ramonero’, brindó y toreó a favor de este número 84. Perfecta la técnica, buscando el temple desde que asomó su derecha, con una serie cosida a uno de pecho para paladear. Más hondura hubo a izquierdas▶ la muleta adelantada y un sutil toque, apenas apreciable, conducía el viaje. Sin ayuda, siguió con naturalida­d por ambas manos. Y a dos lo cuadró para enterrar media estocada e inaugurar el marcador de orejas. El de La Quinta se llevó una ovación de gala en el arrastre.

Más aún calaría en el público su obra al bondadoso cuarto, con el que ganó terreno en los lances de saludo. Hervía la plaza con el volcánico quite a la espalda. De honestidad brutal, a lo Calamaro. Se presentía algo grande en medio de los «¡vivas!» a España durante el brindis. Aquel murmullo cesó cuando se atornilló en los medios. El silencio se hizo entonces. Y ahí quedó una triada de péndulos enloqueced­ores. Rugía el coso, como cuando se evaporó el tiempo y el espacio entre los muletazos de la primera ronda diestra. Imantado a sus telas iba el de La Quinta, que se desentendi­ó después a la salida de cada natural, con toda su calidad a cuestas. Y Perera, sin toques, lo pulseaba con templanza. Más bonancible no podía ser este santacolom­a, al que formó un lío. Ni la caída estocada le privó del doble trofeo, pedido con alegría.

Después del éxito de su compañero, Roca Rey se creció con orgullo y metió la quinta en el último, que salió suelto tras las bonitas tijerillas. Con todo su arsenal de valor y raza de primera figura, se echó el capote a la espalda en unas gaoneras con el toro aún sin picar, aunque ni para un análisis le sacarían luego. El limeño perseguía el triunfo y quería intacto a su enemigo, que no andaba sobrado de fuerzas. Y por el mismo palo que Perera comenzó▶ unos pases cambiados, enlazados a un pectoral. Sobre la derecha se ralentizó, en los momentos más despacioso­s. Asentadísi­mo, marcaba diferencia­s. Con inteligenc­ia, oxigenó mucho al santacolom­a, que no soportaba ni un tirón. El dominio tenía que llegar a través de la caricia. Y así lo buscó el Jaguar del Perú. Más deslucidot­e era por el izquierdo. En el cambio a la derecha aguantó un parón de infarto, pero ni se inmutó. Toda su arrogancia disparó ahora, en el sexto cartucho. Roca epilogó con manoletina­s y enterró un estoconazo que de por sí valía la oreja. Dos demandaron con fuerza, pero el presidente le denegó la puerta grande.

Con el tercero, de pastueño son, se plantó a torear si probaturas, ayudándose mucho de la voz. Aplomado, empujó la obediente media embestida, dormida a veces. A este ‘Orejillo’ le faltaba chispa y el peruano puso la entrega. Roca Rey acabó entre los pitones por circulares y un soberano arrimón▶ su valentía no merma con encastes distintos al Domecq. El estoconazo fue para enmarcar y saludó.

El milagro de Ureña

Si Perera tuvo el mejor lote y a Roca le tocó uno medio, Paco Ureña pechó con el ejemplar más cabrón. Si soso fue su fino segundo, cara de viejo portaba el serio quinto, al que se notaba que pronto cumpliría los seis años. Complicado, era un toro con todas letras que exigía el carné y se revolvía con peligro en cada pase de pecho. El torero de Lorca hizo un esfuerzo y le buscó las vueltas con disposició­n, queriendo siempre. Después de no poder ejecutar la suerte de recibir, se volcó encima y ‘Carretero’ hizo hilo, arrancándo­se como un obús tras su presa. Ni Usain Bolt. Un «¡ay!» de angustia se apoderó de los tendidos. Contra las tablas, cuando ya se iba a meter en el burladero, no lo estampó de milagro. Muy cara vendió su muerte el de La Quinta. La oreja de Ureña supo a gloria y vida.

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// SERRANO ARCE Miguel Ángel Perera sale a hombros del coso de Cuatro Caminos después de cortar tres orejas
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// SERRANO ARCE Roca Rey, a la verónica

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