Narciso en Moncloa
No se conoce tal arrogancia desde la famosa carta del Gran Capitán tras preguntarle los Reyes Católicos sobre los dineros de la campaña de Italia
VER a nuestro presidente del Gobierno exponer sus éxitos en la primera mitad de su actual legislatura es todo un espectáculo, como hizo ayer por televisión para gozo y alivio de los españoles y expondrá hoy en la Conferencia de Presidentes de las comunidades autónomas. Ante tal alarde de oratoria y despliegue de éxitos, uno no puede menos que preguntarse: ¿cree realmente lo que está diciendo? Porque todo le ha salido bien, sin un solo fallo, algo difícil tal como andan, o no andan, las cosas en el mundo. Aparte de que en esa conferencia va a faltar el más importante: el presidente de la Generalitat catalana, Pere Aragonès. ¿Por qué? Pues por eso mismo: por ser más importante que los demás, y las cosas a tratar con él no van a discutirse como si fuera uno de ellos.
Las debatirá en la mesa que han apalabrado para el mes de septiembre o bien en encuentros en el Palau de la Generalitat o en La Moncloa. Y es que una de las condiciones que exige Aragonès para dignarse a negociar es un trato especial, un rango diferente, superior incluso al de las comunidades históricas, que ya tiene, y debe también reflejarse en privilegios, tanto económicos como políticos.
¿Qué dicen los demás? Pues que no les gusta esa prerrogativa, que no anuncia nada bueno para ellos a la hora de repartir los fondos de reconstrucción europeos que pronto empezarán a caer. Y como quien los repartirá es el señor de La Moncloa, habrá que acudir no sea que se queden a dos velas.
En cuanto a los éxitos que Pedro Sánchez se atribuye en su gestión, no se conoce tal arrogancia desde la famosa carta del Gran Capitán tras preguntarle los Reyes Católicos sobre los dineros que le habían dado para la campaña de Italia, solo que esas victorias eran reales y las de Sánchez, no tanto. Pues aunque es verdad que el paro ha descendido, estábamos a la cola de Europa en desempleo, y nos falta aún mucho para alcanzar el nivel anterior.
Algo parecido puede decirse de la pandemia. Tras predecir no sé cuántas veces su desaparición, el nivel de contagios es alarmante y sigue echando el muerto, nunca mejor dicho, a las autonomías, como si él no fuese el principal responsable del Estado. Por no hablar de lo más grave: de sus planes económicos, que recuerdan los de José Luis Rodríguez Zapatero en la crisis anterior, solo que en vez de dedicarse a crear rotondas en toda España se va a dedicar a crear funcionarios. De una tacada, 30.000. Por no hablar de subir el salario mínimo interprofesional y las pensiones. ¿Quién va a pagarlo? ¿Europa? Debe de creer que los europeos son tan ingenuos como los españoles. En Europa, los más tontos hacen relojes. Y no me refiero a los suizos.