ABC (Andalucía)

Narciso en Moncloa

No se conoce tal arrogancia desde la famosa carta del Gran Capitán tras preguntarl­e los Reyes Católicos sobre los dineros de la campaña de Italia

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

VER a nuestro presidente del Gobierno exponer sus éxitos en la primera mitad de su actual legislatur­a es todo un espectácul­o, como hizo ayer por televisión para gozo y alivio de los españoles y expondrá hoy en la Conferenci­a de Presidente­s de las comunidade­s autónomas. Ante tal alarde de oratoria y despliegue de éxitos, uno no puede menos que preguntars­e: ¿cree realmente lo que está diciendo? Porque todo le ha salido bien, sin un solo fallo, algo difícil tal como andan, o no andan, las cosas en el mundo. Aparte de que en esa conferenci­a va a faltar el más importante: el presidente de la Generalita­t catalana, Pere Aragonès. ¿Por qué? Pues por eso mismo: por ser más importante que los demás, y las cosas a tratar con él no van a discutirse como si fuera uno de ellos.

Las debatirá en la mesa que han apalabrado para el mes de septiembre o bien en encuentros en el Palau de la Generalita­t o en La Moncloa. Y es que una de las condicione­s que exige Aragonès para dignarse a negociar es un trato especial, un rango diferente, superior incluso al de las comunidade­s históricas, que ya tiene, y debe también reflejarse en privilegio­s, tanto económicos como políticos.

¿Qué dicen los demás? Pues que no les gusta esa prerrogati­va, que no anuncia nada bueno para ellos a la hora de repartir los fondos de reconstruc­ción europeos que pronto empezarán a caer. Y como quien los repartirá es el señor de La Moncloa, habrá que acudir no sea que se queden a dos velas.

En cuanto a los éxitos que Pedro Sánchez se atribuye en su gestión, no se conoce tal arrogancia desde la famosa carta del Gran Capitán tras preguntarl­e los Reyes Católicos sobre los dineros que le habían dado para la campaña de Italia, solo que esas victorias eran reales y las de Sánchez, no tanto. Pues aunque es verdad que el paro ha descendido, estábamos a la cola de Europa en desempleo, y nos falta aún mucho para alcanzar el nivel anterior.

Algo parecido puede decirse de la pandemia. Tras predecir no sé cuántas veces su desaparici­ón, el nivel de contagios es alarmante y sigue echando el muerto, nunca mejor dicho, a las autonomías, como si él no fuese el principal responsabl­e del Estado. Por no hablar de lo más grave: de sus planes económicos, que recuerdan los de José Luis Rodríguez Zapatero en la crisis anterior, solo que en vez de dedicarse a crear rotondas en toda España se va a dedicar a crear funcionari­os. De una tacada, 30.000. Por no hablar de subir el salario mínimo interprofe­sional y las pensiones. ¿Quién va a pagarlo? ¿Europa? Debe de creer que los europeos son tan ingenuos como los españoles. En Europa, los más tontos hacen relojes. Y no me refiero a los suizos.

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