La variante Delta aleja el objetivo de alcanzar la inmunidad de grupo
Sánchez reconoce que no bastará con tener en agosto al 70% de la población vacunada para controlar la pandemia El virus es más contagioso y se necesitará llegar, al menos, hasta el 85% de inmunizados en todo el país
El nuevo coronavirus no entiende objetivos ni de promesas. El Gobierno español se había comprometido a vacunar al 70% de la población a finales del mes de agosto y conseguir la deseada inmunidad de grupo o de rebaño, esa situación envidiable en la que hay tantas personas protegidas que el virus deja de propagarse. La campaña de vacunación va bien y es posible que esa proporción de españoles estén vacunados a finales de verano, pero no será suficiente para cercar al virus y limitar su capacidad de contagio.
Desde la irrupción de esta versión del patógeno, mucho más contagiosa, se desconfiaba de la meta del Gobierno. Y ayer el presidente Pedro Sánchez, tuvo que reconocerlo▶ «Es cierto que con la aparición de la variante Delta el porcentaje necesario para alcanzar la inmunidad será superior al 70%», afirmó ayer al hacer balance de su gestión. Sánchez no lo dijo preocupado porque, defiende, «somos el país que tiene un mayor ritmo de vacunación, la medalla de oro de la vacunación», informa Víctor Ruiz de Almirón.
Nuevos cálculos
La preocupación es mayor entre los expertos. El nuevo coronavirus ya no se parece mucho al que surgió en la localidad china de Wuhan. La expansión fuera de control de la pandemia ha facilitado la aparición de nuevas variantes que se escapan parcialmente a las defensas humanas, vuelven más eficiente al virus y restan eficacia a las vacunas. En una población parcialmente vacunada con un alto número de casos, las condiciones son las mejores para que sigan apareciendo nuevas variantes que escapan a los anticuerpos. De ahí la necesidad de seguir vacunando, cuanto más rápido mejor.
Ahora la versión del virus que más preocupa es la supercontagiosa Delta. Dominante ya en Europa, es la responsable de la quinta oleada que estamos viviendo en España y la culpable de que el virus siga desbocado. «Cuando se hicieron los cálculos para saber cuándo se alcanzaría la inmunidad de grupo, el virus no era tan transmisible. Por eso, se pensó que con tener el 70% de la población vacunada bastaría, ahora sabemos que quizá será necesario llegar hasta el 85% o el 90% de inmunizados», explica Ignacio López-Goñi, microbiólogo de la Universidad de Navarra. Y advierte de que no bastará con logros parciales: «Nos haríamos trampa si calculáramos la inmunidad de grupo con la media nacional, con un 90% de población vacunada en Cataluña y un 60% en Extremadura, por ejemplo. Debemos llegar a toda la población nacional».
Aumenta la transmisión
La variante Delta no ha convertido al coronavirus en el agente infeccioso más contagioso del planeta. Al menos, no todavía. El privilegio aún lo ostenta el sarampión. Basta una sola persona infectada con sarampión para contagiar a 15. En el caso del Covid se producen dos-tres infectados por cada positivo y ahora con la variante Delta, la cifra se duplica hasta 6.
Cuanto más transmisible es un patógeno, mayor es la proporción de población que debe ser inmune para bloquear la transmisión sostenida. Para hacernos una idea de dónde estaría nuestro objetivo, en el caso del sarampión se necesita que el 95% de la población esté protegida con la vacuna para limitar su capacidad de infección.
La capacidad de contagio de la variante Delta ha ido en nuestra contra Pero también que no existan aún vacunas con una inmunidad esterilizante, apunta José María Martín-Moreno, doctor en Epidemiología por la Universidad de Harvard y catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Valencia. Las vacunas autorizadas son muy eficaces evitando hospitalizaciones y las formas graves de la enfermedad, pero no impiden la transmisión y la infección tanto como nos gustaría. «Sin embargo, hoy por hoy se sigue pensando que si se llega al 85% de población vacunada se interrumpirá la cadena epidemiológica entre los individuos de nuestra población, generando no solo protección de los vacunados, sino indirectamente entre los no inmunizados», opina Martín Moreno.
El epidemiólogo recuerda que mientras no se produzca una verdadera inmunidad de grupo, el virus se irá replicando al contagiar a las personas susceptibles, y en cada uno de esos saltos de personas, «al replicarse podrá surgir una variante que se adapte mejor y escape de las defensas inmunitarias que ya hemos desarrollado. Por eso cuanto más se retrase el proceso de toda la población mundial, peor para todos».
Un virus endémico
Algunas voces consideran que más que de inmunidad de grupo deberíamos pensar en un objetivo más realista: controlar funcionalmente la epidemia y acostumbrarnos a convivir con el virus, como ya hacemos con otras infecciones respiratorias. «Erradicar el virus no será fácil, tardamos 200 años en conseguirlo con la viruela. Con la vacunación y otras medidas, esperamos que las nuevas oleadas sean cada vez más leves. Tendremos un virus endémico que nos causará problemas de vez en cuando y un número de muertes socialmente aceptables, como la gripe», señala el microbiólogo LópezGoñi.
Por ahora, lo único seguro es que si no controlamos la cadena de transmisión «todo puede ir a peor», advierte Martín Moreno. «Los contagios afectan no solo a los jóvenes, sino también
Martín Moreno: «Con el 85% de la población inmunizada se protegerá tanto a los vacunados como a los que no lo están»
López-Goñi: «La inmunidad de grupo no resultará útil si no se alcanza en todas las comunidades autónomas»
a las personas no vacunadas de forma completa y aquellas que aun vacunadas no han desarrollado inmunidad». No hay que fiarlo solo a la vacunación. Su recomendación es seguir vacunando y guardar medidas de prevención, tanto de los individuos a través de mascarillas, higiene, ventilación y distancia de seguridad) como de los sistemas sanitarios que deberán testar, trazar, secuenciar, aislar y cuarentenar hasta que la inmunidad de grupo se consolide.
¿Vacunar a niños?
Cada vez más países se plantean obligar a vacunar a quienes recelan del medicamento por el bien común. El debate ha crecido en Europa y en Estados Unidos. Si los adultos no se vacunan, quizá le toque el turno a la población infantil para alcanzar el nuevo horizonte de población vacunada. Aunque es una solución en discusión. El presidente del Comité de Bioética de España, no cree que sea ético inmunizar a niños cuando ellos no se beneficiarán tanto. La infección en edades infantiles no es grave y tampoco se tiene tan claro que los pequeños sean vectores del virus. «Si se les vacuna no sería para satisfacer su interés individual y proteger su salud, sino como un mero medio de protección de la salud colectiva. Los cosificaríamos para respetar la autonomía de los que se niegan a recibir la vacuna».