La nueva estrella de la gimnasia
Pertenece a la etnia hmong reclutada por la CIA en la guerra de Vietnam y se postula como el relevo de Biles
Ha nacido una estrella en Tokio. Sunisa Lee ganó ayer para Estados Unidos el oro individual de gimnasia artística completa en ausencia de su compañera Simone Biles, retirada de esta prueba por la presión psicológica que le está causando la competición. Lee, de 18 años y de la etnia hmong que vive entre Vietnam y Laos, se impuso a la brasileña Rebeca Andrade y a la rusa Angelina Melnikova en una estupenda final.
Lee, que fue decisiva para que Estados Unidos lograra la plata en la final por equipos del martes tras el repentino abandono de Biles, volvió a deslumbrar en el pabellón Ariake. Aunque empezó rezagada en el salto, donde fue superada por Andrade, Melnikova y hasta por su compañera Jade Carey, voló entre las barras asimétricas para alcanzar la segunda posición al término de la segunda rotación.
Bajo la atenta mirada de la superestrella Simone Biles, que presenciaba la final en las gradas con rostro compungido, Lee no se amilanó ante sus rivales, más veteranas. A pesar de ser la más joven de su equipo, demostró una madurez y una concentración que le permitieron ponerse en primera posición tras la exigente prueba de la barra de equilibrio. Reponiéndose de una entrada algo vacilante, se sostuvo sobre la barra con una estabilidad felina que le permitió clavar su salida con un aterrizaje perfecto.
A solo un ejercicio de la conclusión, el siempre estético suelo, la rusa Vladislava Urazova se había colado hasta la segunda plaza, por delante de Andrade y desplazando a su compatriota Melnikova. Apretadas las cuatro en un estrecho margen de centésimas, la final se iba a decidir en el tapiz, la más artística de todas las rutinas y donde el corazón tiene tanta fuerza como los músculos que impulsan a las gimnastas en sus piruetas y los huesos que las sostienen en sus aterrizajes.
Tras el apasionado baile que hizo Urazova de una versión sinfónica de ‘Paint it black’, le llegó el turno a Melnikova, con una potente música electrónica que la elevó provisionalmente en la clasificación hasta el primer puesto. Con las manos juntas como si estuviera rezando, la rusa aguardaba el resultado con tensión mientras Biles, desde la grada, hacía piña con otros miembros de su equipo.
Y por fin salió Suni Lee, como la conocen en St. Paul, Minnesota, donde se han asentado muchas familias de la etnia hmong como la suya. Esta tribu del sudeste asiático arrastra una trágica historia porque fue reclutada por la CIA para luchar contra el Vietcong en la guerra de Vietnam. Al acabar la contienda, las tropas estadounidenses los abandonaron a su suerte y, a diferencia de los refugiados vietnamitas y camboyanos, a muchos de ellos no se les concedió el asilo y tuvieron que huir a Tailandia para escapar de la persecución comunista. Haciendo honor a la resistencia de este pueblo, Lee no cedió en el suelo y ni siquiera la ‘gimnasia-samba’ de Andrade consiguió arrebatarle el oro.
Sucesión antes de tiempo
«Cuando entré en la competición nunca pensé que podría competir por ganar, el objetivo era conseguir la plata. Es de locos, no parece que esté ocurriendo de verdad», explicaba la atleta, de 18 años, que ya era considerada la sucesora de Biles, pero no estaba en su planes serlo tan pronto. «Ya tenía mucha presión por venir a esta competición porque he sido segunda, tras Biles, durante toda la temporada. Así que sabía que habría gente que contaba conmigo para la plata, y con la baja de Simone por el oro, pero he intentado no centrarme en eso, pero sabía que me iba a poner demasiado nerviosa».
Tras la traumática retirada de Simone Biles, que hasta ahora había sido la mayor noticia de estos Juegos, la otra gran noticia ha sido, precisamente, su relevo, y este ascenso vertiginoso de Lee hasta las alturas. Y lo que le queda. A la espera de saber si Biles seguirá en estos Juegos, Lee tiene dos finales más la próxima semana para erigirse en su sucesora barra de equilibrio y asimétricas, donde es favorita. «Significó mucho para mí que todo el equipo estuviera conmigo animándome. Es una mierda que Simone no haya estado en la pista conmigo, pero tenerla en el pabellón fue muy útil porque ella es una inspiración para mí, una persona a la que admiro. Tenerla al lado me ayudó mucho», confesó. Después de su triunfo en la final individual completa, en Tokio ya ha nacido una estrella Suni Lee.