ABC (Andalucía)

Vox no, Podemos sí

¿Por qué se puede decir que Otegi es un hombre de paz pero no que Franco no dio un golpe de estado?

- ALBERTO

GARCÍA REYES

AVox lo ponen de franquista con tono inflamado los archipámpa­nos del marxismo. Los figurones que dan entrevista­s con el chándal de la RDA y un póster de La Pasionaria de fondo hierran fascistas a gogó cada día desde su altozano moral porque en España tienen la patente del victimismo. Y esa mirada torcida se traduce en un autoritari­smo público cada vez más asfixiante. La nueva ley de Memoria pretende condenar la apología del franquismo pero no la del estalinism­o porque la ultraizqui­erda tiene licencia y patrocinio para trazar todas las líneas rojas. Los ejemplos son diarios. Según el aparato de propaganda de la comuna, el juez ha archivado la causa contra María Dolores de Cospedal en la trama ‘Kitchen’ porque han actuado las cloacas del Estado. A Pablo Iglesias e Irene Montero se les investiga por la contrataci­ón de una niñera con recursos públicos por orden de las alcantaril­las. Por contra, a Rajoy se le hizo una moción de censura por una frase del juez De Prada sobre la supuesta caja B del PP que luego fue retirada. Este es uno de los grandes tics del populismo: la Justicia sólo es buena si dictamina a favor de sus intereses y es un albañal cuando los perjudica. En las dictaduras que ellos sí pueden apoyar gracias a la libertad de expresión, como Cuba, esto no pasa porque los jueces hacen lo que diga el tirano. Es todo mucho más sencillo. Pero aquí todavía se permite la tensión, así que su estrategia consiste en empujar a los contrarios más allá de la raya que ellos han pintado.

La colisión es muy grave porque ya no tiene que ver con la discrepanc­ia, sino con la intoleranc­ia. Vox promueve muchas cosas que yo no comparto, pero no consigo entender por qué en este país se puede decir que un terrorista como Otegi es «un hombre de paz» habiendo aún más de 300 asesinatos de ETA sin resolver y, en cambio, no se puede decir que Franco no dio un golpe de Estado. La discusión aquí no es si se tiene o no razón en cualquiera de los dos casos, sino si se puede opinar en ambos extremos con el mismo rasero. No es lógico que a Pablo Casado lo hayan apaleado por moderar un acto en el que el exministro Camuñas dio su opinión y se haya pedido para ellos incluso una condena por un supuesto delito de odio mientras una ministra del Gobierno de España proclama que si la condenada en firme Juana Rivas ingresa en prisión «va a ser un escándalo para el movimiento feminista». La libertad del presunto rapero Hasél que ellos tanto exigen no puede ser mayor que la de los pregoneros de Franco.

Pero aún hay una anomalía peor. Los miembros de Vox han sido recibidos varias veces a pedradas por los podemitas. La batalla de Vallecas, donde después del mitin de Abascal desinfecta­ron las calles, se ha repetido hace unos días en Cádiz. Los pacifistas y animalista­s abren las cabezas y rocían de amoníaco las huellas de los ‘fascistas’ herrados en Galapagar. Ideológica­mente no coincido con ninguno, pero Podemos usa la violencia y Vox la sufre. Conclusión irrevocabl­e▶ los míos son los de Vox.

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